Nueva columna semanal sobre los sentimientos y pensamientos lógicos. Apuntes desde Alcorcón: Lobo pensante, lobo pasional
Dentro de todos y cada uno de nosotros hay dos lobos. Uno frío, calculador y analítico y otro pasional, impulsivo y precipitado. Cada cual se fía más de uno u otro lobo, y decide cuál de los dos será el líder de su propia manada.
Durante mi vida he alternado periodos en los que tomaba las decisiones tras sentarme a hablar con el lobo pensante con periodos en los que el lobo ardiente me agarraba de la pechera, me miraba a los ojos y me decía lo que tenía que hacer. Con el paso de los años, curiosamente, me he sentado cada vez menos a charlar y me he dejado someter y he acatado órdenes cada vez más. Puedo decir que el lobo pasional rige muchos aspectos de mi vida ahora mismo. Entiéndase por lobo pasional a la parte irracional, a los elementos inexplicables, de mi cabeza.
Seguro que lo entendéis. Todos sentimos y experimentamos lo racional en innumerables ocasiones en la vida. Esto se extiende a muchos y muy diferentes puntos de nuestra vida: desde usar el boli con el que estudiaste en el examen hasta llevar nuestra particular pulsera de la suerte o collar bendecido. Todos tenemos amuletos. Todos nos sabemos atajos que nos llevan más rápido a la senda de la calma y la tranquilidad que el camino de lo racional, el pensamiento y la cabeza. Llevo unos días esperando buenas y muy importantes noticias y mi lobo pasional, mi parte irracional, se ha apoderado de mí por completo.
Siempre me parecerá curioso. Incluso el más analítico y cuerdo del mundo ha rezado alguna vez. Ha levantado la cabeza hacia el cielo como buscando complicidad y una palmada en la espalda. Es como dejar vigilando el fuego a un peluche. Un autoengaño que camuflamos y vestimos de certeza absoluta. Yo no llego a tanto. Yo cumplo con mis paranoias solo para poder decir que he hecho mi parte, que todo lo que estuvo en mi mano lo he utilizado. Si salió bien, fenomenal. Si no salió bien, por lo menos tengo la conciencia un poco tranquila. Nunca del todo, pero más que nada, desde luego. Siento que no he conseguido hacerme entender con este párrafo pero también (me) prometí escribir esta columna hoy mismo, miércoles. Así que aquí está.
Mi lobo pensante no lo sabe pero se encarga cada vez de menos y más triviales decisiones. El lobo pasional ha conseguido ocupar su lugar sin que el usurpado se entere. Y es cierto que el camino y sus paradas no son los más deseados, pero decir a mi llegada «no sabes lo que nos ha pasado de camino a aquí» no tiene precio.
AV
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro «Relatos de taller», está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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