La profesora, que enseña inglés en un colegio del municipio, ha emprendido el viaje de su vida junto a siete amigos. El magnífico ejemplo de Raquel: de Alcorcón a Ucrania para recoger refugiados
El pasado martes 1 de marzo, la profesora Raquel Sanfiz finalizaba su jornada laboral en el Colegio Nuestra Señora de Rihondo de Alcorcón. Su mente, como la de todo el planeta, estaba en Ucrania, con esos millones de personas que han tenido que escapar del horror tras sufrir la invasión de Rusia. De camino a su casa, como cada día, Raquel sintonizaba la Cadena Cope. Y allí, conectaban con Ucrania para entrevistar en inglés a una chica, que repetía desconsolada que “solo quería dormir”. Entonces, a Raquel se le encogió el alma, y tuvo claro que tenía que hacer algo. Por esa joven y por los millones de inocentes que sufren las consecuencias de este espantoso conflicto internacional. Al llegar a casa, habló con su marido, Jorge, y los dos lo tuvieron muy claro: tenían que ir allí, a ayudar. Con todo lo que pudieran.
Apenas una semana más tarde, este pasado martes 8, Raquel, Jorge y otras seis personas ponían rumbo al este de Europa en cuatro furgonetas. Dos de ellas desde Madrid, otras dos desde Valencia. Cargadas hasta los topes con ropa, medicamentos y comida. “Y todavía tengo cosas guardadas en mi garaje. La gente se volcó tanto en darnos, que hubo cosas que no nos entraron en los vehículos”, cuenta Raquel, muy emocionada, a alcorconhoy.com. Está agotada, exhausta. Acaba de regresar de una semana frenética, en la que sus ojos han captado imágenes de las que son imposible explicar con palabras. Pero el cansancio no es óbice para que siga pensando en lo que ocupa su mente desde hace varias semanas. “Solo pienso en cómo puedo seguir ayudando”, remarca.
Somos Ucrania
Justo antes de irse, Raquel y Jorge crearon el colectivo Somos Ucrania. Un grupo nacido desde la solidaridad, y que ha recibido una respuesta masiva. “Queríamos enseñar a toda la gente que nos está ayudando lo mucho que estamos consiguiendo. Y que todo el mundo vea lo que está pasando allí, a través de los vídeos que hemos ido lanzando en Instagram”, cuenta. Y lo cierto es que su lucha ha recorrido el planeta entero. “Nos ha escrito gente hasta de todo el mundo. Incluso desde Australia o Sudáfrica”, asegura Raquel. Muchas personas han contactado con ellos para ofrecerse a acoger a refugiados ucranianos. Otros, han colaborado con donaciones de dinero en efectivo, mantas, abrigos, medicinas o comida. “Con un poquito, se puede hacer mucho”, asegura Raquel, que está extenuada.
En total, 50 personas han podido encontrar refugio gracias al trabajo de esta profesora y al de sus siete “amigos”. “Cuando se suben en el coche y les ves las caras… se te rompe el alma. Son rostros de pena, de mucho miedo, de horror. Familias como la tuya o la mía, que, de repente, se ven obligados a huir de sus casas”, refiere la maestra. “Hemos llevado a personas a Parma, en Italia, y esta mañana hemos dejado a una familia en Irún. Nos han escrito una carta, con el Google Traslator, y la ha firmado el niño, de cuatro años. Nada más empezar a leerla, me he echado a llorar. No he dejado de hacerlo en estos días”, cuenta Raquel, a quien se le quiebra la voz en su conversación con alcorconhoy.com.
Solidaridad mundial
La profesora, que enseña Inglés a estudiantes de ESO, tuvo que pedirse unos días de permiso en el Rihondo. Se los concedieron sin ningún problema. Salieron el martes, y llegaron el viernes 11 a su lugar de destino: la ciudad de Przemysl, a 20 kilómetros de la frontera de Polonia con Ucrania. “No nos dejaban ir más allá, aunque había gente que lo hacía. Conocimos a un chaval de Palencia, que por la noche se la jugó, cruzó la frontera y entró en un lugar de los que denominan ‘tierra de nadie’ para descargar su furgoneta. Es un subidón ver a tanta gente buena, ayudando. Te hace recuperar la fe en la humanidad”, manifiesta Raquel, que regresó ‘in extremis’ este domingo, desde Múnich. “Tuve que coger el vuelo a última hora, porque tenía que trabajar. Pero algunos de mis ‘amigos’ se han quedado allí, ayudando”, señala la profesora.
Esta tarde, está previsto que una de las furgonetas llegue hasta la casa de Raquel, ubicada en Boadilla del Monte. Un lugar que sirve como punto de encuentro del grandísimo trabajo que realizan desde Somos Ucrania. “A las 17:30, vienen a recogerlos allí las que van a ser sus familias de acogida. También viene un enfermero, que es amigo nuestro, a realizarles los pertinentes test de Covid-19. Todo el mundo se está volcando. El apoyo está siendo espectacular”, relata emocionada Raquel, que sabe que esta tarde volverá a estremecerse. “Hoy va a ser un día muy duro. Aunque… menuda tontería. Para mí será un día duro en cuanto a emociones, pero para ellos, para las personas que han tenido que huir de sus casas, no me puedo ni imaginar».
Un sinfín de sentimientos
La mente de Raquel, así las cosas, todavía sigue en Ucrania. “Recuerdo cuando llegamos allí, a -10 grados bajo cero. Yo iba en camisa, de todo el ‘subidón’ y las ganas con las que descargábamos las furgonetas. A veces, se nos caían las lágrimas y teníamos que escondernos, porque nos prometimos entre nosotros que no podíamos llorar delante de ellos”, confiesa la maestra, que se acuerda a la perfección de lo primero que le vino a la mente en cuanto puso un pie en Przemysl. “Solo pensaba… ¿qué más puedo hacer para ayudar? Y es en lo único que pienso ahora. Veo llover, y pienso que allí está nevando. No puedo dormir. Tengo la cabeza acelerada”, manifiesta.
Desde luego, lo que han hecho desde Somos Ucrania ha sido impresionante. Todo aquel que quiera colaborar con ellos, puede encontrar toda la información sobre el colectivo pulsando sobre este enlace. Porque su misión no ha hecho más que empezar. “En Semana Santa, como soy profesora, tengo la suerte de que voy a tener muchos días libres. Así que, o volveré para allá, o ayudaré a marcharse a personas que quieran irse a echar una mano. Porque allí nos necesitan”, reseña Raquel, un grandísimo ejemplo de solidaridad. De Alcorcón al mundo entero.
Fotografías: Cedidas por Raquel Sanfiz