La copropietaria de Kasiba nació en Lviv y vive muy pendiente del conflicto de su país con Rusia. Kristina, una mujer de Ucrania en Alcorcón: «Mi país va a desaparecer sin que nadie haga nada»
Kristina Zapizotska es una de las empresarias de moda en Alcorcón. Justo antes de que estallase la pandemia del Covid-19, se asoció con el emprendedor Pedro Jiménez y el cocinero Sherwin Huab para crear el Restaurante Kasiba. Un paraíso de sensaciones y sabores de la cocina japo-filipina que, por méritos propios, se ha consolidado como uno de los espacios más agradables de la Comunidad de Madrid. Aunque, desde hace varias semanas, Kristina vive una situación personal muy delicada, al respecto de la tensión existente entre Ucrania, su país de origen, y la nación vecina de Rusia. Un panorama que se recrudeció todavía más el pasado jueves 24 de febrero, cuando las tropas del ejército ruso decidieron invadir Ucrania.
Una tesitura a la que Kristina no puede dar crédito. “Nadie en mi familia podía imaginar que ucranianos y rusos llegasen a la guerra. Porque somos dos pueblos que somos como hermanos”, explica a alcorconhoy.com. En 2009, cuando tenía 25 años, la mujer decidió venirse a España desde Lviv, su ciudad natal, conocida en castellano como Leópolis. Entonces, nada hacía atisbar que la situación pudiera llegar al extremo en el que se encuentra ahora. “Nací en época soviética. No recuerdo muy bien esos tiempos, pero mis padres me contaron que no se vivía bien por la dictadura. Aunque me acuerdo de la declaración de independencia de Ucrania, cuando tenía siete años. Y de cómo lo celebraba la gente por la calle”, refiere Kristina.
«Toda la ayuda se está quedando en palabras»
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. En especial, desde 2014, cuando Rusia decidió anexionarse la península de Crimea. Un territorio que no está reconocido como parte del país ruso por ningún estamento internacional, pero que fue el polvorín que terminó por iniciar este conflicto. “Desde la invasión de Crimea, parecía claro que esto podía pasar”, asegura Kristina, que no oculta su tristeza. “Estoy muy preocupada, triste y con mucho dolor con mi país. Y muy indignada por cómo está sucediendo todo”.
La copropietaria de Kasiba, en ese sentido, no entiende cómo las diferentes organizaciones internacionales no intervienen de lleno para frenar el avance de las tropas rusas. “Mucha gente inocente está muriendo. Y mi país va a desaparecer sin que nadie haga nada. La solución es muy difícil. Pero, desde luego, no es la de no hacer caso a nada, como está ocurriendo. Toda la ayuda se está quedando en palabras y Ucrania está sola, abandonada por el resto de países de Europa”, manifiesta Kristina, que pone el foco en Vladimir Putin como el gran culpable de todo lo que está sucediendo. “Esto es únicamente el problema de un loco, no de ucranianos y rusos. Pero hay que hacer algo, actuar, y no solo decir palabras que suenan bien y no sirven para nada”.
Situación muy difícil
Kristina tiene a la práctica totalidad de su familia en Ucrania, a excepción de su madre y sus hijos. También todos sus amigos están allí. “Mi gente tiene que ver a diario los tanques en la calle. Y cómo se llevan a los jóvenes al frente. O cómo no pueden echar gasolina. También se ha acabado la comida en las tiendas y hay restricciones de electricidad”. A pesar de ello, los suyos prefieren quedarse allí y defender a Ucrania. “Les hemos ofrecido que vengan a España, pero quieren luchar por nuestro país, que está en peligro de desaparecer de nuevo”.
En España, eso sí, Kristina se siente muy arropada. “El día que Rusia atacó mi país, todos los españoles amigos y conocidos me llamaron desde primera hora, para expresarme su apoyo y darme ánimo. Todos me dicen lo mismo: que no hay derecho a lo que está haciendo el Gobierno ruso”. La solución al conflicto no es sencilla, pero sí posible. Y hay que intentar encontrarla. Por Kristina y por toda la comunidad ucraniana. De Alcorcón, y de todo el planeta.