Nueva columna semanal sobre la comparación entre un videojuego y la vida real. Apuntes desde Alcorcón: Bajar la dificultad
Esta semana me he topado con una realidad con la que hacía tiempo que no me encontraba: puede que en otros ámbitos sea bueno, pero para los videojuegos soy malísimo.
En la gestación de una partida nueva me detengo siempre unos minutos en la pregunta de la dificultad a la que quiero jugar. Las opciones no son muchas. Dado que ‘difícil’ y ‘muy difícil’ no entran nunca en la terna, la decisión se vuelve una bifurcación entre ‘fácil’ y ‘normal’. ¿Pedalear con ruedines o asumir el reto que viene por defecto? Nadie sabrá nunca que me pasé este juego en ‘fácil’. Nadie salvo yo. Tener que aguantar a la persona con la que más tiempo convivo martilleando mi cabeza no es plato de buen gusto. «Este nivel en ‘normal’ no te lo pasas en la vida». Bueno, cállate, que tú (yo) tampoco lo habrías hecho.
Con los años he diseñado y perfeccionado la excusa perfecta para defender sin reparo que suelo jugar en ‘fácil’: quiero prestarle la máxima atención posible a la historia y no distraerme en jugar bien o no en los pocos ratos que tengo para jugar. Así estoy haciendo con The Last of Us antes de que lo que me martillee la cabeza sean los spoilers que en un mundo como el actual son como el lunes: te alcanzan sí o también. Soy malísimo, me agobian los gritos de los infectados y me saca de quicio la falta de munición. Giro la cámara con Joel para mirar a Ellie y sé que me está juzgando.
Pero el viaje del videojuego es más agradable así. Ojalá poder bajar la dificultad en la vida diaria. Ojalá poder coger el metro en modo ‘fácil’. Hacer la compra en modo ‘fácil’. Tomar decisiones importantes en modo ‘fácil’. Gestionar las relaciones humanas en modo ‘muy fácil’. Ojalá entrar en una sala, abrir el cajón de un armario abandonado y encontrar el manual de las instrucciones para complacer a todo el mundo y no morir en el intento. Ojalá transformar el viaje de la existencia en algo más agradable también.
Pero como de momento no se puede, es una razón más para reafirmarme en mi postura: no sabes la de cosas que tengo que hacer que no son pasarme los videojuegos en dificultad ‘normal’.
AV
Alberto Viña es escritor y vecino de Alcorcón. De hecho, su primer libro «Relatos de taller», está realizado en colaboración con alumnos y alumnas del ‘Curso de Escritura Creativa’ del Centro Cívico Cultural Cooperante Margarita Burón. Este se puede encontrar en la siguiente página web, o en el mismo centro.
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