Apuntes desde Alcorcón: La balada de los sueños rotos

Alberto Viña nos trae una nueva columna semanal sobre el paso del tiempo y su realidad. Apuntes desde Alcorcón: La balada de los sueños rotos

Quienes usan Twitter conocerán un vídeo que aparece cada cierto tiempo en todas nuestras timelines: el nuevo actor de Spiderman, Tom Holland, bailando la canción de Umbrella en un programa de televisión. Para muchos es imposible no retuitear el vídeo cuando lo ven.

Esta semana me apareció otro vídeo legendario de esta mágica red social: una recopilación de grandes jugadas de Neymar cuando tenía 19 años, jugaba en el Santos y era feliz. Con la canción ‘Balada Boa’ de fondo. Uno alcanzó a decir que ese vídeo era el homólogo del de Tom Holland pero para los chicos. No me gustan nada las distinciones entre género. Solo puedo decir que yo siempre le doy me gusta o retuit cuando me aparece Neymar gambeteando y brillando en esos encantadores estadios brasileños.

Ver ese vídeo me reconcilia con el fútbol. Ya sabréis que es posiblemente lo que más me guste del planeta, pero me venía desencantando estos últimos meses. No conozco bien los motivos pero está ocurriendo. Siempre dije que lo más me gustaba del fútbol eran sus protagonistas y sus historias. Pero mentiría si no aclarase que el juego, el fútbol en sí, debe estar prácticamente al mismo nivel. De todos los futbolistas con renombre, Neymar es uno de los que mejor representa ambas cosas: un talento de época con un trasfondo y un personaje fantástico revoloteando a su alrededor.

Neymar nació al fútbol con apenas 18 años en el Santos brasileño. Recuerdo la época en la que comenzó a aparecer en los informativos deportivos españoles. Cada lunes teníamos un regate, un gol o una secuencia nueva. Sus peinados, sus bailes y sobre todo su talento me enamoraron. Era un jugador imposible de odiar. Lo mejor de Neymar era lo que prometía. Lo que estaba por llegar. Sonaba para todos los grandes de Europa. Terminó yendo al Barcelona, a jugar con su ídolo Messi.

Los años fueron pasando y lo que el fútbol nos juró que pasaría con Neymar nunca llegó a ocurrir. Cambió Barcelona por París. Perdió Mundiales y Champions. Desarrolló su talento y se convirtió en un enorme futbolista. El mejor por momentos. Pero la sensación es que se nos ha quedado corto. Parece no disfrutar ya del fútbol incluso. Da la sensación de que lo entiende como su profesión y no como su pasión ya. Contaba hace unos meses que no estaba seguro de tener la fortaleza mental suficiente para aguantar. Ha cumplido treinta años hace poco. Me enteré y se me cayó el alma a los pies. Neymar se está terminando, y con él una parte de lo que significa para muchos la esperanza.

Cuando me aparece su vídeo en mi timeline siempre me paro a verlo entero. Sigo alucinando con las jugadas que ya he visto mil veces y me dejo llevar por el estribillo de la canción. Pero sobre la segunda mitad del vídeo siempre me viene el mismo desconsuelo. Lo que pudo ser y ya nunca será. Neymar lo sabe y eso lo vuelve todo aún más doloroso. La ‘Balada Boa’ coge acordes menores y suena un tanto melancólica. Es la balada de los sueños rotos. La prueba gráfica de que las cosas no suelen salir como uno sueña y espera.

Un gran tuitero dijo que estaba cansado de que todo fuera Neymar contra el mundo y que siempre ganara el mundo. La realidad y el tiempo destroza sueños, ilusiones y esperanzas. Esto no incluye ninguna enseñanza ni moraleja. Es solo un lamento en voz alta. Y como tal, hay que terminarlo diciendo lo que se dice siempre tras contar algún problema: en fin…

AV

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