La noche del sábado fue inolvidable. Y, al fin, llegó el gol de Javi Castro para el Alcorcón
Este sábado 24 amaneció distinto en Alcorcón. Desde primera hora del día, se barruntaba un ambiente especial, diferente, de ilusión, pero también de nerviosismo. El ‘Alcor’ tenía la oportunidad de volver a Segunda División, al fútbol profesional. Aunque, para ello, tenía que dejar en la cuneta a todo un histórico como el Club Deportivo Castellón, en una batalla que se preveía de lo más encarnizada en Santo Domingo.
Un intensísimo calor hacía mella en la ciudad. Un símil perfecto de lo que se viviría en Santo Domingo: un infierno, un hervidero de gargantas amarillas. Las altas temperaturas, además, hacían que el tiempo pasase todavía más despacio. Las ocho de la tarde, la hora del inicio de la batalla, parecía que no iba a llegar nunca. Pero llegó, vaya si lo hizo. La guerra estaba servida.
Y lo cierto es que la contienda no pudo empezar peor para el Alcorcón. Porque, a los doce minutos (mí número favorito, tócate las narices), Jesús de Miguel (buen amigo personal de quien escribe estas líneas, tócate las narices otra vez), sacó la caña como hizo Pinocho en el Río Guadalquivir, para desviar a la red un disparo cruzado y adelantar al Castellón. Santo Domingo se desgañitaba pidiendo un fuera de juego que parecía bastante claro en directo. Es más, los jugadores ‘orellut’ ni siquiera celebraron el gol en primera instancia, pues pensaban que no iba a valer. Pero sí que lo hizo, porque Antonio Moyano, que se había caído al suelo en la acción inmediatamente anterior, habilitaba al espigado ‘killer’ del Castellón. Bien ahí el juez de línea, todo sea dicho. 0-1. Se adelantaba el Castellón.
Del ‘milagro’ de Jesús Ruiz… al bombazo de Addai
Y, como las desgracias nunca vienen solas, lo cierto es que los albinegros tuvieron el segundo solo unos minutos después. Kialy Koné, una bala, arrancó en su propio campo, regateó a todo el que por allí pasaba y se perfiló para chutar ante Jesús Ruiz. Pero Jesús, que ha completado una temporada espectacular, no iba a permitir que el que bien podría haber sido el mejor gol de la temporada en Primera RFEF se lo metieran a él, para fastidiar el ascenso del Alcorcón. Fue por ello que el cancerbero de Esplugues de Llobregat, todo un currante del fútbol, se hizo gigante ante Koné, para hacer la parada de su vida cuando el equipo más lo necesitaba. Todo seguía igual.
Poco a poco, el ‘Alcor’ se fue levantando. Los de Fran Fernández empezaban a tener ocasiones claras: la más clamorosa, justo antes del descanso, cuando Alfonso Pastor, el meta del Castellón, emuló a Jesús Ruiz para negarle a Víctor García el empate. Una intervención de las psicológicas, que bien podría haber hecho mella en los ánimos alfareros por aquello de que el entretiempo estaba al caer. Pero nada más lejos de la realidad. Los amarillos salieron con hambre a la segunda parte, espoleados por una figura que entró al descanso con ganas de liarla y de convertirse en superhéroe: Emmanuel Addai.
Lo que es el fútbol. Justo mes y medio antes, en aquel funesto partido ante el Mérida en el que el Alcorcón perdió el liderato del Grupo 1 de Primera RFEF y, por ende, también el ascenso directo, Addai había sido expulsado tras caer en la trampa de un ex del ‘Alcor’ como Felipe Alfonso. El zaguero le estaba agarrando, el ghanés soltó el brazo, el árbitro lo vio… y le mostró la tarjeta roja, con todo el segundo tiempo todavía por delante. Desde aquel día, el habilidoso extremo apenas había vuelto a tener oportunidades. Y eso que, sobre el campo, había dado muestras de sus excelentes condiciones y había pasado, en cuestión de semanas, de ser un auténtico desconocido a convertirse en pieza clave para Fran Fernández.
Porque, no hay que olvidar, Addai, que había fichado en verano desde la cuarta división francesa, no pudo debutar con el Alcorcón hasta el mercado de invierno. Es más, todo hacía indicar que iba a salir cedido, o incluso a terminar en el filial. Lo que hubiera cambiado el cuento. El sábado, el equipo se encomendó a sus condiciones y a su inmenso talento. Tenía toda la segunda parte por delante para darle un nuevo aire al ‘Alcor’ y reventar el partido. Y asumió el reto. Primero, avisó con un par de incursiones por banda izquierda, antes de que, a los diez minutos de juego, se sacase de la manga un latigazo inapelable para igualar la contienda y hacer enloquecer Santo Domingo. 1-1.
El premio de Javi Castro
Aunque todavía quedaba lo mejor, lo más rocambolesco. Toda la temporada llevaba Javi Castro, otro de los pilares de Fran Fernández, buscando su gol. Han sido incontables las veces que el bravo central ha entrado con todo a rematar cada córner, cada falta lateral, cada envío medido de Javi Lara. Aunque siempre, sin fortuna. Hace un par de semanas, sin ir más lejos, volvió a tenerla muy clara ante la Real Sociedad B, mas el meta rival se hizo gigante. Castro lo buscaba, lo rondaba. Y tanto fue el cántaro a la fuente… que ya se sabe.
