La redacción de AlcorconHoy ha tenido la agradable y esperada visita de una alcorconera de corazón, Lucía Mbomío.
Se podría decir que Lucía Mbomío es una mujer que ya estaba destinada al periodismo desde bien pequeñita. Siempre tuvo un gen de reporterismo televiso, aunque “con la edad me volví más tímida” dice Lucía, y lo que quería dentro del periodismo era escribir. Su currículum como su historia personal es bastante amplia, tanto como el entusiasmo que tiene por las cosas que hace y que quiere transmitir.
¿Cómo te definirías a ti misma?
Soy una persona muy activa, curiosa e inquieta. Creo que tiene mucha relación con mi profesión. Al final no solo trabajo como periodista, sino que soy periodista con todo lo que eso conlleva, es decir, soy preguntona y quiero saber siempre más. Soy muy curiosa, tengo ganas de hacer y de saber más, por eso no paro quieta.
El racismo siempre ha planeado por encima, pero no me quedo con eso, he sido una mujer muy feliz.
Siendo adolescente, ¿cómo ha sido tu historia?
He sido y soy una persona muy “feliciana”. Sí es cierto que el racismo siempre ha planeado un poco por encima porque existe y está, pero mi vida no ha sido un desastre ni mucho menos, creo que soy una mujer bastante querida y sigo sintiéndome así. Yo me he peleado en el cole precisamente por eso. Nací en 1981 y los 90 y principios de los 2000 respecto al racismo fueron un poco duros por el hecho de que no puedas ir a ciertos sitios. Pero no me quedo con esto, he sido una mujer muy feliz, era una empollona, iba a la escuela de música de Alcorcón, he tocado el piano, he ido a un coro. El hecho de estar ahí metida muchas horas provocó también no estar tanto tiempo en la calle, mientras otros empezaban a fumar yo estaba cantando en el coro.
¿Cómo ha sido tu camino en el periodismo?
Estudié periodismo en la Complutense y consciente de que es una carrera de muy difícil colocación, siendo una alcorconera que no conocía a nadie, decidí hacer un master de Cooperación y Desarrollo pensando en abrirme otro mundo. Hice prácticas en Onda Fuenlabrada, en la agencia EFE, en radio. Más tarde me llamaron para hacer un casting en Madrid Directo, mi sueño en la facultad. Me puse a trabajar en la asamblea de Cooperación por la Paz, una ONG que estaba en Alcorcón en temas migratorios, y al tiempo me llamaron de Madrid Directo. Tenía dudas porque estaba bien en la ONG y el hecho de irme a la tele me daba vergüenza, no tenía ni idea, solo había hecho radio y había escrito en prensa local. Me costó muchísimo porque me ponía muy nerviosa a la hora de hacer los directos, pero al final con la práctica lo conseguí. Estuve también trabajando con Gonzo en el programa de Antena 3 El Método Gonzo. Luego empecé a trabajar en Españoles por el Mundo, me gustaba mucho porque siempre he sido muy viajera. Me fui a vivir a Guinea, luego a Londres y cuando vine a España estuve dirigiendo documentales para Movistar TV. Al poco tiempo empecé en Aquí la Tierra y ya llevo unos cuatro años. Me llamaron de El País y pensé que dado que soy de Alcorcón dije, voy a hablar también de esa periferia que tan mal tratada está mediáticamente, voy hablar en positivo porque para mí Alcorcón, y el resto de periferias, tiene muchas cosas muy buenas. Me hace mucha ilusión hablar del barrio, el hecho de sacar a una persona que nunca saldría en la tele o un periódico. Lo cotidiano también merece que ocupe espacio.
Lo mismo la curiosidad e inquietud que tengo se porque soy Nsomo
Tu historia familiar nos resulta muy interesante y nos gustaría saber un poquito más, ¿cuál ha sido la historia de tu padre?
