A sus 79 años Santi Millán es presidente de la Hermandad de Santo Domingo Santo Dominguín y un auténtico conocedor de la historia y evolución de Alcorcón. Santi Millán “He tenido la suerte de haber nacido, vivido y trabajado en Alcorcón”.
Hablar con Santi Millán es charlar con un testigo de la evolución de Alcorcón, pero, también, con un gran conocedor de su historia y tradiciones. Cercano, alegre, siempre con una sonrisa… Rezuma pasión alcorconera por cada poro. Habla de Alcorcón como “Mi pueblo”. Millán es el más pequeño de 8 hermanos. Hijo de Bonifacio y Tasimira. Su padre fundó la empresa Transportes El Boni. Lleva toda la vida en la ciudad y con él hemos abierto una ventana al Alcorcón de hace décadas, hemos conocido su vida, su labor al frente de la Hermandad y la evolución de Alcorcón. Santi Millán “He tenido la suerte de haber nacido, vivido y trabajado en Alcorcón”.
- ¿Toda la vida en Alcorcón?
Toda la vida. Bueno desde mi tercer día de vida. Nací en Madrid y el tercer día ya vine a la casa familiar en Alcorcón. Yo soy de apellido Millán y desde 1720 ya está ese apellido en Alcorcón. Somos 8 hermanos y siempre hemos vivido en Alcorcón. Mis abuelos paternos de Alcorcón, mi padre de Alcorcón… Desde mis tatarabuelos estamos en Alcorcón. Mi madre es de Móstoles. En la calle del Nuncio número 8 de Alcorcón mi padre hizo un bloque con ocho pisos, uno para cada hermano. Ahí hemos estado viviendo cinco hermanos.
- Tu padre fundó una empresa
Transportes El Boni. Mi padre era Bonifacio Millán. Mi padre era transportista. Con un camión suministraba pienso, paja, cebada… para los animales, es decir tema agrario y ganadero. En los años ´60 cuando en Alcorcón empezó el boom de la construcción mi padre empezó a diversificar y ampliar la empresa con máquinas excavadoras, camiones volquetes… ya tema de construcción. Nosotros seguimos con la empresa. Hasta casi el año 2000 los camiones de El Boni estaban en la calle Colón y después se trasladaron al Polígono Las Nieves de Móstoles en una nave. Allí sigue la empresa que la continúa mi sobrino ahora. Pasado el año 2000 yo vendí mi parte de la empresa a mi hermano. Que éramos los dos que quedábamos. Pero por problemas de salud de mi mujer yo ya solo quería dedicarme a ella. Lo arreglamos entre mi hermano y yo ya siguió él. Por aquel entonces teníamos 16 operarios. Siempre hemos sido una empresa seria y muy formal. Mi padre era muy conocido porque tanto con la ganadería y luego con la construcción él hacía muchos viajes por toda la zona sur de Madrid y por Toledo.
- ¿Toda la vida en la empresa familiar?
Soy el pequeño de los ocho hermanos. Pasé dos años en el seminario. Había intención de que fuera cura (risas). Me salí del seminario y a través de mi hermana entre en un colegio en Madrid y después de eso entre en una tienda de tejidos a trabajar a través de un profe que nos habló de esta oferta de trabajo. Hasta a los 20 años dejé ese comercio porque la empresa de mi padre empezó a crecer a lo largo de la década de los ´60 y necesitaban gente. Y allá que me fui a la empresa familiar.
- ¿Y tu madre?
Se llamaba Tasimira y se dedicaba a atender sus ocho hijos. No era tan raro como ahora tener tantos hijos. Recuerdo que la familia de enfrente donde vivíamos el tio Ramonet tenía seis hijos. Había unas cuantes familias de cinco, seis o siete hijos. Es más, yo tengo cinco hijos también. (risas). Mi padre tuvo 34 nietos. Somos varios hermanos con cinco hijos. Incluso a día de hoy los primos hacen por juntarse todos y organizan reuniones de 70-80 personas.
- ¿Cómo era Alcorcón cuando tu eras crío?
Pues fíjate… Éramos unos 600 habitantes. Alcorcón era calle Mayor llegaba hasta la calle Alfares. De la calle Alfares al campo solo había un edificio, el Matadero. Luego calle Colón que entonces se llamaba calle Juan Montero. Estaba la plaza de las Fraguas y el Paseo Castilla. Alcorcón era un cogollo de nada. No había ni una sola calle asfaltada. Alcorcón era agrícola, ganadero y todavía alfarero porque había una familia alfarera. En mi casa teníamos gallinas, cerdos y conejos. Nuestras gallinas tenían un hueco en la pared del patio y salían directas al campo a picotear lo que pillaran y luego volvían.
