Los vecinos piden responsabilidades a la constructora y no se explican qué pudo suceder. Terror en la Calle Oslo 45 de Alcorcón tras el incendio letal: «Era una ratonera, estábamos atrapados»
Los vecinos de Parque Oeste siguen en shock. Y no es para menos. No entienden cómo, en cuestión de segundos, pudo arder por completo el local comercial, de unos 100 metros cuadrados, que se encuentra en el bajo del Portal 3 del número 45 de la Calle Oslo, una urbanización nueva que cuenta con siete portales. De ellos, cuatro se vieron gravemente afectados por el denso humo que se generó en un abrir y cerrar de ojos. Y, en el trasfondo, lo peor: la muerte de Darío, un niño de cinco años, vecino del tercer piso de ese mismo Portal 3. Su madre, de 30 años, y su hermano pequeño, un bebé de nueve meses, siguen ingresados en estado grave en los hospitales de Getafe y La Paz, respectivamente.
«Pasó todo muy rápido. Yo me fui a sacar a mi perra y, cuando volví, todo estaba en llamas», cuenta a alcorconhoy.com Sergio, vecino de uno de los portales que quedó anegado por el humo. Su bloque está a unos quince metros del punto del incendio, pero la densa nube negra, que, igual que el fuego, se propagó por el falso techo de los soportales exteriores, llegó hasta su piso, un quinto. Abajo, en la puerta de la urbanización, se encontró con Jaime, la pareja de Beatriz, la mujer de 30 años que está herida de suma gravedad. El hombre, que estaba muy nervioso, escuchó una explosión desde su casa, vio el humo y bajó corriendo a pedir ayuda. Pero luego, no pudo volver a la vivienda. «Intenté subir con él, por ayudarle, pero era imposible. Solo había humo y más humo. No se podía pasar. Era imposible«, detalla Sergio.
Mal aislamiento… y salidas de emergencia cerradas
En el mismo bloque de Sergio vive Sandra, otra vecina a la que también tuvieron que desalojar. Denuncia un mal aislamiento de los portales de la urbanización, y asegura que el humo empezó a colarse por los recovecos de los mismos. «Se está diciendo que los vecinos bajaban como locos a la calle y dejaban las puertas abiertas. Pero no es así: es que las casas nos estaban asfixiando. El humo entraba por los enchufes, por las campanas de la cocina, por los grifos, por los aires acondicionados… por todas partes Era imposible quedarse dentro”, afirma esta vecina.
Su punto de vista lo comparte Nerea, que también habita en ese bloque. Ella, que es agente de Policía, fue una de las personas que tuvo que ser atendida de urgencia por los sanitarios de SUMMA 112, por inhalación de humo. «Tras la explosión, salimos todos los vecinos al rellano. La mujer que vive encima de mí estaba fatal, había tragado mucho humo, igual que mi novio. Era un caos», cuenta. Para colmo, las salidas de emergencia con las que cuentan los portales estaban cerradas a cal y canto. «Las llaves las tiene el presidente de la comunidad, que justo está de viaje. No se podía salir por ahí. Al final la abrió un vecino, no sé ni cómo», cuenta Rubén, vecino del Portal 4. «Era una ratonera. Estábamos atrapados», refiere Sandra.
Muchos vecinos tardaron en darse cuenta de lo que estaba pasando, y ahí entró en juego otro factor fatal. Cuando el fuego y el humo empezaban a propagarse, algunos peatones intentaron llamar a los telefonillos, para avisar a los vecinos. «Pero hay que marcar un código, son de botón como tal, como los de toda la vida. Eso lo hizo todo aún más difícil, todavía más con toda la tensión que había ahí», cuenta a este diario digital un transeúnte que pasaba por allí e intentó ayudar. Por fortuna, muchas de las viviendas de la urbanización estaban vacías en el momento del incendio, que tuvo lugar en torno a las 19:12 de la tarde del jueves. «Nos dijeron los bomberos que, si esto llega a pasar por la noche, con todos dormidos, hubiera sido mucho peor. No quiero ni pensarlo», recalca Diego, otro vecino.
