El eterno capitán alfarero y el jugador con más partidos en la historia del club fue el emblema de una generación inolvidable. Rubén Sanz: “Fue una barbaridad lo que hicimos con nuestro Alcorcón”
* Texto adaptado del decimonoveno número del periódico impreso de alcorconhoy.com, correspondiente a octubre de 2024. Para leer el periódico completo, puedes hacerlo haciendo clic aquí.
Octubre siempre será un mes inolvidable en la historia de la Agrupación Deportiva Alcorcón. Sobre todo, porque el día 27 de ese mes, en el año 2009, fue cuando cambió la historia del club; y también en parte la de la ciudad. Aquel día, por la noche, el todopoderoso Real Madrid visitaba Santo Domingo en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Y se iba goleado con contundencia, por 4-0, en un vapuleo que ha quedado para el recuerdo en la historia del fútbol y que tiene nombre propio: el ‘Alcorconazo’.
El capitán de aquel equipo, encabezado desde el banquillo por el inolvidable Juan Antonio Anquela, no era otro que Rubén Sanz (Valladolid, 1980), uno de los mayores iconos de la historia del Alcorcón. Con 433 partidos oficiales a sus espaldas en las trece temporadas que defendió la zamarra alfarera, el ‘eterno capitán’ amarillo, el jugador con más partidos en el club, es historia viva del Alcor. Es por ello por lo que, aprovechando el aniversario del ‘Alcorconazo’, sobran motivos para que Rubén Sanz sea el ‘Alfarero Ilustre’ de este mes de octubre en alcorconhoy.com.
Su curiosa llegada a Alcorcón
“Alcorcón me lo ha dado todo”, afirma con rotundidad el inolvidable ‘8’ del Alcor, nacido en Valladolid pero alfarero de adopción. “Aquí he vivido mis mejores momentos en el fútbol… y también, algunos de los peores. Pero he podido disfrutar mucho y conseguimos hacer disfrutar a mucha gente”, agrega Rubén, que llegó a Alcorcón en el año 2006. Y casi de casualidad, como suceden las grandes cosas. “Yo estaba jugando en el Langreo, en Asturias. Y al Alcor por entonces le dirigía Raúl González, un entrenador asturiano que me había visto jugar allí y que puso mucho interés en mi fichaje. Y vine. Así que fue él realmente quien me trajo a Alcorcón, el gran artífice de mi fichaje, por lo que le tengo que dar las gracias”, cuenta el exmediocentro.
Cuando llegó a Santo Domingo, era imposible imaginar todo lo que viviría Rubén en Alcorcón. “Al principio, nunca pensé que fuese a estar aquí tantos años y a jugar tantos partidos. Pero el club estaba muy a gusto conmigo y yo también aquí. Se dieron una serie de circunstancias en las que tanto el club y yo pudimos crecer de la mano. Todo lo vivido en Alcorcón ha sido un sueño. Y, ahora, mi vida está aquí”, refiere Rubén.
Alfarero de pro
Para muestra, un botón: el ‘8’ es abonado del Alcor y no se pierde un partido en la grada del estadio alfarero. Siempre junto a su primogénito, Sergio, que juega en la cantera. Su otro hijo, Pablo, practica hockey patines en el Club Patín Alcorcón. Todo queda en Santo Domingo. “Al final, el corazón amarillo lo voy a tener siempre. Mis primeros años aquí fueron espectaculares, con Esteban Márquez como presidente. Para mí es un placer venir aquí todos los días y que todavía haya gente que se acuerde de mí. Aunque sean cada vez menos”, detalla, entre risas.
El ‘8’ llegó al sur de Madrid hace 18 años. Por entonces, el Alcor transitaba por la mitad de tabla de la ya desaparecida Segunda B. Pero, poco a poco, el proyecto alfarero empezó a crecer. “Después de varios años, en el verano de 2009 logramos jugar los ‘playoffs’ de ascenso a Segunda. Perdimos en la final contra el Real Unión y eso fue un palo, pensábamos que nunca más íbamos a jugar una promoción. Pero, a partir de ahí, todo fue hacia arriba: ‘Alcorconazo’, ascenso a Segunda, dos ‘playoffs’ para subir a Primera División… Pensándolo a día de hoy, fue una barbaridad lo que hicimos con nuestro Alcorcón”, rememora.
Una generación increíble
Rubén Sanz, por tanto, fue el estandarte de un sinfín de noches inolvidables. Entre ellas, la del 27 de octubre de 2009: el ‘Alcorconazo’. “Fue increíble. Se dieron todas las circunstancias que se pueden dar en el fútbol. Nos salió absolutamente todo. Y claro, aquello tuvo una repercusión tremenda a nivel mundial. ¡Nos llamaron periodistas de todos los rincones del mundo, hasta de Australia! Es un orgullo que te recuerden por una gesta así”, recuerda el eterno capitán alfarero que, meses más tarde, lograría el ascenso a Segunda con un Alcor en el que brillaban otros ídolos amarillos como Sergio Mora, Nagore, Rubén Anuarbe, Iñigo López, David Sanz o Borja Pérez, bajo la magistral dirección de Anquela.
