De Alcorcón al cielo: Un (otro) verano de extremos

Tribuna especial sobre la llegada de una nueva estación estival y lo que ello conlleva. De Alcorcón al cielo: Un (otro) verano de extremos

* Texto adaptado del vigesimoctavo número del periódico impreso de alcorconhoy.com, correspondiente a junio de 2025. Para leer el periódico completo, puedes hacerlo haciendo clic aquí.

El pasado mayo fue más caluroso de lo habitual. Para sorpresa de nadie, en realidad. Los termómetros batieron récords los últimos días del mes, superando registros nunca antes alcanzados en esta época. Más de 40 grados llegaron a marcar, antes de que el calendario estrenase junio. Nada que celebrar, que dirían los ‘Millennials’. Sobre todo, para los que somos calurosos.

El verano, así las cosas, llega calentito a Alcorcón. Y no solo por la tensión política que se viene respirando en las últimas semanas en la ciudad (y también a escala nacional, para qué mentirnos), que eso daría para un puñado de tribunas. Un año más (y ya van…), el calor ha llegado antes de lo esperado y ha convertido las calles en un horno. Incluso de noche, con temperaturas tocando los 30 grados en las madrugadas (tropicales) en el quinto mes del año. Sin que hubiera todavía noticias en la tele de Ramón García y su Grand Prix. Ver para creer. 

Las altas temperaturas, así pues, se han adelantado otro año más. Seguían aún los abrigos y chaquetas agazapados en el armario, aguardando para volver a salir a bailar, cuando, de un plumazo, el bochorno y el calor les han mandado a la lona. En un tris, hemos pasado de ir tapados hasta los topes a que sobre casi toda prenda de ropa. Porque con el entretiempo ahora ocurre como con la justicia en el deporte: que no existe. El cambio climático lo ha devorado. Como tantas otras cosas.

Aunque claro, estos fenómenos meteorológicos tan ‘locos’ no juegan solo en una dirección. Si no, fíjense en lo que los cielos nos tenían preparado para el 11 de junio, con esa granizada bárbara que dejó bolas de hielo del tamaño de pelotas de golf e importantes inundaciones en Alcorcón. ‘Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo’, dice el popular refrán. Aunque el 41 tocó salir de casa hasta con casco, con las compañías aseguradoras de coche jurando en Arameo. Y todo ello, recuerden, después de todas esas semanas en las que no paró de llover un solo día. Que parece que fue hace mucho, pero no hace tanto.

Las dos España, ya lo ven. Un día te asas y, al siguiente, no puedes salir a la calle sin paraguas. Claro, que en el término medio está la virtud. ‘Ni Juan, ni Juanón’, que diría mi madre. Pero el clima, ya saben, no entiende de medias tintas. Con lo que mola la época de chaquetillas y sobrecamisas.

Pero es lo que tiene el cambio climático, que es una realidad pese a que siga teniendo negacionistas (los hay, sí…). En mayo, hizo tanto calor en toda Europa que, en Groenlandia, la velocidad del deshielo en los polos se multiplicó casi que por veinte. En España, vivimos el segundo mayo más caluroso de la historia, en el que se superaron los 40 grados por tercera vez en los últimos cuatro años… después de una primavera, por cierto, que fue bastante fresca y lluviosa. El que lo quiera entender, que lo entienda, como dice el gran Borja Pérez en esa serie tan magnífica como infravalorada que es ‘Qué vida más triste’.

Y, como todo, nuestro cuerpo también tiene que adaptarse a tanto trajín. Así pasó, que, con estas temperaturas tan convulsas, las consultas médicas estaban colmadas de gente con resfriados, dolores de garganta y otras patologías varias. Las farmacias han hecho el agosto en estas semanas. No es para menos. 

Hace unos pocos años, el aclamado cineasta M. Night Shyamalan presentó el largometraje ‘Tiempo’, que sigue a un grupo de personas que quedan atrapadas en una isla en la que el tiempo discurre a una velocidad de vértigo, donde 24 horas de reloj son lo equivalente a casi 50 años. Este que les habla no quiere pensar, ni de lejos, lo que podría ser meter en ese paraje esa masa redonda (para algunos plana, cada cual con sus cosas) que es la Tierra y esperar a que pasen solo un par de días. Y observar lo que pasaría. Qué miedo.

*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.