Tenías que ir a la fuente a por agua. Había tres fuentes: La de la plaza de las Fraguas, la de la plaza del Ayuntamiento y la Fuente Vieja del Paseo Castilla. No había agua en las casas. Creo recordar que el agua en las casas se metió en las casas a finales de los ´50 o primeros de los ´60.
Había lavadero cercano a la Fuente Vieja, pegada al pilón. Era un edificio cerrado con dos pilas. En una daban el jabón las mujeres y en el otro aclaraban. Al lado había una zona de hierba para tender la ropa.
El médico era Don José. Se le avisaba y pasaba visita en casa. En Alcorcón no había farmacia y tenías que ir a por los medicamentos a Leganés o Móstoles.
El autobús, la camioneta de la Blasa, no entraba en Alcorcón. Tenías que salir a la carretera para coger la Blasa que venía de Navalcarnero o Móstoles a Madrid.
Te dejaba en la carretera y subías la calle de la Iglesia por el cerro. Entre la iglesia y la carretera no había nada. Era campo.
Tampoco había por ejemplo Guardia Civil….
- ¿A partir de cuándo empieza a crecer Alcorcón?
Me case en el ´68 y el edificio que había hecho mi padre era el segundo o tercer edificio de cuatro alturas que tenía Alcorcón. En torno al ´65 más o menos fue cuando Alcorcón empezó a crecer y a construir de forma importante. Recuerdo que Santo Domingo se le empezó a llamar en aquella época el barrio del sacrificio porque era un barrio muy humilde. Y la gente hacía grandes esfuerzos para tener su casa.
Pero fíjate que yo cuando me casé mi calle no estaba asfaltada todavía. Toda la vida he vivido en la calle Nuncio. Antes en el 8 y ahora en el 6.
- Te encanta la historia y has recogido muchos restos alfareros y vestigios de pucheros en las obras que habéis ido haciendo en Alcorcón. ¿De dónde te viene esa pasión por la historia de Alcorcón?
Porque soy alcorconero. Siento mi pueblo. Mira, empezábamos una excavación para hacer las construcciones y tenía intuición de que íbamos a encontrar pucheros antiguos o restos de algo. Yo mismo avisaba al ayuntamiento y pedía que mandaran algún operario para rescatar esos restos. Nadie me hacía caso y al final lo recogía yo y cuidaba ese material.
Mira la gran suerte que he tenido en la vida es que he nacido y vivido en Alcorcón. He criado a mis hijos, he hecho mi vida sin necesitar salir de Alcorcón, de mi pueblo. Yo disfruto de mi pueblo. Con los mismos alfareros he ido a donde cogían la tierra para hacer las piezas. He hablado con historiadores.
Yo he comido muchos cocidos en pucheros hechos en Alcorcón cuando era joven y he almorzado en puchero muchas veces. El puchero donde almorzaba todavía lo tengo. Para mí es una seña de identidad de la ciudad. No entiendo porque Alcorcón no tiene un museo alfarero. Creo que un centro cívico, cultural de la localidad se puede reservar un espacio para un museo alfarero.
- Actualmente eres el presidente o Hermano Mayor de la Hermandad Santo Domingo Santo Dominguín.
Toda la vida he disfrutado de las fiestas. Cuando yo era joven se sacaba un tonel enorme de limonada y se ponía el organillo y el barquillero en la plaza del Ayuntamiento. Recuerdo que mi padre lo tocaba con el codo. Si querías limonada tenías que llevar el puchero de casa y solo se podía beber en la plaza.
La hermandad se formó en 1999. Estuvo de vicepresidente 12 años con Conchita e Inmaculada de presidentas. Estuvo un breve periodo de tiempo de presidente en torno a 2014…. En 2019 volví a salir presidente. En este tiempo hemos crecido pasando de 220 hermanos en 2019 ahora más de 300 hermanos. Se han hecho en este tiempo 131 personas de alta en la Hermandad. En este tiempo se ha hecho el monolito al Santo y la nueva imagen de 32 centímetros del Santo. Nos hemos hermanado con la Cofradía de La Rioja. Trabajar para la Hermandad es una ilusión muy grande.
- El otro día te vimos dando el pistoletazo de salida a las Fiestas. ¿Cómo lo vives?
Sintiéndome el alcorconero más feliz y más alegre. Es mi pueblo. Salir y ver que la gente disfrutaba… Poder hablar y dirigirme a mis vecinos y paisanos… Una gran alegría. Pude contar como era las fiestas antes, cuando yo era joven. Les dije a los padres y abuelos que inculquen a los jóvenes el cariño por las Fiestas de Santo Domingo. Esa es mi ilusión. Cuidar las Fiestas para que sigan en el futuro. Igual que el Belén Viviente que organiza la Hermandad. Nadie ha montado más belenes que yo (risas). Cuidar esto para que en el futuro Alcorcón siga disfrutando de sus Fiestas y tradiciones.
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