Jóvenes y héroes de Alcorcón en Valencia: “En cuanto vi lo que estaba pasando, me planté allí sin dudarlo”

Jóvenes y héroes de Alcorcón en Valencia: “En cuanto vi lo que estaba pasando, me planté allí sin dudarlo”

* Texto adaptado del vigesimoprimer número del periódico impreso de alcorconhoy.com, correspondiente a noviembre de 2024. Para leer el periódico completo, puedes hacerlo haciendo clic aquí.

Alba y Mario, de 24 y 21 años, son dos de los muchos vecinos de nuestra ciudad que se han desplazado a las zonas afectadas por la DANA para ayudar

En las últimas semanas, miles de personas se han volcado para aportar su grano de arena donde realmente se necesita: ayudando en las zonas asoladas por el paso de esa DANA tan devastadora y que tanto ha afectado a varios puntos de la geografía española. En especial, en la provincia de Valencia, que, según datos oficiales, cuenta con un total de 75 municipios golpeados en mayor o menor medida por la tragedia. 

Muchos de esos voluntarios que han cogido su mochila y han recorrido cientos de kilómetros para arrimar el hombro en lo posible son de Alcorcón. Centenares de vecinos de nuestro municipio han cogido su coche y han acudido allí para tender su mano a los afectados. De entre ellos, muchos jóvenes, como Alba o Mario. Dos de los tantos héroes anónimos que están sumando, y mucho, para tratar de devolver una “cierta normalidad” a las zonas afectadas y que, por tanto, bien merecen ser los ‘Alfareros ilustres’ de este mes en alcorconhoy.com.

“No tuve ninguna duda. En cuanto vi todo lo que estaba pasando, me puse enseguida a recoger material y me planté allí al tercer día de que sucediera todo”, cuenta Alba a alcorconhoy.com. Ella, que solo tiene 24 años y trabaja en el sector sanitario, ha ido ya en dos ocasiones a Valencia en las últimas semanas. “Primero fui con mi pareja y estuvimos un día en Utiel. Pero me supo a poco y pensé que podía hacer más. Así que, a los pocos días, me informé de los pueblos que más ayuda necesitaban y me fui yo sola para allá para estar otros cinco días”, señala la joven, que ha preferido ocultar su rostro de cara a este reportaje.

Mario, por su parte, fue para allá con varios amigos. “Éramos seis, de los que dos somos de Alcorcón”, afirma. Él tiene 21 años y trabaja de monitor deportivo, por lo que tuvo que pedir días libres para poner rumbo a Valencia. “Nos fuimos un martes, así que tuve que pedir un sustituto para irme allí a ayudar. El primer día estuvimos en Catarroja. De ahí, nos fuimos a Paiporta; y también estuvimos en Ribarroja y Aldaia”. Por Paiporta y Aldaia también pasó Alba, que, además de en Utiel, estuvo ayudando asimismo en Requena.

“Aquello parecía el apocalipsis”

Aunque Paiporta fue el lugar que más impactó a la joven. “Era el municipio que peor estaba, con diferencia. Aquello parecía el apocalipsis. Había calles por las que no se podía transitar, que estaban hasta arriba de muebles sacados de las casas y en las que el agua te llegaba hasta las rodillas. Y lo más impresionante es que la gente está teniendo que convivir con eso. Hay personas que han tenido que estar diez días sin poder salir de sus casas”, enfatiza Alba.

A Mario le chocó mucho la radiografía que le hizo un vecino de Catarroja. “Recuerdo la historia de un señor que vivía justo a las afueras del pueblo y que veía el Barranco del Poyo desde su casa. Nos contó que se metió un segundo para dentro y que, a la que volvió a salir, el barranco estaba lleno de coches, con una ola de agua increíble… y que estaba arrastrando a personas”, refiere el joven.

Una vez allí, toda ayuda es poca. “En la tele sacan las calles que mejor están. Cuando llegas allí, no te esperas que vaya a estar todo tan mal. Impresiona mucho. Se necesitan manos por todas partes”, afirma Alba, que estuvo pernoctando entre su coche y un polideportivo y que llevó a cabo todo tipo de tareas. “Al principio, no estaba allí el Ejército y tampoco había demasiados efectivos de seguridad, por lo que la organización era un poco difícil. Repartí comida y material y estuve achicando agua y fregando en comercios, en colegios, en casas…”. añade.

Aunque hay momentos que quedarán en su retina para siempre. “Lo más duro fue entrar en casas para limpiar… y ver cómo los propietarios se derrumban al ver todas sus cosas y recuerdos destruidos; y que tienen que romper sus propios muebles para sacarlos de la casa. Todos los sentimientos están a flor de piel. Tuve una situación en casa de unos señores mayores, que encontramos un álbum lleno de fotos que no se podían salvar, y me pidieron que lo tirase yo, porque ellos no eran capaces. O un jarrón roto… que se habían traído de su luna de miel. Y tú tienes que acompañarlos sentimentalmente. Terminas llorando, mientras achicas agua”, señala Alba.

Golpe de realidad

Para Mario, de lo más chocante fue el comportamiento de las personas más afectadas por la tragedia. “La gente es súper amable y está muy agradecida de que vayas a ayudar. Me impresionó que el ambiente fuera tan bueno cuando, en cuanto llegas allí, parece que acaba de ocurrir una guerra. Aunque eso sí, en cuanto te pones a hablar de verdad con los vecinos de allí… se derrumban. Así que me parece muy de destacar el valor que tiene esa gente para poder hacer una simple broma o sacar una sonrisa, cuando realmente lo está pasando tan mal”, apunta el joven.

Son muchas las vivencias de este chico de Alcorcón en los días que pasó en Valencia. De entre ellas, recuerda con orgullo que a él y a sus amigos incluso les felicitó una brigada de la Unidad Militar de Emergencia (UME) cuando se implicaron para vaciar de agua un garaje. “Por muy especialista que seas, entre un equipo de seis personas no se puede limpiar el garaje de una comunidad. Y nos agradecieron mucho que les ayudásemos a hacerlo”, enfatiza Mario. 

Ni él, ni Alba, ni tantos otros chicos dudaron un solo segundo en ir allí a aportar lo posible. “Y yo ya estoy planeando volver a hacerlo por tercera vez”, afirma Alba. “A mí siempre me ha gustado mucho ayudar. De hecho, quiero estudiar inclusión social. En mi familia me han dicho incluso que soy su héroe, aunque yo no me lo tomo así”, apunta Mario. “A la gente de allí le sorprende mucho la gran cantidad de jóvenes que hemos ido para allá. Había incluso chavales de Holanda. A menudo, la gente no se fía de los jóvenes, pero hemos demostrado que sabemos estar a la altura”, concluye Alba, que, como Mario y otros tantos, ha dado un increíble ejemplo de solidaridad. Alfareros ilustres, por méritos propios.

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