Nueva columna semanal sobre un tema controvertido y las culpas vertidas injustamente. Apuntes desde Alcorcón: El fútbol no tiene la culpa
En una época extraña, entre toneladas de críticas y con un sabor descafeinado, pero finalmente ha regresado el Mundial a nuestras vidas. Por delante tenemos tres semanas de pantallas con colores verdes de once de la mañana a diez de la noche.
He comentado con amigos igual o incluso más futboleros que yo y todos tenemos la misma sensación. Esto no es un Mundial. Al menos de momento. Ganó Inglaterra y no importó. Perdió Argentina y sorprendió unos minutos. Y goleó España y moló, pero ya está. Está siendo raro. Como decía al inicio, un Mundial en invierno es extraño. La canción del Mundial no será la canción del verano ni resonará en todos los chiringuitos de España. Mi equipo está entrenando y subiendo vídeos a las redes mientras Brasil y Alemania pasean sus estrellas por el césped. En materia futbolística, esto es más una Copa Confederaciones que un Mundial. Al menos de momento.
Creo que la balanza se decanta siempre hacia el sinsabor porque lo que rodea a este Mundial es completamente nauseabundo. Y no importa lo bueno que esté un plato si no te entra ni por los ojos ni por la nariz. Puede que el Mundial de Qatar sea la mayor vergüenza de la historia de este deporte. Porque tenemos precedentes en la historia y ha dado igual. Porque se ha retransmitido la corrupción de la elección de la sede y las muertes en su preparación y se ha continuado hacia delante. Y porque se ha denunciado de manera clara, directa y continua y la FIFA no solo lo ha negado, sino que ha intentado darle la vuelta al asunto para parecer que están haciendo un bien gigante. Mucha gente tendrá que asumir responsabilidades, asumir la culpa y pedir perdón hasta el final de los tiempos y faltarán eones para compensar una milésima parte del daño provocado.
Eso sí, y he aquí la razón de ser de esta columna: esa gente no es el aficionado. No somos nosotros. No tenemos la culpa ni la responsabilidad de las decisiones de un organismo supranacional movido por la corrupción, el dinero y nada más. El fútbol jamás fue una cuestión puesta sobre la mesa en los acuerdos para llevarse el Mundial a Qatar, y el aficionado no tiene la culpa de ello. No tuvimos nada que ver en la decisión ni en las formas. No es correcto poner sobre los hombros de los seguidores del fútbol el peso de un deporte que ha visto cómo los encargados de gestionarlo están manchándolo día sí y día también. Entiendo la crítica que se nos hace por ver el Mundial, pero no tiene demasiada razón de ser.
Creo que no podemos exigirnos ser coherentes en la queja y la crítica porque no podríamos reproducir más palabras además de las de denuncia. La ropa que llevamos o los móviles que utilizamos tienen un origen también despreciable, pero qué le hago yo. La Fórmula 1 lleva celebrando carreras en Abu Dhabi años y el circuito mundial de golf más importante está auspiciado por Arabia Saudí, pero qué pueden hacer los fans de estos deportes. La prensa y varios jugadores y selecciones están protagonizando denuncias y quejas contra el Mundial. El fútbol ha protestado y no se ha quedado de brazos cruzados. Y creo que todo aficionado al fútbol que se precie desearía que esté Mundial se celebrase en otro sitio.
El fútbol no tiene la culpa de lo que está ocurriendo. Mucho menos los aficionados que apenas pueden ir a los estadios dos veces al año. A nadie más que a nosotros, los futboleros, nos duele este Mundial. Os lo aseguro. Sabemos lo que ha pasado y por qué. Y si estuviera en nuestra mano, habría sido diferente. Pero no lo estuvo ni lo estará. Al menos de momento. Me gusta pensar que las cosas van a cambiar, pero mientras lo hacen los dedos no pueden apuntar al aficionado.
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro “Relatos de taller“, está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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