Apuntes desde Alcorcón: Cuadro torcido

Apuntes desde Alcorcón: Cuadro torcido

Alberto Viña nos trae una nueva columna semanal sobre la recapitulación de la vida durante un año. Apuntes desde Alcorcón: Cuadro torcido

Lo pienso y cuantísimas cosas me han pasado este año. No sé si lo sabéis, pero yo cuento los años como cursos. «Este año» para mí es el curso 2021/22, como las temporadas de fútbol. Pero bueno, la de cosas que me han pasado.

Echo un vistazo rápido a mi día a día y es completamente distinto al junio del año pasado. No voy a ponerme a enumerarlas y a describirlas porque la columna no va de esto. No va de cuáles han sido los cambios, sino de que han llegado cambios como los tintos de verano a las pizarras de los bares. En todos han sucedido cambios, en realidad. La magnitud varía según la persona, pero seguro que hay algo diferente hoy respecto al 11 de junio de 2021. Cambios sustanciales o experiencias inolvidables, ya sean por buenas o por malas. Algo está distinto. Quizá sea que el cuadro de tu salón está un poco torcido. O que ha desaparecido y no sabes por qué.

Da vértigo pensar lo distintos que somos de un tiempo hacia acá. Cuánto varían los cuadros de un año para otro. Quizá los cambios sean inapreciables a simple vista. Quizá haya que rebuscar para llegar a encontrarlos. Aunque quizá haya veces en los que alguien nos llame la atención porque estamos haciendo mucho ruido con nuestros cambios. Que en la habitación de al lado hay alguien que está intentando dormir y no le dejamos. Esos también cambiarán. Y aunque el cambio les pille acostados terminarán dándose cuenta. Y contándolo a diestro y siniestro. Y recibiendo regañinas de gente que quiere seguir durmiendo. Y vuelta a empezar

Pienso mucho también en cómo reaccionaría mi yo de antes frente a las cosas que me ocurren. Si sería más benévolo y permisivo o actuaría con intransigencia y firmeza. Si se reiría más alto de lo gracioso o si lloraría más fuerte de lo desgraciado. Si le habrían gustado o no los libros que he leído y las películas que he visto. Si se habría comprado la misma ropa o se habría decantado por el mismo nuevo peinado. Son preguntas que se quedarán en el limbo, en el purgatorio, esperando a alguien que jamás vendrá a buscarlas.

Cuando se publique esta columna estaré en mi primer festival de música de mi vida. Van alrededor de cuarenta cantantes y grupos. Yo conocía a diez cuando compré la entrada. Hoy jueves, cuando escribo esto, conozco igual a dos o tres más. No sé qué dice esto de mí. No sé si mi yo de hace un año se habría hecho una escucha intensiva de todos los cantantes o si habría pasado olímpicamente como ha hecho mi yo actual. Lo que sí que sé es que hace un año no habría ido a este festival. Tampoco conozco el motivo concreto, pero sé que habría rechazado la propuesta de mis amigos con un largo «nooo” de esos que cambian la vocal por una “a”. Mi yo de hace un año se habría quejado del ruido desde la cama.

A lo mejor estoy magnificando algo que no es para tanto. Pero es que el mes de junio siempre ha sido excusa para pararme y echar la vista a atrás. Es mi fin de año, entendedme. Haced una fotografía de vuestra vida hoy y comparadla con vuestra fotografía del año que viene. Algo habrá cambiado seguro.

AV

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