“Aquel bloque era un buen equipo de fútbol. Pero, sobre todo, éramos un vestuario. Estábamos jugando y nadie levantaba los brazos. Si la cosa iba mal, nos mirábamos y decíamos: ‘Hoy toca correr’. En la final por el ascenso a Segunda, necesitábamos un gol para subir. Tuvimos un penalti y lo falló Sergio Mora. Pero recuerdo que le dije… ‘No te preocupes, que vamos a tener otra’. Y la tuvimos: el gol de Iñigo, que nos llevó a Segunda”, recuerda Sanz. “Ese empuje que teníamos era brutal. Nos decían que teníamos suerte porque ganábamos partidos en el último minuto. Pero la realidad es que ese equipo creía, creía y creía. No dábamos ningún balón por perdido. Siempre creíamos que éramos capaces de todo”, refrenda el ’8’.
Fue así como nació ese mantra de ‘Hasta el último minuto del último partido’, el imborrable emblema del Alcorcón. “No nos hacía falta decir nada. Nos mirábamos a los ojos y sabíamos que podíamos hacer cualquier cosa. Éramos amigos antes que futbolistas y, después de los entrenamientos, nos íbamos a tomar una cerveza. Todos íbamos a lo mismo. Era un placer ir a entrenar a diario”, cuenta el capitán.
Después, se sumaron a aquel engranaje perfecto nombres como los de Fernando Sales, Ángel Sánchez o Jean Sylvain Babin, que también son emblemas del Alcorcón. Y el club se quedó a un pasito del más difícil todavía: el ascenso a Primera, en aquella final del ‘playoff’ en el José Zorrilla y frente al Real Valladolid. “Recuerdo que mi familia, que es de Valladolid, estaba viendo el partido en el campo. Y nos decía que, en el descanso, no hablaba nadie. El estadio estaba en silencio. Todo el mundo estaba incrédulo, viendo que estábamos haciendo méritos para subir a Primera. Y nos quedamos a solo un gol de hacerlo”.
Era la temporada 2011/2012, la segunda del Alcor en Segunda y la última de ‘Anquelotti’ en su primera etapa en Santo Domingo. Al año siguiente, con José Bordalás, el Alcor estuvo toda la temporada en la zona alta y jugó la promoción, aunque cayó frente al Girona. “Ese año llegamos un poco más fundidos al final. Estuvimos gran parte de la campaña en ascenso directo, pero se nos escapó en las últimas semanas”, refiere el ‘8’, que todavía estuvo otras tres temporadas más en el Alcor. Hasta su salida, al final de la 2015/2016.
La “espinita” de su marcha de Alcorcón
“En el verano de 2015, llegó un entrenador (Juan Ramón López Muñiz) que no contó conmigo y no me dio oportunidades. Yo seguí trabajando hasta el final, pero me queda la espinita de no poderme despedir como yo creo que me hubiera merecido tanto yo como la afición”, comenta Sanz. Tras aquella temporada, en la que solo disputó un partido de Liga, el ‘8’ siguió en el sur de Madrid. Fichó por el Fuenlabrada, entonces en Segunda B, donde estuvo dos temporadas y terminó siendo uno de los capitanes, antes de colgar las botas con 38 años. “En el ‘Fuenla’ fue todo muy bien y pude despedirme como me gusta: jugando al fútbol. Pero me hubiera encantado retirarme en el Alcorcón. Mentiría si dijera lo contrario”, se sincera.
Aunque el fútbol, ya se sabe, muchas veces no es justo. Como tampoco lo fue con Anquela, en su segunda etapa en Alcorcón. “Cuando volvió en noviembre de 2020 para salvar al equipo en una situación muy difícil, nadie daba un duro por el equipo. Pero lo consiguió sacar. De Anquela solo puedo decir cosas buenas. Es un gestor de vestuario increíble y muere por sus jugadores. Creo que no se le trató justamente, por todo lo que ha conseguido con este club”, refiere el exfutbolista. que estudió Magisterio y que ahora disfruta de su nueva vida como profesor, en un colegio de Móstoles.
“Pude tener una transición muy bonita entre mis dos pasiones: el fútbol y la enseñanza. Pero es verdad que me sigue picando el gusanillo. Sobre todo, cuando estoy sentado en la grada y veo a los jugadores en el campo, en el momento en que salen del vestuario”, destaca un Rubén Sanz que no oculta su pasión por el Alcorcón, del que ahora disfruta como aficionado semana a semana.
De hecho, habla incluso en primera persona cuando analiza la situación actual del club. “Esta temporada, los resultados no están siendo muy positivos. Hemos perdido muchos puntos con filiales en las primeras jornadas, lo que nos ha hecho mucho daño. Pero tenemos que tener esperanza, porque los jugadores son muy jóvenes y tienen buenas individualidades”, sentencia el gran capitán alfarero, estandarte de una generación que hizo historia en Alcorcón.
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