El Taller de las Ideas de Alcorcón: Lo que no sabes sobre las IAS.

El Taller de las Ideas de Alcorcón: Lo que no sabes sobre las IAS.

Nueva columna sobre el potencial de las inteligencias artificiales. El Taller de las Ideas de Alcorcón: Lo que no sabes sobre las IAS.

Razonan y son pacientes. No tienen emociones. ¿Podrían hacer política?

Pues esa es la pregunta que os hago a todos vosotros. Imaginad que los conflictos no se resolvieran bajo la influencia del orgullo, de la soberbia ni del rencor, sino mediante la lógica pura, la estadística y el pragmatismo. Imaginad que antes de que dos países se enzarzasen en una guerra, una IA comprobase el final más plausible y que cuantificase las consecuencias teniendo en cuenta variables geopolíticas, culturales y económicas. ¿Podría «cancelarse»? Miles, millones de vidas salvadas antes de que fuese lanzado el primer proyectil. Miles, millones de familias que no se romperían. Miles, millones de dólares, euros… que podrían ser destinados a cosas más importantes y constructivas. Pero claro, ambos bandos deberían acatar el resultado de una IA imparcial que programaría… ¿quién?

Lo mismo con decisiones políticas menores pero no por ello menos importantes, porque buscarían la prosperidad de un país a largo plazo. ¿A largo plazo?

Claro, es lo inteligente, lo contrario a lo que se hace en la actualidad, «pan para hoy y hambre para mañana». Asegurar la supervivencia y la evolución de la especie requiere de sacrificios. ¿Pero qué sacrificios serían estos? He aquí el dilema. Una IA no tiene corazón, «de momento», por lo que prescindiría de muchas personas y servicios que impiden la selección natural del ser humano. Para empezar, prescindiría de los más débiles, porque no pueden aportar nada al conjunto de la sociedad. Son una carga que impide el desarrollo.

Eso significa que todo aquel que no produzca más de lo que cuesta, sería abandonado a su suerte.

¿Cuántos sobreviviríamos a este triaje?

Pues teniendo en cuenta que hace mucho tiempo que nos enfrentamos a la naturaleza para impedir que los más débiles caigan y, que incluso algunos consiguen posicionarse en puestos de poder que les permiten influir en la vida de otros, no alcanzo a imaginar qué criterios específicos seguiría la IA para seleccionar quién vive, quién muere o por ejemplo, quién se dedicará a qué dado su potencial natural para desarrollar algún oficio en particular.

¿Dónde quedarían la vocación, la ilusión y en definitiva el caos que enriquece este mundo?

Sí, el caos. El arte se basa en sentimientos y un software no puede sentir, tan solo simular emociones, como un psicópata. El arte consiste en plasmar un caos de ideas y sensaciones en algún tipo de medio que servirá para compartirlo.

Muchas veces, el propio autor no es consciente del todo de lo que crea, pues se deja llevar por la inspiración y por su corazón. Siempre digo que un país necesita artistas para conservar su humanidad, pero no puede ser gobernado por nosotros, pues es necesario otro tipo de perfil psicológico para asegurar raciocinio y estabilidad en la toma de decisiones. Como una IA.

¡Vaya, volvemos a las IA! Entonces, ¿deberían gobernar las IA?

He aquí el motivo de mi columna, mi opinión: no.

Creo que debemos aprender a usar las IA para resolver conflictos, pero solo como un apoyo externo a nuestras decisiones, como un lector cero de libros que tiene una perspectiva propia y objetiva de lo que lee. Pero el lector cero es humano y por ende tiene sentimientos, las IA, como he dicho, solo los simulan. Pues esa simulación será indispensable, porque veo un futuro, aún lejano, en el que un «gran ordenador», un Skynet… Madre mía, ya decía yo que esto me sonaba, si es que la ciencia siempre va detrás de los artistas. Como en este caso, todo lo tratado podría estar inspirado en la película Terminator.

Pero hay otros ejemplos, como Julio Verne, Isaac Asimov, Adolf Huxley… Qué maravilla, no deberíamos gobernar, pero cuán necesarios somos, el alma de la tierra, el latir del universo. Sin saber muy bien cómo, captamos ideas, sensaciones y conceptos que se les escapan a los demás, y empujados por nuestra naturaleza caótica, lo mezclamos todo para crear algo nuevo.

Bienvenidos al siglo XXI. Si el XX fue un huracán de sucesos de categoría I, este será de categoría V.

Jose Luis Blanco Corral es autor de Vidas Anodinas y de Cuando no quedan lágrimas.

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