Alberto Viña nos trae una nueva columna semanal sobre el aprendizaje en el fracaso. Apuntes desde Alcorcón: Historias extravagantes
Aunque la televisión ya no sea tanto el eje central de nuestro día, sus mensajes importantes siguen llegando a todo el mundo. Igual no ves el programa pero sí el fragmento que suben a Twitter. Esta vez ha pasado con El Intermedio y su reportaje sobre el CREAA.
Yo no tengo demasiada idea de lo que hubo o dejó de haber detrás de su construcción. Y aunque supiera algo, tampoco creo que este sea el espacio más adecuado para explicarlo. Cuando paso por delante siempre se me van los ojos hacia él. No sé si es un gigante dormido o un niño enorme riéndose de todos nosotros. Sea lo que sea, me fascina. Entiendo completamente a quienes les enfade muchísimo verlo. Pero a mí, en realidad no me disgusta que esté allí. Ni la manera en la que está. Esto es un debe por mi parte, lo sé. Comprendo a la perfección que no estéis conmigo. El raro aquí soy yo, pero soy así con estas cosas. Me encantan las historias como las del CREAA. El fracaso, la derrota y sus huellas.
De los errores claro que se aprende. Son los mejores profesores. De lo que nadie te avisa es de que muchas veces se quedan a vivir contigo. El CREAA nos enseñó a no ilusionarnos demasiado porque luego pasa lo que pasa. Creo que más o menos la lección quedó aprendida. No sé, algo así como un seis y medio en un examen. Ves la nota y piensas que está bien, podría ser mejor pero está bien. Era una asignatura difícil. Ese seis y medio equivale a prácticamente un ocho. Pero te hacen llevarte el examen a casa. A enseñarlo a tus padres, que lo cuelgan en la nevera con un imán llamativo. Cada vez que vas a por algo de comer, te fijas en el examen. En el error. Ya lleva varias semanas colgado. Oye, ¿pensáis quitar esto algún día? Ni siquiera recibes respuesta. Ya forma parte del decorado de la cocina.
Parece que Alcorcón está condenado a colgar todos sus mediocres exámenes en la nevera. A que venga la televisión a hacerles un reportaje. Y, como ya sabréis, se terminará enterando todo el mundo. Ya sea en directo o en el tuit del día siguiente. Parece que solo nos saquen para las cosas malas. Hay quien dice que vive en Alcorcón con la boca pequeña. Me voy a poner un poco chovinista pero me lo vais a permitir. Una ciudad son sus éxitos y sus fracasos. Una ciudad destaca por lo curioso. Las ciudades tienen historia, y si es corta es que la están creando todavía. Alcorcón es de esas últimas. Alcorcón se despide diciendo que mañana más y también mejor, porque es posible.
Lo tenemos todo para ser un lugar popular en España. Tenemos, de hecho, lo más difícil de conseguir: las historias y anécdotas extravagantes. El Chikilicuatre nos propuso para Eurovisión, nos paseó por Europa y nos cantó en Serbia. Un incontestable cuatro a cero al Real Madrid colocó a nuestra ADA en el mapa futbolístico nacional. Ese Alcorcón de Anquela, Sergio Mora o Rubén Sanz. Tan mítico que tuve que crearlo en el PES y jugar una Liga Máster con ellos. Y quién podría a olvidarse del proyecto Eurovegas. Estaba mal y por suerte no se terminó llevando a cabo, pero cuántos de vosotros no os imaginasteis siendo protagonistas de Casino Royale por un día. Hubo alguno que se compró hasta el atuendo y todo. Por no mencionar el episodio del ébola, entre otros.
Todo eso y lo que está todavía por llegar. Por eso yo no desprecio demasiado al CREAA. Me da hasta lástima. Un día le olvidaremos porque vendrá algo aún más estrafalario. Dibujando nuestro folclore y con el realismo mágico por bandera es que recibiremos al próximo programa de televisión.
AV
