Con 19 años recién cumplidos, el joven, que creció en nuestro municipio, es el capitán de la selección española sub19 y busca el ascenso a Primera División con el Noia gallego, al que llegó este pasado verano tras subir a Segunda con el Leganés. Adrián Rivera, un prodigio del fútbol sala en Alcorcón
Este martes, la selección española sub19 de fútbol sala venció por 3-0 a la sub18, en un encuentro de entrenamiento que enfrentó a ambos combinados en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas de Madrid. Un duelo en el que la manija del equipo vencedor, la llevó una vez más Adrián Rivera (Alcorcón, 2002), el capitán del equipo nacional y que lleva con orgullo tanto la bandera de España como la de Alcorcón por todo el planeta.
Su selección, la sub19, trabaja en revalidar el Campeonato de Europa que logró en 2019 en Letonia (y que se ha pospuesto para el 2022 por el Covid-19). Rivera, que milita en el Noia Portus Apostoli de Segunda División, cumplió 19 años el pasado 11 de enero y es la prolongación en el verde del seleccionador, Albert Canillas. No es para menos. El joven lleva desde 2016 vistiendo los colores de la selección española de fútbol sala. Entonces, fue convocado con la sub17 a una concentración en la localidad portuguesa de Vila do Conde, después de haber ganado el Campeonato de España cadete con la selección de Madrid. Entonces, tenía solo 14 años.
Cinco años con la selección
Aunque Rivera, que supura humildad y sensatez a cada zapatazo que le da al esférico, tiene incluso que hacer memoria para acordarse. “Hace poco, le tuve que preguntar a Juan Carlos Araújo, que era el presidente del Parque Lisboa cuando yo jugaba allí, el tiempo que hacía que iba con la selección. Ahora llevo el brazalete, que es una gran responsabilidad y que me recuerda los valores que nos inculcan en la selección: la necesidad de ganar siempre, incluso en cada entrenamiento”, asegura el futbolista a alcorconhoy.com.
El joven tiene una anécdota divertida que recuerda al rememorar el instante en que fue llamado a filas por primera vez. “Estaba en clase cuando me llegó un mensaje suyo (de Juan Carlos), y me dijo que me habían convocado con la española. No me lo creía. Miré el móvil, salté y grité… y claro, me echaron de clase”, confiesa, entre risas. Fue a partir de entonces, sin embargo, cuando empezó a darse cuenta de que podía vivir del fútbol sala. “A pesar de que había ganado muchas cosas con la selección de Madrid, nunca me había planteado que pudiera dedicarme a esto. Pero cuando me enfundé la camiseta y escuché el himno de España por primera vez… fue increíble. Ahí cambió algo en mi mente”, recalca.
Su convocatoria fue el premio perfecto a mucho tiempo de esfuerzo y dedicación al fútbol sala. “Sentí satisfacción y el premio a tanto trabajo. Por ejemplo, me acuerdo de que, con 14 años, iba al gimnasio para mejorar. El hecho de que me llamasen fue un momento muy feliz para mí y mi familia. Nunca me habría imaginado estar allí”, afirma Rivera, que lleva desde que tiene uso de razón con un balón de fútbol sala atado a sus botas. En concreto, desde que tenía cuatro años, cuando empezó a entrenar con el equipo de su colegio. Sus compañeros tenían más edad que él, pero eso no importaba.
Alumno aventajado
Porque Rivera siempre ha ido quemando etapas. Gracias a su talento y capacidad, desde que era pequeño le ha tocado jugar en una categoría que no le correspondía por edad. “Siempre me subían con un equipo superior a la mía y me tocaba jugar con gente más mayor”. Es más, hoy todavía es juvenil, pero es uno más en el Noia, club gallego de Segunda División y por el que fichó este pasado verano, después de haber logrado ascender a la división de plata con el Leganés. En el ‘Lega’ estuvo un año y medio con el primer equipo, a pesar de que acababa de empezar su tiempo como juvenil. Etapa, por otro lado, que inició entre el Parque Lisboa y el AD Alcorcón FS. “Se me está haciendo un poco larga, porque llevo ya muchos años”, bromea.
Porque claro: su fase de cadete la pasó casi al completo jugando en Juvenil División de Honor, la categoría más alta de España y donde brillaba cada sábado contra chicos que le sacaban tres y cuatro años. Aunque entonces, también entrenaba con jugadores muchísimo más mayores que él, pues el Parque Lisboa tenía un convenio de afiliación con Viña Albali Valdepeñas, club que hoy milita en Primera División, en el que juega el alcorconero Dani Santos, y que el pasado año fue subcampeón de Liga y Copa del Rey.
