Apuntes desde Alcorcón: Nápoles y el mundo

Apuntes desde Alcorcón: Nápoles y el mundo

Nueva columna semanal sobre el Scudetto del equipo italiano y su significado para la ciudad. Apuntes desde Alcorcón: Nápoles y el mundo

Si dijera que soy una persona racional estaría mintiendo. Me gusta pararme a pensar las cosas y meditar las decisiones. Pero, como un perro que mira a su dueño antes de caminar, mi razón siempre lo consulta todo con la superstición.

Es difícil asumir que no todo está en nuestras manos. Que muchas cosas no dependen de ti. De hecho, la inmensa mayoría de lo que nos sucede está fuera de nuestro control. Para oponerse a eso nació la superstición, la creencia de que unos actos completamente irracionales tienen efecto en el mundo real. Nápoles completa era supersticiosa ante su tercera liga italiana, la primera sin Maradona en sus filas. Los napolitanos no podían jugar, pero sus cábalas jugaron por ellos. No puedo provocar que mi día sea bueno, pero puedo desayunar lo que desayuné aquel día que me fue bien. Puedo sentarme en el mismo asiento del metro. Puedo echar diez partidas al solitario en el móvil y ganar al menos seis para quedarme tranquilo y saber que hice lo que pude.

El Scudetto del Nápoles también es abrir la ventana y airear una habitación con el ambiente demasiado cargado. Leí en Twitter que Nápoles le estaba haciendo primeros auxilios a un mundo desapasionado y es completamente cierto. Odio ser la persona que voy a ser a continuación, pero quizá se esté perdiendo el romanticismo y la devoción por las cosas. Cada pasión es sometida a un juicio exhaustivo y minucioso para comprobar su viabilidad y su retribución antes de ser aceptada o, como suele ocurrir, rechazada. Mi devoción es mía y la vivo como quiero. Aprendí hace tiempo a no juzgar las pasiones de los demás porque es el primer paso para matarlas y eutanasiar al mundo.

El Napoli ha sido el balcón decorado de un edificio gris y rectangular. La pajarita roja en el traje negro. El huevo de dos yemas. El triunfo de lo improbable. El guiño del universo a los apasionados. A los que esperan. A los que anhelan. A los creyentes que nunca dejaron de rezar. A los ateos que veneran a su manera. A los agnósticos que rezan a escondidas y con dudas. A los que se emocionan.

Por todo esto, el triunfo del Nápoles debe ser motivo de alegría de todos (y mío especialmente). La muestra de que pueden suceder cosas maravillosas e inesperadas. La prueba de que sigue habiendo toques dulces en un mundo soso, tibio y ordinario. Y la demostración de que la razón no puede nunca soltar la mano de la superstición. Tanti auguri, Napoli. Grazie mile.

AV

Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro «Relatos de taller», está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.

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