Desde mi Colmena en Alcorcón: Gas Lightning

Nueva columna semanal que nos previene contra una especie peor que los mosquitos, que espero podáis repeler en adelante. Desde mi Colmena en Alcorcón: Gas Lightning

El gaslightning, cuya traducción literal podría ser luz de gas, podría describirse como una cortina de humo desorientadora y crispante y, efectivamente, esa es la sensación que uno percibe cuando está en el vórtice de este devastador tornado que comienza rodeándonos con brisas suaves y termina envolviéndonos en un juego de ventoleras cada vez peores.

Me remito a una de las características descritas en una columna anterior (Narcisista a la vista), avalada por la aprobación hasta el aplauso de varios profesionales de la Psicología. Para quien no la leyó, recomiendo su lectura, aunque sea como medida de prevención; el daño ocasionado por un narcisista clínico puede dejar graves secuelas en nuestro bienestar psíquico.

El gaslightning, ese macabro laberinto compuesto de paredes deslizantes, tinieblas súbitas, trampillas que se abren a tu paso… puede darse en cualquier ámbito: familiar, amistoso y profesional.

Si lo has padecido en el familiar es muy posible que tengas normalizado ese daño y, por tanto, no seas capaz de identificarlo en los demás tendiendo, para colmo, a tramar amistad con cualquier monstruo dispuesto a alimentarse de tus dudas, tu autoestima y tu inseguridad. El mayor problema es ese: que no lo detectes para hacerte con la situación de inmediato.

El libro en el que me basé para elaborar la columna mencionada se centra en el ámbito familiar, pues así lo padeció la autora. De hecho, el libro se llama “Madres narcisistas”; terrible, pero ahí están y son un caso muy frecuente detrás de un maltrato infantil lento y silencioso que, como he dicho, predisponen a las víctimas a seguir generando lazos que repiten el modelo recibido en casa.

Puedes hacer amistades muy destructivas e incluso llegar a unirte a una pareja que ejerce el maltrato narcisista sobre ti, sin que puedas entender por qué sufres con esa persona que, aparentemente, es tan encantadora.

Respecto al ámbito profesional, recomiendo esta lectura desde las dos partes afectadas: empresario y trabajador. Tal vez quien lee esto sea un empresario que vive inexplicablemente en una espiral de contrataciones para un puesto en el que nadie aguanta más de medio año. Después de leer esto, y si gira el prisma analítico hacia el lado correcto, tal vez encuentre las pistas de tan misteriosa inestabilidad. Si quien lee esto es un trabajador que se siente amordazado, cegado e impotente tratando de adaptarse a un puesto de trabajo para el cual depende de la formación que le facilite un compañero… esto le va a ayudar.

El practicante del gaslightning es un afable colega/amigo/familiar bajo cuya cordial apariencia uno no imagina que se oculta una vocación de verdugo derivada de a saber qué miedos, inseguridad o egolatría (esto ya es para profesionales de la Psicología).

La razón que se oculte detrás de su comportamiento, en cualquier caso, no debe importarnos ni un comino. Ni soñemos con entenderles y hacer el samaritano pretendiendo volverles buenos, pues la compasión con estos energúmenos puede pasarnos una factura muy alta que acaba pagando nuestra salud. Es más: según los profesionales, los narcisistas son casos de muy difícil remedio para ellos, conque imagínate para nosotros, humildes mortales. Así que sal de ese bello jardín lleno de avispas y aléjate de ellos como del demonio.

Entre las nefastas prácticas que este inquietante género humano de alter ego vampírico alimentado a base de exprimir los ánimos de los pobres incautos que no conocen sus hábitos, está la que da título a esta columna: el gaslightning.

Si con la descripción que sigue a continuación no has quedado prevenido contra ellos, amigo lector, ya sólo puedo recomendarte “El arte de la guerra” de Sun Tzu.

Vamos allá:

Mediante el gaslightning, el narcisista-verdugo siembra una duda cada vez más continua en la víctima, que llegará a cuestionar su propia memoria, percepción y cordura de forma permanente si no ataja la situación. Le acusa de problemas que ellos mismos tienen (lo cual suele llevar aparejados sus errores) y recurren a la difamación para sacudírselos de encima y, de paso, mermar la credibilidad ajena sobre su víctima, hasta destruir su reputación.

Propagan el miedo, debilitan la confianza que su víctima pueda tener en sí misma y siembran semillas de duda que erosionan su autoestima. Le hacen creer que su perspectiva es la única forma posible de ver cada situación. Dicha perspectiva contendrá hechos a medias, ideas exageradas, rumores y acusaciones no verificadas (¡mucho ojito con ese: “y todos piensan lo mismo sobre tí”!).

Logran crear una dependencia de ellos como autoridad en cuanto a única fuente fiable y de paso crean aislamiento: si su víctima trata de involucrar personas externas (pide ayuda), el narcisista las rechazará y desacreditará para mermar la confianza en ellas (con lo cual recupera su papel como  única autoridad a la que recurrir).

Tanto si esto te suena como si no, procura guardar este artículo, profundiza en el tema si crees que has vivido o estás viviendo algo similar y, si conoces a alguien que pueda estar pasando por ello, anímale a hacer lo mismo.

Referencia valiosa: “Madres narcisistas” de Caroline Foster. Aplicable, como he dicho, a cualquier otro caso.

Desde mi colmena…, curativa miel para prevenir.

Feliz domingo.


Patricia Vallecillo es escritora y vecina de Alcorcón
. Sus últimos libros, El maestro griego y Vidya Castrexa, pertenecientes a la trilogía Las abejas de Malia, así como el cuento infantil Letras para una brujapueden adquirirse en cualquiera de las librerías que se detallan en el siguiente link de acceso a su web: “Las abejas de Malia”, así como en Amazon.

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