Nueva columna semanal sobre la importancia de los padres en la vida. Apuntes desde Alcorcón: Mi madre en París
Ayer mi madre se fue a París con unas amigas. Creo que es el primer viaje que hace fuera de España en su vida. No lo decía, pero ella siempre ha querido hacer un viaje de este estilo. Me alegro muchísimo de que por fin lo esté haciendo.
He estado reflexionando sobre la importancia del papel de los padres en la vida de sus hijos y he concluido que es monstruosamente más grande de lo que nunca jamás había imaginado. Los potros se ponen de pie y aprenden a cabalgar minutos después de haber nacido. Las tortugas marinas tienen que recorrer una distancia gigante desde su cascarón hasta el mar para poder empezar a vivir siquiera, y muchas se quedan en el camino. Los seres humanos, en cambio, no servimos para nada hasta que llegamos a los… ¿ocho años? ¿Diez años? No me refiero a la vida actual, sino a la supervivencia pura y dura. Un niño no puede caminar hasta los doce meses, más o menos. No digamos ya cazar, recolectar, protegerse o comunicarse con sentido.
Sin los padres durante nuestros primeros años no tendríamos oportunidad. Eso debería dejarnos clara como el agua la importancia de su presencia y lo mucho que les debemos desde el minuto uno. Lo que pasamos a recibir una vez somos personas y entendemos el mundo es de un valor impagable también. Y creo que por ser una labor intrínseca a ser padre o madre no hay que pasarla por alto ni infravalorarla.
Mi madre se ha ido de viaje a París y su emoción e ilusión son las mías. Se ha ido a París y me gustaría controlar toda la ciudad y sus habitantes para que la disfrute ella sola, como le ocurre a Jim Carrey en ‘El show de Truman‘. Querría ir a las creperías de París para avisar de que se pasará una mujer con su flamante abrigo nuevo y unos ojos abiertos e inundados de alegría a la que deben darle las mejores crepes de la historia de su negocio. Hablaría con el director del Louvre para resucitar a todos los artistas del museo y que le explicasen los detalles de su obra. Querría ir todas las veces que hiciera falta a la tienda de ropa más cara de la ciudad para que le tocase a mi madre ser la visitante número 1000 y que le regalasen la prenda que quisiera.
Como muchos otros, mis padres les entregaron a sus hijos veinte años de sus vidas. Desde los treinta hasta los cincuenta se han dedicado a sacrificar su bienestar a cambio del nuestro. O a hacer nuestro bienestar el suyo, mejor dicho. Ahora que soy consciente de todo eso y sé lo que significa la renuncia, me siento en una deuda incalculable y difícil de pagar en una sola vida. Pero puedo comenzar ahora que puedo valérmelas por mí mismo.
Mi madre nos envía mensajes y fotos desde París. ¡Mi madre está en París! Es la primera vez que su teléfono móvil utiliza el roaming. Está muy contenta. Ella hablaba de mí y de mi hermano cuando le preguntaban qué tal estaba. Ahora seré yo el que conteste que estoy bien, pero como mi madre está en París estoy aún mejor.
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro “Relatos de taller“, está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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