Desde mi Colmena en Alcorcón: este mar en Alcorcón, esta gaita

Desde mi Colmena en Alcorcón: este mar en Alcorcón, esta gaita

Nueva columna semanal que nos traslada cientos de kilómetros con solo cerrar los ojos. Desde mi Colmena en Alcorcón: este mar en Alcorcón, esta gaita

Mi mar, ese añorado mar donde el sol ruge al penetrar el horizonte rojo…, ha venido a verme. Entre un clamoroso suspiro de gaita y los latidos de un tambor mi querido mar celta me ha hecho llegar su nostalgia teñida de salitre. Hasta aquí ha llegado, sí, hasta el recinto ferial de Alcorcón. 

Cuando ya recogíamos el puesto de los libros con “Vidya Castrexa” modestamente coronada por el evento, invitada con honores en esta maravillosa celebración, me ha invadido un aroma a aquellas flores nocturnas que despertaban con el crepúsculo gallego.  

No fue sólo cosa mía: el último compañero que quedaba allí también las olió y quedó hechizado por la fragancia de los anocheceres que guardo en el rincón dorado de mis recuerdos. 

Esta noche soy gaviota. Estoy y no estoy; vuelo, aunque pise tierra; aunque conduzca un coche que atraviesa Alcorcón hasta mi domicilio, situado al pie de un bello y envidiable castillo sin más mar que el vítreo museo que alberga. 

Surcando nuestras calles, mi mente viaja atrapada por el recuerdo. En él, bordeo una costa miles de veces recorrida con mis padres: desde Vigo, o desde Baiona, o desde A Guarda o Tui a la aldea de Mougás; a aquella frágil casita que todavía se sostenía sobre unas vigas comidas por la humedad, bajo las cuales, entre botellas de gaseosa “Pitiusa” y alguna culebra traicionera, dormiría nuestro vehículo.  

Curva tras curva, en el zigzagueo de mi vuelo aspiro desde la ventanilla una combinación irrepetible de aromas que, como en un lienzo, se van estampando sobre el fondo de color y olor marino. Al bajar del coche, añoro el cosquilleo de unas hierbas salvajes, más rígidas y gruesas, en mis tobillos. Aún puedo sentirlas.

En torno a mí rebosan de jolgorio y olor a frituras las terrazas de los bares. Pero esta noche son un espejismo lejano. Porque esta noche yo atravieso una parcela repleta de doradas espigas que ondean enrojecidas por el sol que espantó a Décimo Junio Bruto, intrépido cónsul romano que venció a los más fieros celtas, los bracari, y, sin embargo, salió despavorido dando por embrujada la tierra de mi madre. 

Me acuesto y quiero imaginarme en aquella cama húmeda y fría; hundida en la gomaespuma de su colchón, que se calentaba rápidamente envolviendo mi peso y el de las mantas, para sumirme en un profundo sueño.  

Si cierro los ojos, me cuesta menos escuchar la alternancia de siseos y estallidos de las olas en su interminable contienda contra la barrera de rocas que alguna vez lograron franquear para crear los maremotos de mis pesadillas. Aunque suene extraño, añoro incluso el estremecimiento que me hacía correr a esconderme bajo las sábanas, si al levantarme en la noche para ir al baño, me asomaba a la ventana y sentía entre los maizales una agitación provocada por la fantástica criatura que se aproximaba, feroz, para arrastrarme con ella a lo profundo del bosque. 

Hasta esa nostalgia se me clava en el pecho esta noche, además de otras más dulces, como la de preguntarme, mientras observaba la parte superior de la litera donde dormía mi hermana, si al día siguiente nos pondríamos bañador o botas de lluvia; o ambas cosas porque allí, como no fueras capaz de bañarte lloviendo o con nubes, lo llevabas claro (eso sí: el resto del año ni un catarro nos pillaba en Madrid). 

Si afinaba un poco el oído, tal vez captaría incluso el garrapateo del pequeño ratón de ojos grandes y brillantes que nos roía las cajas de galletas sin que el perro se inmutara. Desde mi Colmena en Alcorcón: este mar en Alcorcón, esta gaita

Hasta eso echo de menos.

Esta noche vuelo lejos de aquí, por obra y gracia de la Casa de Galicia y su gaita embrujada.

Patricia Vallecillo – escritora y presidenta de la Asociación de Escritoras 100 Miradas.

Autora de la trilogía Las abejas de Malia y del cuento Letras para una bruja.

Facebook: Las Abejas de Malia libro.

Instagram: escritorapatriciavallecillo.

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