Un sinfín de preguntas
Entre tanta inquietud, el humo no se dejaba de propagar. «La casa estaba horrible por dentro. El suelo, totalmente negro. Salía humo por los enchufes, de entre las juntas de la pared y el techo, de los cuadros de luz, de entre las baldosas de los baños…”, recuerda Juncal, vecina del cuarto piso del Portal 1. Ella, por cierto, ha perdido en la tragedia a Daffy, su fiel perrita. Cuando entraron en la vivienda, los bomberos se la encontraron en parada cardiorrespiratoria, igual que a su otra mascota. A esta segunda pudieron reanimarla, pero a Daffy no. «Está siendo todo muy duro», dice Juncal. También perecieron varios gatos, como consecuencia del humo.
Ahora, todavía quedan muchas incógnitas sobre la mesa. «¿Cómo puede ser que las salidas de emergencia estuvieran bloqueadas? ¿Qué nadie tuviera llaves? ¿Qué no pudiéramos salir de los bloques? ¿Qué entrase tanto humo por todas partes, a pesar de que todas las ventanas estaban cerradas?», se pregunta Sandra. Ella, como el resto de la urbanización, no duda en pedir explicaciones y responsabilidades a Sequoia Construcciones, la promotora de estas viviendas de obra nueva que apenas llevan dos años edificadas. «Y nos dieron las llaves hace menos de un año”, cuenta Laura, vecina del Portal 1. «Los garajes también están negros, llenos de hollín y de ceniza. Es imposible estar siquiera en la Planta -3”, añade. «Y habrá que ver si el local cumplía con las normativas de seguridad. Creo que no tenía ni extintores”, apunta Sergio.
Ahora, ninguno de ellos sabe cuándo podrá regresar a sus hogares. «Los bomberos y los técnicos siguen haciendo balances de daños, para ver cómo ha quedado la estructura de los edificios. Pero nos han cortado la luz y el gas, por lo que todo lo que tuviéramos en la nevera y el congelador, ya está desperdiciado. Y espérate la ropa, que estará toda impregnada de humo», manifiesta Sergio. «Y todos los medicamentos, y la comida envasada, porque puede estar todo intoxicado. Vamos a tener que tirarlo todo», añade Sandra. «Y a ver qué pasa con los electrodomésticos. ¿Van a seguir funcionando? Y, lo más importante, ¿cómo voy a seguir utilizando una campana de extracción o incluso grifos por los que han entrado humo a mi casa?», se pregunta la joven.
Días largos
Con los vecinos, por cierto, se han reunido brevemente la alcaldesa, Natalia de Andrés, y varios concejales del Gobierno de Alcorcón. «Les agradecemos mucho que hayan venido a vernos. Pero esperamos que estén para nosotros dentro de unos días, cuando todo esto pase y se olvide. Porque será entonces cuando realmente lo necesitemos”, refiere Diego. De momento, el Ayuntamiento ha habilitado un dispositivo de emergencia para atender a las familias afectadas. Para contactar con ellos, se puede llamar al 625 093 348 o enviar un correo a atencionoslo@ayto-alcorcon.es
Entre los vecinos, además, los hay también que no se sienten preparados para volver a sus hogares. «Nos ha dicho la Policía que los vecinos de las viviendas menos afectadas vamos a poder entrar en breve, al menos a coger cosas. Pero es que no podemos. No tenemos las fuerzas para hacerlo«, remarca Rubén. Su pareja, Carol, sostiene en sus brazos al bebé de ambos, de menos de dos años. A ella, con lágrimas en los ojos y el rostro lleno de tristeza, ni siquiera le salen las palabras.
En sus pensamientos, como en los de todo el barrio, están Jaime, Beatriz y sus dos hijos pequeños. El mayor, ya se sabe, es el único fallecido. «¿Sabes algo de cómo están? ¿Te has podido enterar?», le pregunta Sandra a este humilde periodista, que no tiene novedades al respecto. La tragedia vuelve a hacerse latente, tangible. Y, en un banco que hay frente a la urbanización, se ha improvisado un altar con peluches, ramos de flores y decenas de mensajes en memoria del pequeño Darío. Todavía queda mucho tiempo para que Alcorcón pueda despertarse de esta dura pesadilla.
Fotografía principal: Álex Jiménez
*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.