Mi padre nació en Guinea Ecuatorial en una zona que allí dicen bosque. Nació en una aldea de un pueblecito en mitad del bosque que se llamaba Ayeguening. Significa vida mimada, un nombre precioso. Pertenecemos a la etnia Fang que es como grupos culturales que comparen lengua, cultura, y somos de la “tribu” Nsomo que significa intrépido. En cierto modo imprime cierto carácter, lo mismo esa curiosidad e inquietud que tengo sea porque soy Nsomo. Mi padre era uno de esos niños que ha tenido que andar muchos kilómetros descalzo para ir al cole. Guinea Ecuatorial no se independiza de España hasta 1968 y pese a que perteneciera a España, no era igual. El trato que se daba a la gente no era el mismo que a los españoles blancos, no todo el mundo podía estudiar ni acceder a según qué cosas. Pese a esto, mi padre parece ser que era bastante empollón y pudo estudiar, se sacó los estudios para ser maestro y se vino para España a estudiar ingeniería donde conoció a mi madre en la facultad. Empezaron a salir y mi madre tardó muchísimo en decírselo a mi abuelo, se lo dijo conmigo al lado, nos presentó a la vez a mi padre y a mí.
Hablemos ahora de Alcorcón, ¿Cuál es tu relación con la ciudad?
Mi relación es quizás a veces de idealización. Al final si esa infancia ha sido feliz, pues se idealiza. Para mí Alcorcón es donde está mi familia, mis amigas del alma como Elena, Laura que la llamamos Lauren o María, Mery, porque una de las cosas que tiene ser de barrio son los motes, llamar a las amigas con familiaridad, son los vecinos de toda la vida que te conocen, que son casi familia porque hasta te han regañado cuando eras peque. Mi relación con Alcorcón es de afecto absoluto y de cariño, lo que implica que también pueda haber críticas porque ha sido el escenario de mi vida y como la vida misma tienes episodios mejores y peores. Alcorcón es mi casa y decir que un sitio es tu hogar creo que es lo más bonito que puedes decir de un lugar.
¿Para ti Alcorcón es un barrio, un pueblo, o una ciudad?
Dependiendo del momento. Lo llamo ciudad cuando se meten con Alcorcón; barrio porque para mí es cariño, cercanía, por eso siempre hablo del barrionalismo y porque también dentro de una localidad hay diferentes barrios. Yo soy parqueondarreteña y caureña, de todo lo que hay alrededor del Parque de la Paz.
No quiero que Alcorcón se convierta en un Madrid, me gusta que el barrio sea barrio
¿Cómo has visto la evolución de esta ciudad? ¿Y cómo te la imaginas en un futuro?
En una entrevista que me hizo Jesús Santos para su programa de Youtube, yo hablaba de la desalcorconización de Alcorcón. Quizá sea un poco injusta porque al final no puedo pretender que Alcorcón sea lo que yo quiero que sea y lo que era antes. Alcorcón tiene que evolucionar, pero sí es verdad que yo la recuerdo con mucha presencia en la calle de la gente joven, una juventud muy activa. También es verdad que esa juventud que yo conocí estaba ligada al movimiento Hip-Hop y había gente que pintaba, que patinaba, que jugaba al baloncesto, gente que rimaba. Para mí tenía una cultura vibrante y eso no lo tenían todos los pueblos. Aquí hubo un concurso internacional de grafiti y venía gente de todos lados a visitar nuestras paredes tatuadas.
El futuro de Alcorcón no me lo puedo imaginar, pero quiero que sigamos manteniendo esa familiaridad. No quiero que se convierta en un Madrid porque no me gusta nada. Creo que es muy bonito seguir teniendo el vecindario. Tengo vecinos mayores y me encanta hablar con ellos en el ascensor, que te pregunten cómo ha ido todo. Eso de no hablar nada, de no conocer a tu vecino no me gusta nada. Me gusta que el barrio sea barrio, es decir, barrio como una unidad de vecindario.
¿Con qué te quedas de Alcorcón?
Me quedo con muchas cosas de Alcorcón: con el espíritu de barrio, con que mantienes tus amistades desde pequeñita, con que te llamas al telefonillo para quedar, con conocer a los padres de mis amigas, con poder seguir estando en un parque comiendo pipas o un flash, con las fiestas de septiembre y vivirlas con mucha ilusión, con seguir llamando a los sitios como se llamaban antes aunque ya no se llamen así como la plaza de donde ayer, con seguir llamando blasa a la blasa. Me quedo con todo eso y mucho más.
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