Nueva columna semanal sobre pocas flores, muchos cardos y un penacho amarillo. Desde mi Colmena en Alcorcón: el abril más raro
Sin lugar a dudas, este mes de abril nos está trayendo acontecimientos difíciles de digerir para mirar al futuro con optimismo. Por otro lado, se está llevando a muy encomiables referentes, mitos del arte unos, héroes de profesión otros, alguno especialmente amado por todos.
Desde muy joven, me invade la creencia de que, si hay un dios, tiene prisa por llevarse a los mejores, dejándonos aquí un panorama apocalíptico a cargo de los peores bichos de la humanidad. Por poner un ejemplo bien destacable, lo de Trump es la broma más pesada que vamos a vivir (sí, hablo en future continuous, como dicen los angloparlantes, porque la que está liando contra la UE no es nada comparado con lo que está por venir).
Pues sí: lo de Hitler fue un cachete comparado con la paliza que nos ha estado guardando este matón de patio acompañado de su siniestro alfil tecnológico. Ha llegado el siguiente azote a la humanidad.
El panorama es de traca. Una se imagina a los más loables personajes abandonando este mundo con una triste despedida, más debida a cómo saben la que se nos viene encima que al “adiós” en sí. Como vaticinaban ciertas páginas de la Biblia, si no recuerdo mal, aquí nos quedaremos la mayoría rechinando los dientes por nuestros pecados o, como mínimo, por tanta imbecilidad, mientras que los buenos habrán sido llamados a tiempo, antes de pasar por el infierno que se prepara en la tierra de los vivos. Y si no, que se lo pregunten a los gazatíes. La diferencia es que ellos no mueren; los mata otro chalado, respaldado y financiado por el del pelo-mocha y sus aliados en occidente. No tardará en extender su siniestra versión de selección natural al resto de países.
Ahora empezamos a abrir los ojos. Esperemos que no sea demasiado tarde para recuperar la cordura de entre tanto escombro y sedimento mediático manipulado para cargar de odio e ignorancia los cañonazos que lanzamos contra las moscas mientras los avispones que ansían imponer un nuevo ―y siniestro― orden mundial siguen devorando a las abejas y el poco legado que va quedando de ellas.
Existe un libro revelador de fácil lectura y, sobre todo, de muy valiente investigación y redacción por parte de su autora, Naomi Klein ―si su volumen os intimida, existe un documental― cuya lectura / visualización en su caso, propongo encarecida y urgentemente: “La doctrina del shock”.
Abrid los ojos y sed bienvenidos a la que se está liando para nosotros mientras seguimos dando vueltas en un taburete al son de la pandereta, las cantinelas y muletillas que alentan a la resignación contra la injusticia y convierten en virtud la condición de esclavo.
Después de las flores se vienen cardos, muchos cardos. A ver si estamos a tiempo de recuperar aquel jardín de bienestar social, precios controlados ―y por tanto sostenibles― y sueldos decentes que tanto trabajo costó lograr hasta hace un par de décadas, cuando la voracidad privatizadora trajo esta miseria económica a los bolsillos y la ignorancia para envenenar la ética.
De momento ya haremos bien en cambiar algún hábito de consumo que otro, para pagar con la misma moneda los belicosos aranceles que nos exige el bravucón pelo-mocha amenazando nuestra economía.
¿Seremos capaces de dejar de delegarles toda la responsabilidad a los políticos y asumir nosotros nuestra responsabilidad como población?
Patricia Vallecillo – escritora.
Blog: https://erase-una-vez-entre-otras-cosas.webnode.es/blog/
Autora de la trilogía Las abejas de Malia y del cuento Letras para una bruja.
web: https://las-abejas-de-malia2.webnode.es/
Facebook: Las Abejas de Malia libro
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