Desde mi Colmena en Alcorcón: La escuela: Ese peligro que infunde criterio

Desde mi Colmena en Alcorcón: La escuela: Ese peligro que infunde criterio

Nueva columna semanal sobre el lugar más atacado por aquellos que desean someter a un colectivo. Desde mi Colmena en Alcorcón: La escuela: Ese peligro que infunde criterio

Entramos en la Semana de la Mujer y ya nos cae la primera en la frente: cientos de niñas  envenenadas por un gas propagado en sus aulas. La intención, indudablemente, es mandarlas a casa.

Hablamos de Irán en el año 2023, pero podría tratarse de cualquier otro lugar del mundo en épocas anteriores, oscuras para las mujeres que, a pesar de la violencia con que la mayoría fue acallada, lograron hacer emerger su clamor: igualdad para elegir, para estudiar, para ejercer esa vocación latente en cada persona desde que nace. Se alzaron, sufriendo la consecuente reacción de la clase dominante; resistieron en su lucha, infundiendo valor a las más rezagadas, creando una legión sin miedo a caer en las primeras filas. Como un  tenaz goteo erosivo en la rigidez mental, recuperaron nuestro legítimo espacio en territorios apropiados por el hombre.

Cuidado, que el problema de la desigualdad de derechos, como un tumor amenazante, podría ocupar en el futuro lugares donde ya estuvo y creímos vencidoDe momento el feminismo, tan  difamado para lograr su demonización entre las masas más rebañegas, logra contenerloDe momento, digo, porque este pulso de turbios orígenes en frustraciones y complejos ocultos tras las decisiones machistas y la hipocresía de algunas congéneres, siempre acechará. No nos relajemos, que esta guerra nunca se gana. Ya es bien meritorio conservar la tregua.

Escritoras, filósofas, maestras, artistas de todo tipo… Entre ellas y el deseo de luchar contra la injusticia, un nexo común: la inquietud intelectual, el no saber estarse calladita y quieta, y menos con una estantería repleta de libros enfrente.

Libros: el arma más implacable y temida por los opresores. La flor más indomable, mientras perduren escritores y escritoras para replantar cada biblioteca quemada.

He de confesar que, aunque escribo esto con los ánimos ya templados, la noticia de las chicas iraníes intoxicadas en su único refugio contra la anulación ―la escuela―, me ha impedido escribir en la primera hora tras su recepción, pues  me temblaban las manos de indignación.

La indignación que poseía a los esclavos que deseaban saber y pagaban el precio reservado a su curiosidad con su flagelada piel; a los criados que querían aprender a leer y el patrón les recordaba bajo amenazas cuál era “su lugar en esta vida”; a las mujeres que se desesperaban en un gineceo y se rebelaban contra el papel asignado en base a un mero órgano genital…

¿Naciste hombre?: Vuela, estudia, conoce, crea, promulga, ejerce, pinta, inventa y que la patente te sea reconocida, firma tus libros y cuadros con tu nombre, no con otro, no te hace falta seudónimo, porque has nacido hombre. ¿Naciste mujer? Mala suerte.

Vuelvo a Irán…

No veo que lleguen tanques allí. Ni siquiera que se le dedique un espacio televisivo decente a las barbaridades cometidas contra las mujeres.

El problema no es solamente que tengamos una idea de la injusticia geográficamente sesgada o condicionada por intereses geopolíticos; es que cuando el problema solo lo padecen las mujeres, deja de existir como tal. Directamente. ¿Cuántas guerras conocéis cuyo motivo fuera la injusticia contra las mujeres? A quien me nombre una le regalo el libro. Y no me valen guerras por tema de regencias en plan carlistas versus isabelinos. Quiero nombres de guerras cuyos ejércitos acudieron en defensa de una población padeciendo una injusticia atroz… por ser mujeres.

Es terrorismo, pero nadie lo llama así (¿por qué?), y es un terrorismo de atentados en escala: “para someter a las mujeres/esclavos/clase obrera lo primero que hago es atacar aquello que les hace fuertes: el conocimiento, las escuelas, los maestros, los libros…

En nuestro mundo occidental el plan es más taimado: “Inundo las cabezas con aplicaciones que acostumbran al cerebro a tragar cadenas de imágenes y vídeos breves; puré de pandereta, que ni la mastiquen. Así atrofio su capacidad de razonamiento para, posteriormente, lanzar bulos, realimentar tópicos y hacer bailar la almendra al son de muletillas pegadizas para sugestionarlos de que todo ese circo es información”.

Tenemos un serio problema del que, además, deberíamos avergonzarnos en nombre de todos aquellos que lucharon y siguen luchando por acceder al conocimiento, ese arma que históricamente venció batallas sin espadas ni fuego, en nombre de la evolución.

Dicho problema y objeto de gran vergüenza se materializa en cada librería que lucha por sobrevivir promoviendo actividades sumamente enriquecedoras a precios irrisorios (porque a ellas les supone un coste que deben cubrir) y que, a pesar de sus creativas iniciativas, sigue vacía.

No vamos a encontrar relevo para aquellas trincheras intelectuales que se enfrentaron al abuso de poder. Nos estamos relajando creyendo que los derechos que gozamos nos cayeron del mismo guindo del que empezamos a parecer fruto.

El caso de países como  Irán y Afganistán deberían servirnos para recordar que aquí también hubo una opresión que se valió de la ignorancia una vez para vivir a costa de nuestra miseria, y que volverá a hacerlo plenamente cuando haya terminado de abonar el terreno.

Defendamos aquello que nos hacía fuertes. Cerrad las aplicaciones-cebo y poned a trabajar el cerebro leyendo literatura de calidad para que nuestra inteligencia mastique, para que haga mandíbula. Que podamos lanzar una dentellada a tiempo a la involución cada vez que se aproxime.

Arrojaos a los libros. Por ellas, que aún luchan, y por aquellos que se dejaron la vida para que disfrutemos de sus logros.

Patricia Vallecillo es escritora y vecina de Alcorcón. Sus últimos libros, El maestro griego y Vidya Castrexa, pertenecientes a la trilogía Las abejas de Malia, así como el cuento infantil Letras para una brujapueden adquirirse en cualquiera de las librerías que se detallan en el siguiente link de acceso a su web: “Las abejas de Malia”, así como en Amazon.

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