Nuevo recopilatorio de relatos de ficción inspirados en localizaciones del municipio. Alcorcón Extraño: Abuelo, cuéntame más
—Abuelo, ¿es verdad lo que cuentan sobre la Ruta de las ratas? Nos lo ha contado un profe en la universidad y me ha parecido de película. Si es cierto, quiero hacer mi trabajo de fin de carrera sobre ello —dijo Lucas a su abuelo mientras tomaban el sol en el jardín. Su abuelo, con la mirada perdida en recuerdos del pasado, sonrió levemente.
—La huida de Klaus Richter
De película, dices… Pues fue tan real como lo somos tú y yo ahora mismo. —contestó el anciano con voz suave. —La Segunda Guerra Mundial estaba llegando a su fin. Alemania se desmoronaba y muchos nazis de alta graduación buscaban desesperadamente una vía de escape antes de que les atraparan las tropas aliadas. Entre ellos, un tal Klaus Richter, un oficial de las SS apodado El Demonio. Su única esperanza era España, por ser neutral en la guerra y porque el régimen de Franco sentía cierta simpatía por Hitler.
Richter llegó a España por la ruta de los Pirineos con una identidad falsa, como tantos otros. Pero su verdadero viaje, su «ruta de la rata», comenzó en Galicia. Desde allí, con la ayuda de una red de contactos que el régimen franquista y elementos cercanos a él habían establecido, se preparó para zarpar hacia Italia. La costa gallega, llena de recovecos y de pequeñas calas, era perfecta para estos movimientos clandestinos. Recuerdo los rumores en la radio de barcos que salían de noche sin luces.
Ahora, España no lo hacía gratis por caridad hacia los perdedores, Lucas. Franco era pragmático y no hacía nada por nada. A cambio de esta protección, se rumoreaba que llegaban a España cargamentos de oro nazi, parte del botín que habían saqueado por toda Europa. Y no solo eso, sino también piezas de arte y, lo más intrigante, reliquias históricas de valor incalculable que habían acumulado en su fanática búsqueda de artefactos que confirmaran sus delirios de superioridad aria. Era un trato conveniente para ambos: impunidad a cambio de riquezas y objetos que el régimen podría exhibir o usar como moneda de cambio en el futuro.
Pero la historia de Richter dio un giro inesperado. Justo cuando estaba a punto de embarcar, recibió nuevas órdenes: parece ser que alguien en la cúpula del régimen, alguien con mucho poder y con el visto bueno del Fürer, decidió que sus conocimientos, o tal vez sus contactos, podrían serle útiles a Franco en la nueva España que se gestaba. Así que, en lugar de partir hacia Italia, Richter fue trasladado a Madrid.
Y aquí viene lo más increíble, Lucas: se exilió en una casa céntrica de Alcorcón. ¿Sabes de quién era la casa? Del hermano de un importante político franquista. ¡Imagínate! Un nazi escondido a plena vista, en un municipio que, por aquel entonces, era un pueblo a las afueras de la capital. Tras un año aprendiendo el idioma comenzó a pasearse por el pueblo como si nada, con otro nombre y otra vida. Nunca le faltó el dinero. Se integró con los lugareños, los cuales creyeron que era un artista holandés dado que exponía sus obras en los mercadillos y no se le persiguió ni se le juzgó por sus crímenes. Vivió sus últimos años en Alcorcón recibiendo extrañas visitas ocasionalmente y bajo la protección de quienes lo vieron como un activo en lugar de por lo que en realidad era: un criminal de guerra.
—Es una historia dura, abuelo —dijo Lucas, pensativo—, pero es la clase de verdad que necesitamos contar en el periodismo.
Exacto, Lucas. Es la historia de cómo la política, el poder y los intereses económicos, pueden reescribir el destino de las personas. Y tu trabajo como periodista, será asegurarte de que estas historias, por incómodas que sean, nunca se olviden. La ruta de las ratas no fue solo un camino físico; fue un camino de complicidades y silencios comprados que permitieron a muchos asesinos escapar de la justicia a cambio de información, oro y reliquias manchadas de sangre.
—¿Y tú cómo sabes todo esto?
El abuelo miró a su nieto con una chispa de ira y de rencor en sus ojos.
—Porque quien alojó en su casa a Richter fue mi padre.
Ahora ve y haz tu trabajo, Lucas. Que el mundo sepa la verdad.
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