Hay lugares que trascienden el tiempo y el espacio, construyendo un legado que perdura generación tras generación. Este es el caso de El Chuleta, un rincón de la historia gastronómica de Alcorcón. Era y es un icónico bar que ha formado parte de Alcorcón y de su famosa Calle Mayor durante décadas.
Si los vecinos se detienen a mirar al pasado, observarán cómo las calles se han ido transformando, cómo algunas tiendas han cerrado mientras otras han abierto, y cómo la gente ha ido y venido. Pero una constante permanece: los evocadores recuerdos de épocas doradas pasadas, capturadas no sólo en fotografías sino también en las memorias indelebles de los momentos vividos.
«El Chuleta» no era simplemente un bar; era un punto de encuentro, un espacio donde los amigos, la familia encontraban consuelo en una buena cerveza o chato de vino y una inolvidable tapa de jamón. Con el aroma de su legendario conejo al ajillo envolviendo el ambiente, las risas y las conversaciones fluían con naturalidad, tejiendo una red de comunidad y pertenencia.
La historia del bar comenzó humildemente en los años 20, con Venancio al timón, cuyo compromiso con la hostelería le llevó a crear un espacio que era tanto hogar como negocio. Después de su fallecimiento, el negocio familiar siguió adelante, pasando a las manos de la hija de su sobrina, Luciana, y su esposo Carlos, quienes, con esfuerzo y amor, lo transformaron en «El Chuleta» alrededor de 1965.
Los hijos de Luciana y Carlos crecieron absorbiendo la rica cultura de hospitalidad y la exquisita tradición culinaria, siendo testigos de la alegría y camaradería que «El Chuleta» ofrecía a sus visitantes. El bar no sólo expandió su espacio físico, sino también su fama y su lugar en los corazones de los habitantes de Alcorcón.
Sin embargo, como todas las buenas cosas, «El Chuleta» tuvo que enfrentarse a su propio ocaso. Hace aproximadamente quince años, las paredes que habían sido testigo de innumerables memorias tuvieron que ceder ante la marcha incontenible del progreso y la modernización. Pero, incluso en su despedida, el legado del bar se negó a desvanecerse completamente.
Con la determinación de mantener viva la esencia de «El Chuleta», los hijos de Luciana y Carlos inauguraron en dos ocasiones un nuevo local, en ambos casos en la calle Madrid. Las llamas de los fogones de «El Chuleta», perdurarán siempre en los recuerdos de los alcorconeros.
«El Chuleta» es un recuerdo vivido que habita en la memoria colectiva de Alcorcón, simbolizando momentos felices, tradiciones familiares y, por supuesto, el delicioso sabor de su inolvidable conejo al ajillo. Un lugar que no será olvidado, porque ha sido más que un bar: ha sido una historia compartida y celebrada por una comunidad entera.
En la imagen pricipal podemos ver a varios miembros de la peña Chuleta en la primera sede del mítico restaurante.
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