Debut en senior… siendo cadete
Así, Rivera, con solo trece años, ya compartía cancha con futbolistas hechos y derechos, de primer nivel. Con trece años. Como lo leen. “Sabía que, o iba con todas mis fuerzas a cada balón… o me iba al suelo. Recuerdo entrenar con gente como Caio Alves o Santos y aluciné con la intensidad que le metían en cada acción. Entonces vi que, o iba con todo, o iba a ser un caramelito para ellos”, manifiesta Rivera. El hecho de haber empezado a trabajar con equipos senior desde que era apenas un adolescente también le facilitó y mucho su adaptación a la categoría. Así, se hizo un nombre estos dos últimos años en Leganés, ascendió a Segunda y se fue a Noia, a La Coruña, lejos de su familia y sus amigos.
Ahora, allí está viviendo una temporada de ensueño. Lideran en solitario el grupo de ascenso a Primera División y el pasado fin de semana vencieron al Barça B. Y cuenta con la confianza de su entrenador, Marlon Velasco, que le llamó personalmente para que se fuese allí. “Nunca había salido de Madrid y me daba un poco de respeto. Marcharme fue una decisión muy meditada e inesperada, aunque todo se dio como se tenía que dar”.
Álex Naranjo, compañero suyo tanto en Noia como en la selección, tuvo la llave. “Él me hablaba muy bien de Noia. Me decía que eran muy serios, que se portaban genial con los jóvenes y que la vida aquí era genial. Entonces, era un club que me gustaba… y justo se interesaron por mí. Fue duro alejarme de mi familia, mi pareja y mis amigos, pero estoy muy contento. Estoy viviendo una experiencia muy bonita y en un club que lo pone todo muy fácil. Me está yendo mejor de lo que creía”, recalca el joven futbolista, que lleva el ’22’ a la espalda en Noia.
Estreno en Segunda y reencuentro con el ‘Lega’
Su debut en Segunda División, por tanto, no está yendo nada mal. “Hay mucha diferencia, sobre todo en ritmo de competición y exigencia, con respecto a otras divisiones en las que haya jugado. Segunda B es una categoría muy dura y creo que está infravalorada, pero la Segunda División es otra cosa”. En Noia, además, se vive mucho el fútbol sala y la gente le arropa mucho. “¡Incluso nos reconocen por la calle! Se agradece muchísimo el cariño que te dan”, cuenta.
En la primera fase, Rivera vivió dos encuentros de lo más especiales, pues el Noia quedó encuadrado en el mismo grupo que el Leganés. “Fue muy bonito volver a verles, porque les tengo mucho cariño. En la ida, ganamos allí ‘in extremis’ con un partidazo. Y aquí vencimos 6-4 y encima marqué un golito. En Leganés hicimos una piña muy grande, éramos un equipazo”, recuerda.
Allí, curiosamente, juega Pablo Palomares, que fue su entrenador e ídolo cuando era pequeño. “Siempre me había fijado mucho en él y le había seguido, y encima me llevó cuando era pequeño… por lo que fue fantástico compartir vestuario con él”, asevera Rivera, que tiene otro referente en el ‘Búfalo’ Sergio Lozano, del Fútbol Club Barcelona. “Me siento muy identificado con él por su forma de jugar y ambición. Está teniendo muy mala suerte con las lesiones, pero siempre cae y vuelve a levantarse más fuerte, lo que me motiva en mi día a día”, remarca el joven.
Punto de inflexión
Y es que hablando de motivación y de ponerse en pie tras cada caída, hubo algo que marcó la carrera de Rivera y que incluso estuvo a punto de hacer que dejase el fútbol sala. “Cuando era alevín, estuve yendo durante toda la temporada con la selección madrileña. Pero, a tres días del Campeonato de España, me desconvocaron. Entonces, perdí bastante la ilusión, dudé mucho de mí y me planteé no volver a jugar. Fue muy duro tanto para mí como para mis padres. Pero seguí trabajando y me tomé eso que me pasó como algo que me ayudase a mejorar. Aprendí que no era nadie, a pesar de que venía de meter 30 goles en una categoría superior a la mía. Y a partir de entonces, solo me llegaron cosas buenas”, asegura.
A pesar de su juventud, Rivera tiene la cabeza bastante bien amueblada. Este año se lo ha tomado de adaptación, pero el año que viene quiere empezar a estudiar el Grado de Administración. “Es muy difícil llegar a vivir del fútbol sala. Es un deporte muy humilde y muy modesto, que no mueve las cantidades del fútbol-11. Pero por eso mismo lo considero un deporte muy sano, porque te forma mucho como persona y te abre los ojos. Te hace ver que o estudias y sigues formándote mientras juegas a nivel profesional, o no vas a llegar a ninguna parte».
El joven lo tiene claro, al igual que su progenitora. «Como me dice mi madre: el fútbol sala da para caprichos. Pero si quieres vivir bien, tienes que currar y formarte”, señala el futbolista, que está muy orgulloso de llevar el nombre de Alcorcón allá por donde va. “Nací, me crié y crecí en Alcorcón. Y en la ciudad tenemos deportistas de primer orden a todos los niveles. Es un orgullo ser de Alcorcón y poder representar a la ciudad en todas partes”, añade. Palabra de un vecino alfarero que es el presente y el futuro del fútbol sala a nivel nacional… e internacional.
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