Nueva columna semanal sobre el amor y su significado. Apuntes desde Alcorcón: El primer mensaje
Pasé completamente por encima de San Valentín sin girar mi vista hacia la celebración. Lo hice de manera inintencionada. Soy lo más romántico que te puedes echar a la cara, pero no me di cuenta de que el 14 de febrero fue este martes.
No escribí sobre el amor la semana pasada, así que lo haré en esta. Del amor en pareja. Ya sé que ahora también celebramos el amor de madre, de amigos, de mascotas y cualquier otro complemento del nombre en San Valentín. Pero la raíz de ese día es Romeo y Julieta, regalar muchas flores y escribir cartas a mano después de pasarnos 364 días tecleando. Leí un texto de Paula Ducay con el que me identifiqué muchísimo. Especialmente con esto: «no me pregunten qué es el amor romántico, porque se me ha olvidado y ha pasado tanto tiempo que empiezo a preguntarme si lograré recordarlo algún día».
Observo las relaciones de mis amigos desde fuera y les envidio profundamente. Envidio todos y cada uno de los segundos compartidos en el espacio-tiempo común de la pareja. Echo de menos los buenos momentos. Incluso añoro los baches. Las redes sociales se han llenado de declaraciones de amor eterno esta semana. De ‘te quieros’ en forma de detalles que solo aquellos dos enamorados pueden entender, porque están traducidos a su idioma. Los enamorados terminan el día sabiendo lo afortunados que son de no verse solos en un mundo tan hostil como este. Yo, en cambio, termino el día cenando unos pimientos mal asados y teniendo que fregar después.
En realidad debo reconocer que me gusta mucho mi soledad porque no es una soledad inhabitable. Es una soledad agradable y cómoda. Compartida. Me ocurren cosas buenas constantemente y, por suerte, siempre suele haber alguien al lado a quien contárselas. Pero no puedo evitar ponerme un poco triste estos días. Ponerme a pensar en lo difícil que es conseguir lo que aparentemente todo el mundo consiguió en algún momento, incluido yo. Pienso en lo lejano que veo que me suceda de nuevo. En las ganas que tengo de regalar ramos de flores de mil colores, de volver a escribir en papel y a mano y en saber a ciencia cierta quién será la primera persona a la que mande el primer mensaje todos los días.
Creo que hablo en nombre de casi todos cuando digo que el amor es el mejor sentimiento de todos. Y hablo de mí cuando digo que el amor cada vez lo encuentro más en mí mismo. Pero no soy quién para hablar de nada, así que termino con otra frase de Paula Ducay: «No cambio las flores de mi amiga por ninguna hipotética pareja. Sí, quizás, por poder decir de vez en cuando que a veces la soledad duele y tampoco pasa nada».
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro «Relatos de taller», está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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