Alberto Viña nos trae una nueva columna semanal sobre las calificaciones y su realidad. Apuntes desde Alcorcón: Qué nota le pones
En ocasiones transformamos ocurrencias o bromas en auténticos hábitos. Un ejemplo universal es que todos empezáramos a decir ‘bro’ irónicamente y ahora no podamos referirnos a alguien sin incluirlo. Un ejemplo particular soy yo preguntando qué nota le pones a algo.
Empecé diciéndolo en situaciones en las que tenía un mínimo de sentido y de cabida. Alguien me contaba que había visto una película nueva y le preguntaba qué nota le pondría. Pero la pregunta acabó derivando en un completo sinsentido. Alguien me cuenta que ha estado cambiando de macetas a sus plantas porque ya estaban muy grandes y yo le pregunto qué nota le pondría a la adaptación de las plantas a sus nuevas macetas. Esto ha ocurrido de verdad. Comenzó siendo una ocurrencia simpática, una pregunta original. Luego pasó a ser un impulso irrefrenable y finalmente ha terminado siendo tan normal como abrir mal la bolsa de pipas.
Estuve de casa rural el pasado fin de semana. De hecho, la última columna la escribí allí, sentado mirando desde la distancia a mis amigos en la piscina. Me lo pasé genial, y cuando me preguntaron por ella terminaba mi respuesta diciendo que le ponía un nueve de nota. Me sorprendo a mí mismo para mal con esto. Cómo en un mundo como este, con tantos y tan diferentes factores, ha triunfado la calificación numérica como método de evaluación. De camino a la casa rural leíamos las reseñas que dejaron los huéspedes casi como entretenimiento, como obviando que ahí reside el verdadero valor de la casa.
Y hace muy poco me creé una cuenta en Goodreads, una web donde se le pone nota y se le escriben reseñas a los libros. Solo para empezar a disfrutar de todo su potencial, la plataforma te pide que califiques un total de veinte libros. El sistema es de una a cinco estrellas. Nada de medias estrellas, además. No, números enteros. Si nos vais a obligar a calificar, ¿por qué cortarnos el mundo de posibilidades que ofrecen los números decimales? ¿Nadie nunca se ha parado a pensar sobre la diferencia entre un 4,75 y un 5? “Eres excelente, maravilloso y fantástico, pero no tienes ese aura majestuosa que poseen los libros que se han llevado las cinco estrellas”. Nadie mejor que los de Goodreads deberían saber eso.
Creo que lo de ponerle nota a las cosas comenzó de la misma forma que comenzó lo de decirle ‘bro’ a la gente. Como algo simpático que no le hacía daño a nadie. Pero el tiempo ha terminado quitándole toda la razón del universo a quienes iniciaron esa corriente. Ponerle nota a algo es lo más difícil del mundo. Nunca poseeremos las herramientas, las experiencias y los conocimientos mínimos sobre ninguna disciplina como para actuar de jurado. Entiendo su función como un atajo hacia la practicidad, como pan para hoy. Pero no puedo dejar de pensar en el hambre para mañana. Cada vez apuesto más por las reseñas escritas, por las confesiones y las redacciones de no menos de cien palabras. Ahí reside la verdadera capacidad de las cosas, en detenerse en los porqués y obviar los qués.
Termino de escribir esto el mismo viernes por la noche. Apurando y agotando los plazos, cuando a la mente se le ocurren las mejores ideas. No le pondré nota a esta columna. En un mundo como este, con tantos y tan diferentes factores, cómo va a triunfar la calificación numérica por sobre las auras majestuosas.
AV
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro “Relatos de taller“, está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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