Es curioso, recuerdo cuando para comprar los yogures, llevaba los envases vacíos y las botellas de leche…a la lechería, con mostrador de mármol blanco al que apenas llegaba a asomarme, que estaba cerca de mi casa en la calle Mayor, y que ir con la bolsa de cuadros a por ese simple mandado era un símbolo de responsabilidad y que ya era más grande.
Por otra parte, cuando íbamos de pastor de ovejas con Don Demetrio, y le pedíamos estiércol de su rebaño para nuestro inicio de huerto, las gallinas corrían picando por todas partes y al que se les acercaba; con el remolque ya cargado por mi padre, mi hermano y yo, subidos en el tractor de Don Santiago, llegamos a nuestra pequeña Murcia, en Brunete y por los bancales esparcíamos la fuerza para los árboles y hortalizas…
Estos recuerdos me llegaron, al ver todas las campañas de moda de los plásticos, los productos ecológicos y orgánicos, y como inició unas campañas por la comodidad, la rapidez, lo desechable, la evolución, la modernidad… con tanta alegría e inconsciencia que casi daba vértigo y casi nadie decía nada del costo…
Me pregunto cuántas costumbres, modas, ideologías que tenemos hoy y desde cuando… y cuando nos dirán, que esto afecta a nuestras vidas culpándonos y responsabilizando de los daños.
En fin, perder el suelo de la realidad y la tierra siempre será caro, que la comodidad tiene precios escondidos.
En una ocasión le preguntaron a Antonio Gala.
«¿Usted aspira a la felicidad?
Antonio Gala.-
Yo a lo que aspiro es a estar presente cuando estoy siendo feliz.
Ese es mi camino.
Texto: Pedro G. Truyol Jara
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