Nueva historia sobre ángeles que guardan la ciudad por las noches. Más allá de Alcorcón: El Ángel de Madrid
El reloj de la puerta del Sol marcaba la medianoche cuando el inspector Julián Gutiérrez estaba apunto de terminar su última ronda. Julián había dedicado su vida a la policía, era conocido por su integridad y valentía y muy respetado por sus compañeros, los cuales le habían puesto el apodo de El guardián de la noche.
El aire estaba cargado de una extraña calma pero Julián sabía que Madrid nunca dormía realmente, que en cada esquina, en cada sombra, podía haber un peligro acechando. Sin embargo, aquella noche de noviembre, sería diferente para él aunque no tenía manera de saberlo.
Esa noche, sorprendió a un ladrón robando a una chica en un callejón oscuro y Julián se enfrentó a él, pero recibió una cuchillada fatal que acabó con su vida antes de que su compañero pudiera hacer nada.
Su familia, amigos y resto de policías lloraron su pérdida, pero pronto comenzaron rumores sobre un nuevo guardián de la noche. De la nada, para frustración de los delincuentes, alguien comenzó a desbaratar sus actividades.
Una mujer afirmó haber sido salvada por un hombre que desapareció en el aire. Un grupo de jóvenes, después de una noche de vandalismo, juraron haber visto a un policía espectral que les miró con ojos de fuego antes de desvanecerse y con una voz que no era humana, les ordenó entregarse en comisaría.
El fantasma de Julián había regresado para continuar su misión y no tenía un cuerpo físico, pero su presencia era inconfundible y las noches en Madrid comenzaron a ser más seguras. Los delincuentes temían encontrarse con el guardián fantasma.
Un joven policía llamado Raúl, que había admirado a Julián desde que era niño, estaba patrullando con otro compañero cuando escuchó gritos muy cerca. Se adentró a pie y corriendo en un callejón estrecho y oscuro. Allí, un grupo de jóvenes estaba dando una paliza a otro chico. Uno de ellos se volvió y lo atacó con un machete. Raúl apuntó con su arma. Hizo un disparo de advertencia pero no se detuvo y él estaba paralizado. De improviso, su dedo se movió solo, apretó el gatillo y disparó sobre el atacante, que cayó de rodillas aterrorizado mientras soltaba un último suspiro.
Raúl apenas podía creer lo que veía, el espíritu de Julián Gutiérrez, tal como lo recordaba de las fotos y las historias, estaba allí y le había ayudado a disparar.
La banda fue capturada y cada vez hubo más historias sobre un misterioso guardián. El joven policía habló con personas que afirmaban haber visto a Julián y fue reuniendo una colección de relatos que confirmó su teoría.
Raúl decidió honrar la memoria del inspector Gutiérrez de la mejor manera posible, convirtiéndose en un policía tan valiente y dedicado como él cada noche que salía a patrullar. Siempre llevaba consigo una foto de Julián para recordar que, aunque el guardián fantasma velaba por ellos, la responsabilidad de proteger Madrid también recaía sobre el resto de policías.
La leyenda creció, se contaban cuentos a los niños sobre el valiente policía que, incluso después de la muerte, seguía cuidando de su ciudad y todos recordaron con orgullo al hombre que en vida y en muerte se había dedicado a proteger las calles de Madrid.
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Jose Luis Blanco Corral es autor de Vidas Anodinas, Poemas para pasear y de Cuando no quedan lágrimas.
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