Nueva columna semanal sobre el amor y el significado que posee en sociedad. Apuntes desde Alcorcón: Ser un nabo
Esta semana se hizo viral un tuit donde alguien decía que estar enamorado significaba hacer las cosas como las haría la persona que amas. Me sorprendió ver cuánta gente se vio identificada con esa afirmación, y especialmente con sus reacciones tan desmesuradas.
Estuve pensando en eso estos días. En los sentimientos universales que quedan sin nombre y sin explicación hasta que alguien acierta a combinar las palabras ideales para describirlos. Es como si el médico te describiera exactamente los síntomas de eso que vienes padeciendo durante días. Me ha ocurrido a mí mismo hace poco leyendo el último libro de Eduardo Sacheri, ‘El funcionamiento general del mundo’, donde Federico cruza toda Argentina en coche para acudir a un funeral junto a su hijo e hija adolescentes. Durante el viaje narra su historia como estudiante de secundaria y cómo ni él ni sus amigos eran especialmente espabilados y perspicaces. Lo hace con una frase: «Los otros sabían las cosas, se enteraban antes y lo compartían con sus compinches. Los nabos como yo no nos enterábamos y terminábamos en la fila de las ventanas».
No me ha sucedido casi nunca verme tan reflejado en un personaje, en un libro, cómo esta vez. Federico podría ser yo dentro de unos cuantos años. Federico no se entera de la misa la mitad. Federico no es capaz de deshacer el camino erróneo si ya lo ha emprendido, aún estando a tiempo de hacerlo y sabiendo antes de comenzar a caminar que no se va por ahí. Federico se dibuja siempre en el peor paisaje posible para luego no llevarse una desilusión al observar el cuadro mal pintado. Federico es, en resumen, un nabo. Y no sabía que yo era otro hasta que llegué a la página sesenta de este roast en prosa de un hombre al que me encantaría poder decirle al final de cada capítulo lo mucho que le comprendo.
Pero al mismo tiempo, es curioso que coincidan un concepto como el de nabo y otro tan remotamente distinto en mi propio reconocimiento. Cruzo las paredes de mi cuerpo y me observo desde fuera, como si de una película se tratase, y a veces veo a alguien astuto, resolutivo e ingenioso. Sin embargo, en otras ocasiones me miro y advierto a alguien ingenuo, incapaz y torpe. Imagino que hay espacio para los dos. Como si dentro de mí compartiesen piso dos personas diferentes y se turnasen para abrir la puerta, por lo que la reacción ante el visitante será diferente según cuál de los dos le atienda.
Todo lo resumo en esa frase de Federico de terminar en la fila de las ventanas. En caer tarde en la cuenta de las cosas. En ser un nabo. Ojalá haya más enamorados que imiten a sus amados que nabos leyendo esto. Si hay algún nabo, quizá esta sea su revisión médica personal.
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro «Relatos de taller», está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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