El municipio es uno de los más importantes de la Comunidad, pero no tanto como debería. Alcorcón y el potencial de las expectativas: un futuro que no siempre se alcanza
El arte de las primeras veces no suele dejar indiferente a nadie, o eso pienso yo. La inmensa mayoría del tiempo y de la historia nos deja momentos memorables que terminamos recordando año tras año, y simplemente se debe a la ruptura de una etapa histórica para comenzar otra. Incluso en el ámbito de lo micro, sin grandes acontecimientos como la caída del Imperio Romano o de Bizancio, también influye de la misma manera. Aquí, en el Alcorcón más contemporáneo, se trató del paso de ciudad dormitorio a ciudad autónoma en sí misma.
Para hablar de Alcorcón deberíamos remontarnos a la Edad Media, aunque no lo voy a hacer en exceso. Ya lo hice, y pese a que para un servidor sea la etapa definitoria de nuestra ciudad, hay que saltársela de vez en cuando. De hecho, el otro punto importante sea, quizá, la división municipal entre Móstoles y nosotros. Realizada por los Reyes Católicos, parece que la importancia de este territorio fue en aumento con las décadas.
Si la alfarería hablase
El punto que más y mejor describa a Alcorcón es la alfarería, casi con total seguridad. No en vano nos llaman “alfareros”, y es que se infravalora este arte y su legado en toda la región madrileña. Hace 500 años no era así, y el segundo rey más importante en la historia de España, Felipe II, lo vio igual de claro que nosotros. Hasta cinco siglos estuvo nuestro municipio cubriendo las necesidades de los vecinos de la capital española. En docencia siempre explican que no es tanto tiempo, que 100 años es ayer, y que dos semanas es el instante anterior, pero algunos insisten en lo contrario, equivocándose irremediablemente.
Y de la alfarería al Siglo de Oro español, donde Alcorcón tuvo un cierto protagonismo muy concreto en varios nombres. “La Tarasca de Alcorcón” de Calderón de la Barca y “El Alcalde de Alcorcón” de Agustín Moreto fueron dos bonitos ejemplos de que nuestro municipio no era uno cualquiera. De hecho, justo en este siglo, en el XVII, la Virgen de los Remedios se asentó en la ciudad como principal devoción, y parece que el círculo se completó.

¿Por qué se habla de completar el círculo? Al final, llegar a influenciar en diferentes artes viniendo de diferentes culturas es el culmen del ser humano. O, por lo menos, la mejor versión que una civilización puede aportar a la historia y el desarrollo: un inmaculado legado histórico.
A qué llegó Alcorcón
La estación de Alcorcón como primer gran nexo de comunicación con la capital dentro de la línea de ferrocarril Madrid-Almorox fue la primera piedra de nuestra ciudad para construir algo que debió ser, pero que finalmente no fue. Como curiosidad, pasaba por Cuatro Vientos y Campamento, y ha tenido un sucesor espiritual en la actual Línea 10 de Metro. Y llegaron los marqueses de Valderas. Benditos ellos.
Nuestros Castillos, que una vez pertenecieron a José Sanchiz de Quesada y a su familia, ya son uno de los mayores símbolos de Alcorcón. También fueron de Francisco Franco –en aquella época general-, que los usó después de su abandono en 1936 para divisar el frente republicano de Casa de Campo en plena Guerra Civil. Acontecimiento de entre los más oscuros de España, que también se vivió en el municipio, y del que muchos solo quieren usarlo para sus propios intereses.
Así, la década de los 60 y 70 fue bastante positiva para Alcorcón desde el punto de vista poblacional, ya que se superaron los 46.000 habitantes, y ya en 1980 se alcanzaron los 140.000. Entre estos 20 años (1950-1970) se alcanzó el estatus de ciudad dormitorio, aunque después de la Transición cambió todo. El círculo que se cerró siglos antes tuvo un más que digno sucesor, y la figura de José Aranda Catalán fue quien conjugó aquello por lo que Alcorcón siguió mejorando década a década. El alcalde, que falleció en 1991 tras una enfermedad que le supuso apartarse del cargo un año antes, ya está inmortalizado en el municipio, y hablo de la avenida que lleva su nombre. Su legado, presente en cada lugar de la ciudad, definió lo que quería ser el municipio en el futuro.

La eterna lucha entre ilusión y realidad
Alcorcón, ciudad de muchas ilusiones y un presente que ciertamente puede terminar doliendo, es uno de los mejores lugares para definir la eterna lucha entre las visiones de cada uno. “Cada uno de nosotros vive dependiente y atado a su conocimiento. Eso es lo que llamamos realidad. Sin embargo, el conocimiento y la conciencia pueden ser equívocas. La realidad de uno puede ser la ilusión del otro. Cada uno vivimos bajo nuestra propia fantasía”, explicó de forma bastante filosófica mi personaje favorito de cierto anime.
Así, el municipio, con el potencial de las expectativas por las nubes, realmente tiene unas bases espectaculares. La realidad es así, y es que Alcorcón posee una cercanía con Madrid capital muy especial: la Renfe, Metro, la A-5… aunque actualmente no se nos trate muy bien en el transporte público. Somos la Puerta del Sur de la capital, y el principal enlace con la misma, aunque no es lo único que poseemos.
La nostalgia de aquello que sí fue mejor
Dentro del ocio existe más el trabajo que la suerte. TresAguas y X-Madrid como principales exponentes, tienen a su lado Alcorcón Central y Parque Oeste como nexos de unión para llegar rápidamente. La comunicación de todo el municipio es uno de los platos fuertes, y seguramente sea la mejor de todo el sur de Madrid. Y eso sin contar otros establecimientos como Factoría Retro o la gran Sala Vizzio con sus eventos tan especiales. La ciudad es diferente, siempre lo ha sido.

