Un escrito de David Comas, quien fuese su jefe de Gabinete y amigo. Jesús Santos, el alcorconero que soñaba despierto
* Texto adaptado del vigesimosexto número del periódico impreso de alcorconhoy.com, correspondiente a abril de 2025. Para leer el periódico completo, puedes hacerlo haciendo clic aquí.
Cuando sacaba esa sonrisa picarona muchos pensaban que se le había ocurrido una maldad, pero en realidad estaba soñando. Porque, aunque no se lo crean, Jesús Santos soñaba despierto.
Era audaz, inteligente y apasionado. Porque para soñar hay que sentir, para sentir hay que creérselo y otra cosa no, pero él se creía Alcorcón. Tanto, que le corría por las venas.
Decía que no era un político, sino un basurero haciendo política ¡Y qué gran verdad! Se hacía cargo de lo concreto sin perder nunca la imaginación. Por eso, siempre tenía un pie en lo cercano pero la cabeza puesta en el futuro.
Es fácil recordarle paseando por la calle Mayor o Las Retamas, parándose a hablar con quien tuviera algo que decirle. Daba igual que el problema fuera grande o pequeño. Si le importaba a un vecino, era importante. Por eso, mientras escuchaba, dialogaba o incluso discutía ya estaba pensando en el siguiente paso.
Porque Jesús era un visionario. Se imaginaba una ESMASA referente, un Alcorcón liderando el sur o un proyecto político municipalista cuando al resto les parecía poco menos que una fantasía. Soñaba con una ciudad para vivir, con un Alcorcón del que sentirnos orgullosas y orgullosos y nos invitaba a ser mejores para legarles el fruto del trabajo colectivo a nuestras hijas, hijos, nietas y nietos.
Enunciaba los cambios antes de que ocurrieran y, por eso, los hacía posibles. Un ejemplo lo tienen en octubre de 2018. Aún en la oposición, reventó el salón de actos del Buero Vallejo para explicar, con todo lujo de detalles, su plan de limpieza. Les recomiendo que revisen aquel encuentro porque, viendo cómo enfrentó la gestión de ESMASA como teniente de alcalde años después, parece profético. Lo imaginaba para hacerlo plausible y, cuando ya se aceptaba como posible, simplemente lo hacía.
Porque Jesús tenía la capacidad de transformar la incredulidad de una ciudadanía legítimamente desencantada con la política en orgullo y respeto. Lo hizo a golpe de pasión, trabajo y hechos, con la fuerza de lo concreto y el orgullo de ser pueblo como banderas. No era una forma de hacer política, sino una manera de estar en el mundo. Así entendía la vida, como un servicio para los demás.
Cuando el cáncer se lo llevó fue como si a Alcorcón le hubieran arrancado un pedazo de alma. El tanatorio acogió a una multitud diversa donde no importaban procedencias, trayectorias e ideologías, mientras que sus compañeras y compañeros de recogida de basuras desviaron su ruta para darle un sentido minuto de silencio, un aplauso cargado de cariño y una despedida a golpe de claxon. Toda esa humanidad que practicó en vida volvía en forma de desborde, como a él le gustaba.
El miércoles tras su marcha, el Ayuntamiento convocó un pleno extraordinario para despedirle con los honores que se merece. Los vecinos, su pueblo, se agolpaban nuevamente en un centro cívico repleto hasta la bandera, dispuestos a mandarle un último adiós.
Una camiseta que rezaba “¡Súmate al Alcorconazo!” coronaba su asiento, ahora vacío. Muchos sonreímos, porque se trataba de una reliquia municipalista. Con ella comenzamos la campaña electoral de la esperanza que, en 2019, nos llevó en volandas hasta el Gobierno municipal. Me acuerdo de que funcionó porque hablaba de cómo el humilde podía ganarle al poderoso. Como quien gana una huelga imposible y salva a la empresa pública por la que lo has dado todo. Esa campaña fue puro Jesús Santos, como la de 2023 en la que Alcorcón volvía a sonreír porque, tras cuatro años de esfuerzo, la ciudad, por fin, soñaba despierta.
Es difícil despedir a una persona tan grande. Sobre todo, cuando lo sientes, a la vez, como amigo y como una parte inseparable de tu vida.
Tal vez, el camino pase por sentirnos orgullosos por su legado, por seguir hacia delante y por recordarle con esa sonrisa que anticipaba una genialidad.
Porque intentando cambiar el mundo, Jesús Santos nos cambió la vida. Y por ello le estoy agradecido.
Descansa en paz, compañero. Ya eres leyenda.

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