Europa avanzaba hacia la eficiencia energética, mientras Alemania retornó temporalmente a los Combustibles Fósiles.
En un momento crucial para la lucha contra el cambio climático, Europa enfrenta el desafío de equilibrar la creciente demanda de energía con la necesidad imperativa de reducir las emisiones de carbono. Mientras que el continente ha estado liderando la transición hacia fuentes de energía renovable y la eficiencia energética, en los últimos dos años, ha habido un giro preocupante hacia los combustibles fósiles en uno de sus principales actores: Alemania.
Durante años, Europa ha estado en la vanguardia de la adopción de políticas y tecnologías destinadas a reducir su dependencia de los combustibles fósiles y a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los altos precios de la energía, los conflictos armados y la volatilidad en los mercados la llevaron a reconsiderar su enfoque y volvieron a reabrir centrales eléctricas de carbón.
Alemania, reconocida mundialmente por su ambiciosa transición energética hacia fuentes renovables, ha enfrentado desafíos significativos en los últimos años. La producción de las energías solar y eólica ha demostrado ser susceptible a la variabilidad climática, lo que ha generado preocupaciones sobre la estabilidad del suministro, además de que la corriente obtenida trabaja en frecuencias que deben ser convertidas a las de la red eléctrica mediante inversores, que en ocasiones no tienen la calidad suficiente o no están instalados debidamente, produciéndose daño en los sistemas. No todos los aparatos pueden funcionar con estas energías.
En respuesta, el gobierno alemán tomó medidas para impulsar la producción eléctrica a partir del carbón y el gas natural, lo que le llevó a un aumento en las emisiones de CO2.
Aunque el 31 de marzo, Alemania volvió a cerrar dichas centrales, estos movimientos han generado preocupación entre los defensores de la sostenibilidad y han planteado interrogantes sobre el compromiso de Europa con sus objetivos climáticos. Si bien es comprensible la preocupación por el medio ambiente y el clima, ¿es inteligente y seguro hacer esta transición tan rápido?
En mi opinión, sí en cuanto a que el mundo lo necesita si no queremos desaparecer, pero el problema es que no estamos preparados. Estas energías no son suficientes para mantener nuestro modo de vida y mucho menos para el insaciable progreso tecnológico.
El desafío para Europa, reside en encontrar un equilibrio entre la seguridad energética, la estabilidad económica y la protección del medio ambiente. Esto requiere un enfoque integral que fomente la innovación en energías renovables, la eficiencia energética y la gestión responsable de los recursos naturales. Solo mediante un compromiso renovado con la sostenibilidad y la cooperación internacional, nuestro continente podrá avanzar hacia un futuro energético más limpio y seguro.
Por otro lado, Francia, conocida por su enfoque en la energía nuclear, ha enfrentado problemas de seguridad y de gestión de residuos nucleares, lo que ha llevado a una disminución en la confianza en esta fuente de energía. Como resultado, y sin llegar al nivel de Alemania, el país recurrió puntualmente al aumento de la producción eléctrica a partir de combustibles fósiles para garantizar la estabilidad del suministro.
Ahora os hago una pregunta: ¿Por qué Francia y otros países pueden tener tantas centrales nucleares y nosotros no?
Estoy seguro de que un accidente en una de estas plantas del país vecino, nos afectaría también a nosotros, sin embargo pagamos la energía más cara para ser verdes.
No olvidemos que Europa tan solo produce el 7,7% de la contaminación mundial y España el 0,58%.
Jose Luis Blanco Corral es autor de la novela corta Cuando no quedan lágrimas, disponible en Amazon y de la antología de relatos Vidas Anodinas, publicada por la editorial Suseya.
*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.
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