Desde mi Colmena en Alcorcón: Atrévete con los prohibidos

Desde mi Colmena en Alcorcón: Atrévete con los prohibidos

Nueva columna semanal sobre la odisea a la que se enfrentan los escritores independientes. Desde mi Colmena en Alcorcón: Atrévete con los prohibidos

Tanto si eres librero/a, como si eres detractor/a del titán Amazon, te interesa leer esto. Si reúnes ambas condiciones, ya tienes doble motivo para no pasar por alto este artículo.

Porque hoy deseo informar de ciertos detalles en relación con los libros autopublicados, cuyo desconocimiento puede estar llevándonos a desdeñar libros maravillosos, contribuyendo a anegar el ya de por sí obstaculizado camino literario a magníficos escritores, arrinconados injustamente por ciertos prejuicios. El más extendido: la “diabólica” compra de libros autopublicados en Amazon.

Expondré dicha información punto por punto, atendiendo a los comentarios más frecuentes:

1)  “Yo es que quiero defender la librería tradicional”:

Yo también, amigo lector.

Y por eso me pateo calles y me arriesgo a recibir las tortas que me llevo en más de una librería donde el dueño, en un obstinado cerrojo mental, me recita su mantra, fielmente adoctrinado por las editoriales: “Esta no es la vía” (¿Y cuál es la vía, amigo? Porque es más fácil atravesar una pared del banco de España a cabezazos que tratar de entrar en una editorial “sin padrino”. Y aún así… recientemente leí en los foros que la opción “enchufe” también se está agotando).

Desgraciadamente, muchas librerías están aleccionadas con “historias para no dormir” acerca de “erratas terribles y otros demonios” que se encuentran en los libros autopublicados…: esos libros “prohibidos” de los escritores que no se resignan a sembrar frutos para dejar que se pudran; frutos en los que han volcado un esfuerzo, una ilusión y lo más importante: un gran mensaje.

Respecto a las supuestas erratas… podéis creerme: he visto cosas en libros de editoriales que casi me llevan a sacarme los ojos.

Para ahorrarle este disgusto al público, yo cuelgo continuamente extractos de mis páginas en las redes y tengo ejemplares repartidos en bibliotecas (esto, además, lo hago como agradecida usuaria de las mismas). Y funciona (llegan las reseñas), ergo… no hay por qué recelar automáticamente de un libro autopublicado.

Otra cosa: Cada vez que un librero vende un libro se lleva en torno a un 30% de su importe. En el caso de un autopublicado, el librero gozará de la misma ganancia (por tanto, no pierde nada por aceptar nuestro libro).

Conclusión de este primer punto: las librerías pueden ganar con los autopublicados como lo hacen con las editoriales. Lamentablemente, pocas se abren a nuestro mercado y por eso no dejan más remedio que comprar nuestros libros en Amazon. Y luego vendrán las lamentaciones contra el gigante logístico, ay…

A propósito de esto, abordaré el segundo punto:

2) ”Yo es que no quiero nada de Amazon porque va a acabar con el pequeño comercio y su dueño se gasta el dinero en viajar en cohete, etc…”

Respecto al dinero gastado por cada cual… Os aseguro que las editoriales amasan enormes beneficios, y tampoco son hermanas de la caridad. La diferencia es que con Amazon el autor cobra por su trabajo (descontando los impuestos y lo que nos cobran por imprenta), mientras que en una editorial solo recibe entre el 8 y el 10% de las ganancias (efectivamente: de cada diez euros que pagas por un libro de editorial, solo uno -o menos- le llega a quien ha estudiado, se ha documentado, ha estructurado y desarrollado esa novela maravillosa que, aunque obedezca al placer de escribir, no deja de conllevar un trabajo arduo y un tiempo tan valioso como el de cualquier otro trabajador).

“Que acaba con el pequeño comercio”: incluso este recurre a Amazon para proveerse de bienes de otro modo inaccesibles, y a un precio ideal para poder elevarlo y generar beneficio, por lo que podéis tener la conciencia tranquila (eso sí: si necesitáis algo que tenga el local del barrio, hacedme el favor de acudir a él. No hay envío ni rebaja que supla el contacto con nuestros vecinos comerciantes).

Por tanto, podéis hacer “click” en los libros autopublicados con la conciencia bien tranquila. No así debieran tenerla las grandes editoriales que, disponiendo de sus propios medios de distribución para hacer llegar sus libros a cualquier lugar, recurren a Amazon. En este caso me uno a vuestra crítica, pero cuento con que distinguiréis cada caso después de mi explicación.

Conclusión del segundo punto: Un libro autopublicado no cuenta con otro medio para distribuirse más que dicha plataforma.

Finalmente, os voy a responder a la gran pregunta:

¿Por qué nos autopublicamos?

Cuenta la leyenda negra “que nuestros manuscritos son muy malos, que fuimos rechazados por las editoriales…” Niños: ese coco no existe. No os lo traguéis. Sólo existe el mangoneo antes descrito.

Las editoriales tradicionales, en cualquiera de sus sellos, están blindadas contra los autores desconocidos. Y, para colmo, tienen la cara de fomentar bulos como el expuesto a modo de ejemplo.

Sí, es indignante que no inviertan el pastizal de las regalías ganadas (de forma abusiva, como os dije) en aumentar la plantilla profesional con más maquetistas, editores, etc.

Aparte de generar más puestos de trabajo en dichas tareas, darían oportunidad a nuevos talentos, al ampliar el negocio. Desgraciadamente, esta práctica ya pertenece a un pasado decente en el que las editoriales priorizaban la calidad sobre el lucro.

Patricia Vallecillo es escritora y vecina de Alcorcón. Su último libro, ‘Las abejas de Malia: el maestro griego‘ se puede adquirir pulsando aquí. Además, también se puede encontrar en tiendas como la Carlin de la calle Timanfaya, 40, que tiene un grandísimo servicio y amable, como el resto del municipio.

*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.

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