Historias de borrachos en Alcorcón. Primera historia: ¿Qué es eso?

Historias de borrachos en Alcorcón. Primera historia: ¿Qué es eso?

Nueva saga de microrelatos ambientados en el municipio. Historias de borrachos en Alcorcón. Primera historia: ¿Qué es eso?

¿Qué es eso? La noche en la que Julián y Marco decidieron salir de copas comenzó como cualquier otra. Era viernes, y ambos amigos habían pasado la semana quejándose del trabajo, de la rutina y del calor insoportable del verano. Así que, sin pensarlo demasiado, acordaron encontrarse en el Diodón,donde solían hacerlo habitualmente.El pub, un local de luces tenues y música suave, estaba más lleno de lo habitual. Los amigos pidieron cervezas y charlaron durante horas. Se rieron de algunas anécdotas del pasado y soñaron con un futuro donde no tuvieran que madrugar ni soportar jefes insoportables. Entre risas y brindis, las cervezas se convirtieron en wiskis y el alcohol no tardó en hacer mella.—¿Sabes qué necesitamos? —dijo Marco con una sonrisa pícara mientras se tambaleaba ligeramente—, hacer algo especial.Julián lo miró con una ceja levantada. —¿Especial? Hermano, con lo que hemos bebido, la única aventura será llegar vivos a casa.Pero Marco no estaba dispuesto a escuchar excusas. Se levantó de un salto, tan rápido que casi derribó la mesa.—¡Vamos! Conozco un lugar perfecto a las afueras donde se pueden ver las estrellas.Aunque Julián intentó protestar, la insistencia de su amigo y el alcohol en sus venas le hicieron ceder. Subieron a la vieja furgoneta de Marco, una Berlingo con 250.000 kilómetros. Ambos rieron como adolescentes mientras cantaban canciones desafinadas de Barón Rojo a todo pulmón.Tras unos minutos de viaje, llegaron a unos pequeños montículos de tierra con hierba baja a las afueras, cerca del polideportivo Santo Domingo. La calle estaba desierta, y el cielo, despejado.Parecía una bóveda infinita llena de estrellas. Marco apagó el motor y ambos bajaron llevando consigo unas botellitas de wiski tipo minibar de hotel.—Esto es lo que te decía —dijo Marco, extendiendo los brazos hacia el cielo—. mira las estrellas.Es como si pudieras tocarlas.Julián asintió, tambaleándose un poco. Subieron a una de las lomas y se sentaron sobre la hierba,apurando las botellas mientras observaban en silencio el firmamento. En medio de aquella calma,sucedió algo extraño.Primero fue un zumbido, un sonido grave casi imperceptible que parecía provenir de todas partes y de ninguna a la vez. Julián frunció el ceño y miró a su amigo.—¿Lo oyes?Marco, que en ese momento estaba orinando, contestó:—Sí. ¿Qué demonios es eso?Entonces lo vieron. Primero fue un pequeño punto en el horizonte, como una estrella más brillante que las demás. Pero el punto creció rápidamente, moviéndose de forma errática, zigzagueando en el cielo como si desafiara las leyes de la física.Eso no es un avión —susurró Julián, que sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Continuará…

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