El joven, de 30 años y que se fue hace tres años a Shanghái, ha estado recluido desde el pasado 20 de marzo. El suplicio de Nacho, el alcorconero que ha estado más de dos meses encerrado en China
A finales de este pasado mes de marzo, el Gobierno de Shanghái, la ciudad más grande de China, decidió tomar una medida radical para intentar hacer frente a la llegada de Ómicron, esa variante del Covid-19 tan contagiosa y que había llegado meses antes a España. Así, el Ejecutivo de la metrópolis china decretó el confinamiento domiciliario y sin excepción de los ciudadanos de toda la urbe. Una medida tan drástica como controvertida, pero que era la principal de esa estrategia “Covid Cero” con la que China, y Shanghái en particular, buscaban reducir al máximo la posibilidad de contraer la enfermedad.
Y este miércoles 1 de junio, más de dos meses después de esa determinación de confinar a toda la población, la ciudad, que cuenta con más de 26’3 millones de habitantes (más de la mitad del total de personas que viven en España), ha decretado el fin del confinamiento. Una decisión que ha celebrado con tremenda euforia Nacho Entrena, un alcorconero de 30 años que lleva tres años viviendo en la metrópolis china. Allí se fue a vivir hace tres años, para trabajar como entrenador de fútbol. Aunque eso sí, sus últimos meses han sido infernales. “Hemos estado más de dos meses sin poder salir a la calle. Solo podíamos caminar por dentro de nuestra urbanización. Y no sabíamos cuándo nos iban a liberar. Eso, psicológicamente, te mata”, cuenta Nacho, a alcorconhoy.com.
76 días de reclusión
El joven alfarero, que vivió desde allí el inicio de la pandemia hace más de dos años, ha tenido, además, que estar recluido más tiempo que la mayoría de vecinos de Shanghái. En concreto, 76 días. Desde el 20 de marzo, una semana antes de que se decretase el confinamiento de la ciudad entera. Aquel día, un vecino de su bloque dio positivo en Covid-19. “Le trasladaron a un centro especial, que es a donde llevan a las personas que se contagian. Pero, desde entonces, a los demás vecinos nos cerraron y ya no nos dejaron salir”, cuenta Nacho. Eso sí, a pesar del confinamiento total, en su bloque hubo más contagios a las pocas semanas. “A finales de abril, se diagnosticaron tres nuevos casos. Y no sabemos cómo llegaron, porque nadie salió a la calle”, desgrana.
Su realidad en estas últimas semanas, así las cosas, ha sido de lo más convulsa. “Nos teníamos que testear a diario, por si teníamos la enfermedad. Me he hecho más de 60 test”, explica. Aunque eso sí, no todas las pruebas eran iguales. “Hay dos tipos de test: los que nos proporcionan desde las propias comunidades de vecinos, los Comités Vecinales, en los que tú te testeas en casa. Y luego hay otros, que te los hacen enfermeras que vienen a la urbanización. Pero solo puedes bajar a hacértelo si eres negativo en el que te has hecho en casa. Todos los días, tenemos que enviar una foto, con el resultado de nuestro test. Y, últimamente, nos han obligado a hacernos dos: uno por la mañana y otro por la tarde”, remarca el joven alfarero, que, antes de emigrar a China, vivía en el barrio de Parque Oeste.
Problemas con el agua y la comida
Ahora, Nacho festeja su libertad. Aunque ha vivido un auténtico martirio. “Nos han llegado a recomendar no pedir agua ni comida, para reducir al máximo el contacto con el mundo exterior. Aunque lo peor era la incertidumbre, el no saber cuándo te iban a liberar. Conozco gente a la que han llevado a centros de Covid-19 porque, en la planta de su edificio, hubo algún positivo. Solo por eso”, refiere el joven alcorconero, que no oculta su malestar ante ese confinamiento tan estricto. “Se les ha ido la olla. Se creían que así van a contener el virus, pero no es así. La gestión ha sido horrible. Han dejado a la gente sin comer y sin beber”.
La situación era tal que, en las últimas semanas, miles de vecinos han desobedecido y han salido a la calle, para manifestarse contra el Gobierno. “La gente está harta, porque no tiene comida. No les dejan trabajar, pero les siguen cobrando los alquileres. Esto era insostenible”, explica Nacho a alcorconhoy.com. Aunque ahora, las administraciones parecen haber reculado y, al fin, tanto este joven alcorconero como el resto de habitantes de Shanghái ven la luz al final del túnel. Lo merecen más que nadie, de eso no hay duda.
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