Desde mi Colmena en Alcorcón: EBAU y futuro

Desde mi Colmena en Alcorcón: EBAU y futuro

Nueva columna semanal sobre los estudiantes que han realizado los exámenes. Desde mi Colmena en Alcorcón: EBAU y futuro

A lo largo de la semana, hemos visto en la televisión a unos pocos de los miles de jóvenes que se han presentado a la EBAU (lo que creo que en mi mundo boomer equivalía a la Selectividad). Nuestros cachorros más grandes acudían a su más trascendente reto académico, y por primera vez se las veían fuera de su único medio conocido en estas lides ―su aula―, contra el Goliat de todos los exámenes.

Es esperanzador verlos allí, pues estos jóvenes son la muestra fehaciente de que ciertos demonios tecnológicos no nos han arrebatado el ingenio atesorado en las cabecitas de todos aquellos niños que vimos incorporarse y crecer en este mundo. Un mundo que para ellos acaba de tornar en una maraña de caminos empedrados de incertidumbre, decisiones realmente importantes y pánico al error.

Errar y acertar: ahí está la sal y la pimienta de nuestra condición humana. Lo importante es no perderse la lección en cada caso; porque esa sí que va a entrar en todos los exámenes.

Me conmueve tanto la ilusión con que describen su hazaña, sin ocultar sus temores, que hoy solo tengo palabras para ellos (pásame con el niño/la niña, por favor):

Vuestro afán me contagia mucha ilusión. Observo ese arresto de capitán audaz en cada uno de vosotros, dispuesto a vencer mil miedos y arriando velas hacia un futuro de tempestades que os derriben o no solo os harán más sabios si sabéis utilizarlas para fortaleceros.

Os escucho hablar y me enorgullezco de vosotros. Todos lo hacemos. No estamos solo para regañaros por los botellones. Sois muy grandes (pero, claro, no os lo diríamos así como así…).

Sin embargo, debo confesar mi desacuerdo con una frase que se repite en muchas bocas:

Me juego mi futuro.

Como si se acabara el mundo o vuestra vida si suspendéis ese examen. No puedo consentir que esa idea nuble vuestra ilusión ni estreche vuestra perspectiva ante todas las opciones y nuevas oportunidades que os esperan en este laberinto que es la vida, del que ahora solo podéis ver incontables pasillos frente a vosotros.

Dicho laberinto se os terminará mostrando por completo, en su plano cenital, a medida que las experiencias os doten gradualmente de una altura que os permita atisbar, desde arriba, todas las paredes que configuraron los retos donde cada cual corrió el riesgo de perder la fe en sí mismo/a.

Me juego mi futuro.

No, no os jugáis el futuro. El futuro no es lineal, no es exacto, no es una fórmula matemática infalible que siempre desemboque en idéntico resultado allá donde se aplique dicha fórmula.

No es una oración donde siempre vayan a conjugar a la perfección sujeto, verbo y resto de complementos. No es un idioma exento de variación en sus declinaciones y otras alteraciones. El futuro no depende de este examen, sino de vuestro tesón para abriros camino en todo momento y lugar, independientemente de este examen.  

El futuro depende de muchas variables que os sorprenderán cuando luchéis por  metas, por lo que améis, por abriros un hueco… Será ganar y será perder; será creer que un puesto de trabajo durará para siempre, descubrir que no es así o daros cuenta de que no es lo que deseabais hacer; será preguntaros continuamente si aún estáis a tiempo de deshacer y rehacer ese futuro; será un largo etcétera. Es infinitamente voluble. Sed iguales que él y entonces sí que estaréis preparados.

Respecto a posibles fracasos (inevitables): no os dejéis abatir cuando el dado cae tres veces seguidas en un seis y os toca empezar de cero. No hay nada que hacer contra la mala suerte, no perdáis tiempo en lamentaciones. Eso sí: si se trata de una injusticia, no la dejéis pasar.

Reflexionad sobre lo aprendido en el batacazo, sí, pero lo justo para pasar a la acción antes de que la indecisión os inmovilice. 

¿Sabéis de qué más va el futuro?

De mantener la mente siempre abierta y fuerte para seguir corazonadas, iniciar movimientos nuevos, no perder oportunidades ¡no las dejéis pasar!…, porque un cambio conduce a otro y al final el futuro hace su magia y os encontráis donde menos esperabais estar, sintiendo que jamás se os había ocurrido un lugar mejor.

Decía John Lennon que la vida es eso que pasa mientras nos empeñamos en hacer otros planes.

A vuestra edad esta frase me producía un vértigo. Ahora me río, asintiendo: aquí estamos, al final, tras un montón de derrapes y sustos, unos disfrutando de lo que siempre amamos, otros aprendiendo a apreciar el lugar donde hemos terminado por puro disfrute de vivir (que no es poco)… etc.

Todos bajo la óptica de la mayor lección de todas: nacimos para realizarnos, pero debemos realizarnos para ser felices. Si en tu “realización” algo no va bien, frena, retrocede y vuelve a empezar, sin miedo. Una felicidad echada a perder es un precio muy alto por ceder a ciertas presiones, obsesionarse con el estatus que otros proyecten sobre ti, complacer, no decepcionar, etc… Sólo tenemos una vida, y pasa volando.

Hay múltiples factores variables que convierten el futuro en una incógnita. Pero sólo hay un factor fijo: vosotros, con la ética que os haga flexibles y resistentes a la vez. Con la fuerza interior de una semilla que crece adaptada a todas las inclemencias.

Un último apunte a modo de consejo personal:

Así habló Zarathustra, de Nietzsche

Ya sé que Nietzsche está muy demonizado por el sentir popular. Obviamente no es lo bastante conocido. Aviso: lectura a pequeños sorbos, una página por día, lenta y pausada (yo lo dejé subrayado, hecho un asco). No es una novela.

Dicho libro fue el mejor consejo que he recibido. La vida pasó de ser un valle de lágrimas a un campo de batalla donde el guerrero que sabe imponerse sobre su destino encuentra placer en la lucha por sus sueños y, sea cual sea el resultado, siempre siente que gana: el sueño o la lección.

Ese es el que en su último día, cuando el futuro ya sea pasado, dirá: volvería a vivir esta vida sin cambiar nada. 

No se trata de no errar, sino de saber aprovechar el error.

¡A por todas! Las malas y las buenas. Vis et honor grabado en vuestros cuadernos.

(Por cierto… ¿Sabíais que escribí un libro pensado especialmente para vosotros? Tenéis todo un verano por delante para dejar que haga mi magia mientras disfrutáis horrores y os pongo “el reloj en hora” para haceros invencibles. Por aquí abajo encontraréis el enlace ¿Os atrevéis? ¡Venga valientes! )

Felices ―y bien merecidas― vacaciones, mis jóvenes guerreras/os.

Patricia Vallecillo es escritora y vecina de Alcorcón. Su último libro, ‘Las abejas de Malia: el maestro griego‘ se puede adquirir pulsando aquí. Además, también se puede encontrar en tiendas como la Carlin de la calle Timanfaya, 40, que tiene un grandísimo servicio y amable, como el resto del municipio.

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