Antes lo fue la calle Mayor, epicentro del comercio local y el máximo referente de la ciudad para los vecinos que acudían día sí y día también para prácticamente cualquier cosa. Ahora, desierta de aquellos establecimientos míticos y extraordinarios, ha dejado huérfanos a los alcorconeros echando de menos aquellos tiempos mejores, pues la nostalgia se apodera de los pensamientos de cualquiera. Y con razón, al menos en este caso.
Campodón, el Ensanche y Retamar, la tríada magnífica
Empecemos por el principio. Los vecinos de Campodón siempre han pedido mejoras en su barrio, y ya van por 35 años. Bastante alejado de Alcorcón como tal y pegado a Villaviciosa, siempre ha sido otro punto a explotar que nunca se ha cambiado. Acerca del Ensanche, junto a Retamar son dos zonas con un potencial casi infinito. Por suerte y mucho trabajo, parece que el segundo empieza a moverse, y es que durante esta legislatura era una de las decisiones estrella.
El Ensanche Sur, una de las zonas más propensas a recibir ideas año tras año, no todas se terminan realizando. Pese a ello, los alcorconeros tenemos claro que esta parte de nuestro municipio es muy importante, y con un futuro brillante por delante. Como todo, forma parte de los eternos “y si…” que algún día se cumplirá, y se espera que pronto. Así, este trío tiene todo el potencial para subir todavía más el nivel de Alcorcón, aunque falta bastante trabajo por delante.

La pasión por la cultura y el deporte, como siempre
El Teatro Municipal Buero Vallejo, uno de los espacios más increíbles que tiene Alcorcón, se une al Circo del Títere para ampliar la cultura en el municipio. Nuestra ciudad, completa por sí misma, tiene mucha suerte, pero detrás hay mucho sacrificio. Y es que los alcorconeros nos destacamos por ello mismo. Hacer crecer al municipio, y volviendo al principio, la alfarería representada en el Museo del Arte en Vidrio (MAVA) es el mejor ejemplo de lo que significa nuestra historia, sobre todo por la imagen que desprendemos de ella.
La Canaleja, los Cantos, Santo Domingo, el Alcorcón y el Trival Valderas, pero también el Estudiantes, el Libertad y el Amistad, sin olvidarnos de los equipos de fútbol sala, el CUVA, el Femenino Alcorcón o el CDE Alcorcón Basket, el Atletismo Alcorcón y el Club Natación Alcorcón junto al Ondarreta. El deporte y su bandera, siempre amarilla y desde bien pequeños, tiene en nuestro municipio el mejor bastión de la Comunidad de Madrid. Y no lo digo yo, lo dicen los números.
A dónde se supone que vamos
La puesta en valor de Alcorcón en este artículo sirve para un desahogo de muchos vecinos que a lo largo de los años han seguido al pie del cañón pidiendo mejoras en el municipio. Sin importar gobiernos, ni tampoco colores, pero siempre con el nombre del municipio en la cabeza, muchos se preguntan si el potencial de la ciudad va a explotar en algún momento. Si llegará el día en el que el municipio será lo que estuvo destinado a ser desde el principio o no.

Lo que vendrá, relativamente incierto, está lleno de muchas incógnitas que, quizá, nunca se lleguen a resolver. Los historiadores tenemos el deber de ayudar a despejarlas, y de ayudar en esta búsqueda de un “futuro mejor” gracias a una visión diferente del pasado. No obstante, Alcorcón, con la cantidad de vida y vecinos llenos de amor y compromiso con la ciudad, no puede ni debe fallarse a sí misma. Y, quizá, las expectativas que siempre se han tenido sobre el desarrollo del municipio no se han cumplido nunca. No al menos desde José Aranda. Siendo consciente de que cualquiera que haya llegado hasta esta parte del texto podría no estar de acuerdo, siempre nos quedará nuestro maravilloso municipio, ¿verdad?
La colaboración entre todos los actores que determinan la dirección del municipio es clave, necesaria y obligatoria. Al final, en el centro de todo están Alcorcón y sus vecinos, nadie más. El diamante por pulir de toda la Comunidad de Madrid y el espíritu de aquellos que construyeron una ciudad que debería ser todavía más importante. Por los José Aranda, Joaquín Vilumbrales, Carmen Pérez Lejarraga o María de la O Lejárraga, háganlo real una vez más.
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