Transcurría el año 1984 y yo tenía 14 años. Estos son mis recuerdos de la discoteca Macuilxo de Alcorcón
Alcorcón era nuestro mundo, y dentro de ese mundo, la discoteca Macuilxo era nuestro refugio. Situada al final de la calle Mayor, justo en la glorieta a la altura de la avenida de los Cantos, esta discoteca se convirtió en el epicentro de nuestras aventuras adolescentes. Abrían de jueves a domingo por la tarde, y los viernes y sábados por la noche, pero era en estos últimos días cuando verdaderamente la magia cobraba vida.
Cada viernes y sábado, los chicos y chicas de Alcorcón nos dirigíamos a Macuilxo con una mezcla de nervios y emoción. Allí, en la pista de baile, buscábamos nuestros primeros amores, experiencias que ahora recuerdo con un cariño entrañable. Mi primer beso y mi primer amor fueron en esa discoteca, y también mi primer cubata: un 43 con Coca Cola. Sabía a libertad y a promesas de noches interminables.
Las tardes en Macuilxo estaban llenas de música vibrante que nos hacía olvidar cualquier preocupación. Nos encantaba bailar al ritmo de Cyndi Lauper con su “Girls Just Wanna Have Fun”, o de David Bowie con “Let’s Dance”. Recuerdo cómo la pista se llenaba cuando sonaba “Thriller” de Michael Jackson, y cómo coreábamos todos juntos “Maquillaje” de Mecano. Era imposible quedarse quieto con “Karma Chameleon” de Culture Club o “Let’s Go Crazy” de Prince. Y si querías ver a todo el mundo realmente entregado al baile, bastaba con esperar a que pusieran “I Just Can’t Get Enough” de Depeche Mode o “Wake Me Up Before You Go-Go” de Wham!
Sin embargo, el momento más esperado llegaba al final de la jornada. Las luces se atenuaban y las canciones lentas empezaban a sonar. Era el instante perfecto para armarse de valor y pedirle a la chica que te gustaba que bailara contigo. Recuerdo especialmente esos momentos cuando sonaba “Every Breath You Take” de Sting. Era como si todo el universo se redujera a esos pocos minutos en los que bailábamos juntos, sin decir una palabra.
Para muchos de nosotros, estas canciones lentas eran el telón de fondo de nuestros sueños y deseos adolescentes. “The Power Of Love” de Frankie Goes To Hollywood o “I Just Called To Say I Love You” de Stevie Wonder nos acompañaban mientras nuestras manos sudorosas trataban de mantener el ritmo.
Macuilxo no era solo una discoteca, era un lugar donde crecimos, reímos y lloramos. Allí, en ese espacio, compartíamos secretos y formábamos amistades que, en muchos casos, durarían toda la vida. Era un tiempo en el que todo parecía posible, y donde cada canción tenía el poder de transformar una noche cualquiera en una noche memorable.
Mirando atrás, me doy cuenta de que aquellos años en Macuilxo fueron algunos de los más maravillosos de mi vida. Me enseñaron sobre el amor, la amistad y la importancia de disfrutar cada momento. Aunque los tiempos han cambiado y la discoteca ya no está, los recuerdos siguen vivos. Cada vez que escucho esas canciones de los 80, vuelvo a ser ese chico de 14 años, nervioso y emocionado, listo para enfrentar la noche con el corazón lleno de esperanza.
Así era la Macuilxo de Alcorcón, un lugar donde los sueños adolescentes cobraban vida, donde la música nos unía y donde aprendimos, a golpe de canciones, lo que significaba realmente vivir.
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