Eva Rodríguez y David Teba recuerdan su viaje a Paiporta. Un año después de la DANA: “Fue la experiencia de nuestras vidas”
El pasado 29 de octubre se cumplió un año de la DANA que asoló buena parte de Valencia. Una tragedia que se cobró la vida de 229 personas y que provocó enormes destrozos, con miles y miles de afectados. Una catástrofe que también sacó lo mejor del ser humano con innumerables muestras de solidaridad de todas partes de España.
“No podía quedarme en casa”
Alcorcón demostró que su identidad está marcada por la empatía y la acción solidaria, y se movilizó por completo para ayudar a las más de sesenta ciudades afectadas por las inundaciones. Entre los múltiples efectivos desplazados a la zona para colaborar en las tareas de limpieza y recuperación se encontraban Eva Rodríguez, personal de limpieza, y David Teba, electricista y capataz de mantenimiento. Ambos, alfareros ilustres hoy, aunque a Eva le cueste aceptarlo, viajaron a Paiporta pocos días después de la catástrofe, y recuerdan en este periódico aquella experiencia que, como ellos mismos reconocen, les cambió la vida.
Eva no lo dudó. “Veía las imágenes en la tele y necesitaba hacer algo. No podía quedarme en casa sabiendo lo que estaba viviendo aquella gente”, relata. David coincide: “Fue una decisión impulsiva. Cuando el Ayuntamiento anunció que iba a enviar una delegación con personal de ESMASA, hubo una oleada de voluntarios. Tuvimos la suerte de ir, y digo suerte porque fue algo muy enriquecedor. Lo que se ve en televisión no se parece a lo que vivimos allí”.
La empresa lanzó un comunicado interno para reclutar voluntarios y, rápidamente, se formó el grupo. Partieron de Alcorcón hacia Paiporta. “Llegamos de noche, sobre las dos o tres de la mañana. Todo estaba destruido, la gente sin nada, y apenas podías ver por el barro. Era sobrecogedor”, recuerda David.
“Una niña de 10 años limpiando conmigo dos horas”
Entre los recuerdos más impactantes, Eva cita dos: “Recuerdo una calle con más de dos metros de barro. Estábamos con raspetas de un metro y pico, y una niña de unos diez años se unió para limpiar. Estuvo dos horas sin parar. Fue la única niña que vi. No se veían ni niños ni ancianos. Solo veías gente de mediana edad y mucho joven ayudando”.
La segunda imagen la dejó la solidaridad en Alcorcón antes de partir. “Un señor de 85 años, pensionista, llegó con un carrito lleno de comida que había comprado con su pensión. Me dijo que cobraba menos de mil euros, pero quería ayudar”, recuerda. David, por su parte, rememora la anécdota de una mujer que se puso de parto en plena zona de trabajo: “Tuvimos que abrir la calle para que pudiera entrar la ambulancia. Fue impactante”.
El día a día era agotador. “Nos alojábamos en unas oficinas en desuso a las afueras de Valencia. Nos levantábamos a las seis de la mañana y trabajábamos todo el día, o sea, eso era un no parar. Parábamos a comer media hora y por la noche llegábamos reventados”, cuenta David. El apoyo desde la empresa también fue fundamental. “La dirección nos respaldó en todo, incluso en un momento difícil, porque nuestro presidente Jesús Santos acababa de enfermar. Pero Raquel y el resto del equipo estuvieron muy pendientes”, añade David.
“Ante la adversidad, aprendes que puedes hacer de todo”
La experiencia les dejó una profunda huella. “A nivel profesional, aprendí muchísimo”, confiesa Eva. “Yo trabajo en limpieza de interiores, pero allí tuve que manejar una hidro, instalar agua… Ante la adversidad te das cuenta de que puedes hacer de todo. Y a nivel personal, fue una gran satisfacción poder ayudar”, comenta.
David resume su aprendizaje en una idea: la bondad. “Me quedo con lo buena que es la gente, con cómo se volcaron todos. Me acuerdo de ir por la calle y de repente pasabas por un sitio y estaba un grupito haciendo café y repartiendo a todo el mundo. O llegabas a otro sitio y te daban una Coca-Cola o una botella de agua. Fue espectacular el apoyo de la gente”, relata.
Preguntados por el mensaje que enviarían a quienes todavía sufren las consecuencias, ambos coinciden. “Que sigan adelante, que no tiren la toalla. Después de ver cómo estaba todo y cómo ha mejorado, tienen que seguir así, no hay otra opción”, recalca David. Eva asiente y concluye con emoción: “Solo puedo decirles que mucho ánimo y mucho cariño. Porque todavía les queda mucho”.
Foto principal: alcorconhoy.com
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