Apuntes desde Alcorcón: Lo-fi y solitario

Nueva columna semanal sobre la vuelta de hábitos pasados y sus clichés. Apuntes desde Alcorcón: Lo-fi y solitario

De pequeño solía hacer dos cosas que se incrustaron en mi rutina pero eventualmente desaparecieron: estudiar escuchando música de cualquier tipo y jugar al solitario del ordenador. Esta semana, sin previo aviso, han regresado. Todo vuelve.

Punto por punto. Ahora ya no estudio ni hago deberes. Eso se ha cambiado por trabajar. Tengo la enorme fortuna de poder decir que los retos del hoy no son tan complicados como los retos del ayer. Igual es porque sé más cosas y soy más funcional, quién sabe. El caso es que ni con esas podía tener música de fondo. Me distraigo fácilmente. O mejor dicho, me centro en lo que oigo y no en lo que tengo que hacer. Descubrí con el tiempo los ruidos blancos o las webs como Noisli y me acostumbré a trabajar con el sonido de un tren o de, ojo, un calefactor de aire.

Todo eso ha sido arrollado esta semana por la música lo-fi, que viene a ser un estilo de música generalmente sin cantante y de ritmos calmados y suaves. Perfecta para tener de fondo. Esta semana hizo su debut el bautizado como synth boy en la mayor radio lo-fi del mundo y no puedo dejar de escucharlo. Os dejaremos por aquí el enlace para que lo escuchéis vosotros también. En cuanto al solitario, simplemente me cansé de completar crucigramas y sudokus al 90% y busqué otro juego en el catálogo de Internet. Y ahí estaba ese tapete verde esperándome pacientemente. Tampoco consigo completar las partidas al 100%, pero tengo la tranquilidad que me da saber que con un solo clic puedo empezar una partida nueva.

Yo no elegí a la música lo-fi ni al solitario. Ellos me eligieron a mí. Tanto que, cuando los combino, me hacen invertir el tiempo en asuntos que no son principales (me niego a llamarlo ‘perder el tiempo’). Tanto que me han agarrado de las manos y me han balanceado como a un niño pequeño durante toda la semana hasta llegar al viernes sin nada especial que contar en esta columna salvo que han vuelto. Porque todo vuelve. En forma de chapa o en su forma original, pero todo vuelve de una manera u otra. Las respuestas a los problemas del presente a veces están en nuestro pasado. Quien no conoce su historia está condenado a repetirla y mil frases cliché más tienen cabida en este párrafo. Porque los clichés son clichés por una razón: son la pura verdad.

Dicen que los mayores no cambian sus manías y costumbres, pero les entiendo perfectamente. Si por mí fuera, escucharía música y haría solitarios durante el resto de mis días. Mi yo pequeño siempre tuvo razón. Dicen también que los niños siempre dicen la verdad. Y es otro cliché que es pura realidad.

AV

Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro «Relatos de taller», está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.

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