El mismo sábado, a primera hora, este plumilla le había comentado a un amigo lo poético que sería que fuera precisamente Castro quien marcase el gol que le diera el Alcorcón el ascenso. Hace algunos años, el célebre narrador Sixto Miguel Serrano, en la retransmisión del partido entre Leicester y Southampton en aquella Premier League que ganaron los ‘foxes’, sentenció en directo que el Leicester no podía alzar el título si no marcaba un gol Wes Morgan, su capitán. Y, curiosamente aquel día, y como si el propio Morgan le estuviera escuchando, llegó el gol del musculoso zaguero, que, por cierto, guarda un curioso parecido físico con el icónico Jean-Sylvain Babin, el compañero de batalla de Castro. No podía terminar esa Premier sin el tanto de Morgan, y como un servidor le dijo después al ‘2’, no podía rubricarse el ascenso del ‘Alcor’ sin el zarpazo de Castro.
Pues dicho y hecho. 2-1. El Alcorcón estaba en Segunda. Aunque quedaba todavía media hora, en la que el Castellón apretó y metió el miedo en el cuerpo a los amarillos. En un encuentro, por cierto, que guardaba muchas similitudes con aquel histórico duelo de hace trece años ante el Ontinyent. Otro equipo, por cierto, de la Comunidad Valenciana. Aquel día, y como este sábado ante los ‘orellut’, el Ontinyent se fue ganando al descanso, obligando al ‘Alcor’ a la machada en el segundo tiempo. Entonces, e igual que ante el Castellón, la diana del ascenso también fue obra del central titular, Iñigo López, que, como Castro, estaba más acostumbrado a evitar goles que a marcarlos. Y el equipo rival la tuvo en la última jugada del encuentro, también con una falta lateral. Pero ambas intentonas, curiosamente, se marcharon fuera exactamente por el mismo sitio de la misma portería. Con 13 años y cuatro días de diferencia. Ver para creer.
Locura en Santo Domingo
Después, llegó el delirio. Final del partido. Invasión de campo, otra vez, como ante el Ontinyent. De nada sirve que Fidel, por megafonía, haga un llamamiento a la calma. Los jugadores extasiados. Locura total. Un servidor mira a su derecha y, con lágrimas en los ojos, se abraza con su inseparable Víctor Guillén. Ambos somos tan incapaces de articular una sola palabra como de contener las lágrimas. Pero nos leemos el pensamiento, recordamos de dónde venimos y lo largo y duro que ha sido esto. Un par de asientos más lejos está David Sánchez, otro gran compañero de andanzas, que nos sonríe, extasiado. Y, a unos metros, otro de los buenos: Javi Rubiano, que viene como loco a abrazarnos. También está Alfon. Y Fidel. Y Ángel. Y Nacho. Y Viri. Y los compis de las radios. Y, abajo, Tonino, que, como cada fin de semana, nos ha vuelto a traer el bocadillo de rigor a Víctor y a mí, fiel a su cita cual feligrés en domingo.
Entonces, toca bajar al campo. Abrazos con los compañeros, con la gente del club y el Ayuntamiento. La grada es una locura. Me abrazo con Jesús Ruiz. Me escribe Diego Rivero, otro imprescindible. Los futbolistas se cuelgan de la portería y cantan sin parar con el fondo sur. El larguero se tambalea. Pero nada puede salir mal esa noche en Alcorcón. Entretanto, me toca lo más difícil: ir a ver a Jesús de Miguel. Entonces, todo el frenesí se va al garete. Le doy un fuerte abrazo. Apenas puede hablar. Se me cae el alma al suelo. Es lo malo del deporte: que la otra cara de la moneda siempre es de una tristeza tremenda. Siempre, siempre. Me apena especialmente en el caso de Jesús, un gladiador del fútbol y que tuvo muy, muy cerquita aquello con lo que lleva soñando tanto tiempo. Aunque el deporte le tiene algo maravilloso reservado. Estoy seguro, porque se lo merece más que nadie.
Hace trece años, viví desde la grada el inolvidable ascenso ante el Ontinyent. Aunque el de este sábado, no tiene calificativos ni comparación. Después de más de diez años (se dice pronto) siguiendo a diario la actualidad del ‘Alcor’, de verle quedarse a un paso de luchar por subir a Primera, mantenerse doce temporadas en Segunda, salvarse de forma más que agónica otras dos campañas y, en última instancia, descender a los infiernos, el hecho de poder ver, vivir y contar en primera persona lo del sábado pasado en Santo Domingo es inigualable. Y todo lo que vino después. La locura incontenible, la rueda de prensa de Fran Fernández pasada por cerveza y los recuerdos de una noche que fue larga, muy larga. Pero no importaba. Ni eso, ni la resaca. Porque el ‘Alcor’ había vuelto a su lugar, al fútbol profesional. Que nadie nos despierte.
Fotografías: Sergio Reyes (AD Alcorcón) | Joaquín Parejo Blanco (alcorconhoy.com)
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