Nueva columna semanal sobre la recuperación de viejos hábitos para volver a sentirnos felices. Apuntes desde Alcorcón: Royal Rumble
No todas las frases que escuchamos en nuestra vida tienen una habitación reservada en nuestra memoria, pero las que sí la tienen ponen el cartel de ‘No molestar’ en su puerta. Yo me he topado esta semana por el pasillo con una que me cae especialmente bien.
No me la he encontrado de frente porque no la recuerdo con claridad. Ha sido más bien un encuentro de refilón. Yo entraba en la cocina y ella salía de su habitación. Era algo así como que ‘a los veintitantos años haces las cosas que a los diecitantos te daban vergüenza‘. No es cuestión de fustigar y señalar con el dedo a nuestros yos de quince añitos. Esos pobres se tuvieron que enfrentar a la carrera por el estatus y a la construcción de una primera reputación con una edad que no casa ni con pisar la calle solo más allá de las nueve de la noche. Nos cegó el sentido de supervivencia.
Ahora, a mis veinticinco años, cuando bastante tengo con cocinar, limpiar, trabajar y un largo etcétera para sobrevivir, me descubro hablando abiertamente de Pokémon, de películas de animación o de Star Wars y no solo me siento cómodo, sino que encuentro similares. Parece que todos le hemos estado alquilando la habitación a la misma frase todo este tiempo. Por eso admito que a mis veinticinco años he vuelto a ver el Pressing Catch y se ha convertido en una obsesión.
Hubo un tiempo en el que ver la WWE, el Pressing Catch o como sea que lo conozcáis, era lo más. Acusaciones de que era falso, de que estaba todo pactado y de que no se hacían daño sobrevolaban mis pensamientos mientras les veía saltar y pelear hasta que terminaron anidando en mi cabeza. Allá por 2011 dejé de verlo convencido de que aquello no solo era un circo, sino de que era un sacrificio necesario para atravesar la ESO sano y salvo. Pero una vez trasciendes a todo eso (es decir, una vez que cumples veintitantos años) entiendes que
Hoy por la noche se celebra el Royal Rumble, un combate donde participan treinta luchadores y gana el último que quede dentro del ring. No quepo en mí de emoción, os lo juro. Me da igual que esté pactado el ganador. Me da igual que haya una reputación que mantener. La supervivencia ahora pasa por hacer lo que sea que nos mantenga felices en los ratos en los que no cocinamos, limpiamos o trabajamos.
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro “Relatos de taller“, está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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