Sentido homenaje en el Parque de las Comunidades. Un año más se recuerda la pérdida de Alberto y Osama, vecinos de Alcorcón, en el 11-M
Este lunes se cumplen 20 años del mayor atentado terrorista en la historia ya no de España, sino de Europa, el 11-M. En aquella mañana del 2004, en un día como otro cualquiera, donde mucha gente fue a trabajar con normalidad, o tenía pensado acudir a una cita del médico, terminó en tragedia, la que más se recuerda. Cada aniversario transforma la Comunidad de Madrid en un día lluvioso y gris, pese a que el sol aceche con sus rayos habituales. También en Alcorcón, y es que dos vecinos perdieron la vida aquel jueves.
Un total de 191 personas perecieron en aquel día tan negro para la historia. Las diez bombas estallaron entre las 07:37 y las 07:39 de la mañana en cuatro trenes de Cercanías Renfe, que viajaban con normalidad en su trayecto habitual por las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y El Pozo. En un horror sin igual, la situación sumió a Madrid y a España entera en la tragedia. Alrededor de 1.900 personas resultaron heridas a consecuencia de la denotación de estas, y trajo miles de lesiones a los afectados, tanto físicas como mentales.
A las 191 personas fallecidas en aquella mañana se les sumó un actor más. El 3 de abril, un equipo de los Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional (GEO) se dispuso a entrar en un piso de Leganés, ciudad vecina de Alcorcón, donde descubrieron escondidos a parte de los terroristas responsables de los atentados. Al ver venir a los agentes, hicieron estallar 20 kilos de explosivos y se inmolaron, causando la muerte de un agente por el efecto de la onda expansiva.
Pérdidas irreparables
Dos vecinos de Alcorcón perecieron en estos atentados. Ambos se encontraban en el tren que estalló en Atocha. Uno era Osama El Amrati, un joven marroquí de 23 años que llegó a España cuatro años antes desde Marruecos gracias a la ayuda de su tío Ahmed. Trabajaba como albañil, y se había comprometido meses atrás con su novia, Beatriz, para casarse en un futuro cercano. Uno que se truncó, de repente, cuando las bombas estallaron en aquellos vagones. Osama cogió el tren para ir a trabajar, y perdió la vida en un suspiro.
En ese mismo tren viajaba también Juan Alberto Alonso, de 38 años, casado y con una hija, Sara, que acababa de adoptar junto a su mujer, Nieves. Meses antes, Alberto había conseguido una plaza para trabajar de administrativo en la Tesorería de la Seguridad Social. Además, estaba muy vinculado a la religión católica, y daba clases prematrimoniales en una iglesia de Alcorcón. Curiosamente, ese día debía ser muy importante para la pareja, ya que por la tarde tenían cita con el psicólogo para evaluar si eran aptos para adoptar a un segundo niño. Todo se truncó, y Alberto quedó gravemente herido por la deflagración, y en el Hospital de La Princesa no se pudo hacer nada para salvar su vida.
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Sin olvido ni perdón
Cada año, en Alcorcón se realiza el minuto de silencio en honor y memoria a las víctimas, con sus familiares y seres queridos. Este año será en el Parque de las Comunidades, y se ha celebrado a las 11:30 del mediodía del lunes. En 2022 se celebró un homenaje con un acto muy especial en el porche del Teatro Buero Vallejo, con intervención incluida de Nieves, la viuda de Alberto, que realizó un sentido discurso desde el corazón. Aquel viernes de colocó una corona de flores en el Monumento a las Víctimas del 11-M, situado en el propio Buero Vallejo y en el que están grabado el nombre de Osama junto al de Alberto.
Este lunes se ha realizado un nuevo homenaje, con mismos protagonistas. A Nieves se le ha unido su hija, en un discurso conmovedor un año más. Asimismo, la alcaldesa, Candelaria Testa, también ha tenido palabras para este XX Aniversario de la tragedia.
20 años de incógnitas, con sentencias sin aclarar culpables, y con más preguntas que respuestas. La herida que causó el 11-M sigue abierta entre los españoles, y es algo que durará eternamente, pues cada generación vivirá con el recuerdo de una tragedia sin igual en España. Asimismo, sin autores intelectuales ni económicos, la página no puede ser pasada, y la prescripción de los hechos, que se cumplen hoy, se guardarán en el cajón junto a otras leyendas negras del país. Muchos podrán olvidar, pero la historia no, y tampoco perdonará.
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