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Nueva columna que versiona Metamorfosis de Franz Kafka desde una óptica invertida. Desde mi Colmena en Alcorcón: Humanoides Termitianos
En este espacio, es la termita la que se camufla hábilmente para hacerse pasar como ser humano. Reconozco que me encantó ese calificativo: termita, cuando lo empleé en la columna anterior. En esta ocasión derivará en esta mutación semántica que se me ha ocurrido para describir mejor al objeto de mi estudio: el humanoide termitiano.
El humanoide termitiano ha estado reproduciéndose silenciosa y peligrosamente en pequeñas colonias que más o menos habíamos logrado mantener controladas en número y alcance de su mal.
Actualmente, una espantosa plaga de termitas con apariencia humana devoran sin mesura los recursos del planeta, actividad que favorece doblemente (en cuanto que mano de obra y en cuanto que consumidores siempre insatisfechos) que sus líderes, repartidos en diferentes nidos estratégicamente posicionados, ganen cada vez más y más poder, mientras las posibilidades de supervivencia de todas las especies desciende en proporción inversa.
El humanoide termitiano común puede pasar entre nosotros como uno más y que no nos percatemos de su repugnante naturaleza. Estos peligrosísimos insectos infiltrados entre nosotros van provocando con su actitud derrotista, resignada y devota hacia sus amos una destrucción progresiva de todo aquello que proporcionaba un bienestar común. Orgullosos de su servilismo, se vuelven cada vez más egoístas. A su vez, viven convencidos de su deber de empeñar su vida en enriquecer a otro como único fin y medio para sentirse dignos de respeto, sin dejar tiempo de disfrute para sí mismos y con la intención de devorar poco a poco los derechos que garantizaban ese tiempo para los que no son termitianos como ellos.
A este insecto camuflado se le reconoce de muchas maneras, desenmascarando así su identidad inhumana: si ven ancianos o personas en cualquier otra situación vulnerable, desearán su desaparición, congratulándose de que uno de sus líderes salga airoso de la masacre encubierta de miles de ellos. Si se extiende una enfermedad entre los humanos, su único afán será sacar rédito económico y una posición favorable para ellos y sus seres próximos.
El humanoide termitiano común aspira a pertenecer a una raza superior desde la cual erigirse como legítimo heredero de una posición privilegiada, para la cual no hizo más que nacer en uno de los contados lugares con más suerte del planeta y pertenecer a esa pequeña fracción del mundo donde todos han tenido una oportunidad para prosperar y cuya riqueza proviene, precisamente, de los lugares de donde otros humanos fueron exiliados por la pobreza que los termitianos generan allá donde acuden. Lo irónico es que aquellos humanos exiliados terminan buscando un medio de vida en los nidos de los termitianos, adoptando la forma de éstos y condenando con sus concesiones de tipo esclavista a renunciar a sus derechos al resto de humanos que sabían mantener un estado del bienestar.
Al humanoide termitiano le da igual el sabio dicho popular de “pan para hoy: hambre para mañana”: consume y devasta sin mesura, control ni respeto, en una carrera frenética contra otros termitianos que roen los recursos del mundo desde otras esquinas.
Podemos encontrar una termita disfrazada de humano en cualquier lugar y clase social. Sí, porque hasta el más paupérrimo estúpido se creerá rico y poderoso por el hecho de ir a hacerse las uñas o conducir un coche que imita los de alta gama. Si trabajan 12 horas diarias, aunque no lleguen a fin de mes, caminarán por su alfombra roja imaginaria (deseando cambiarle el color, claro. Que lo rojo no les mola nada).
Puedes tener a una termita disfrazada de hombre o mujer en tu círculo más próximo y no haberte dado cuenta porque el contexto no propiciaba su detección. Donde ésta sí se hará más fácil será en entornos como el laboral. Lo reconocerás fácilmente, por ejemplo, porque se burlará del dolor ajeno después de haber sacado provecho de él fingiendo interés en prestarle ayuda.
Repugnantes termitas. Están por todas partes.
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