Más allá de Alcorcón: Alucinado

Más allá de Alcorcón: Alucinado
Más allá de Alcorcón: Alucinado

Nueva historia sobre una casa su historia en la Guerra Civil y extraños sucesos. Más allá de Alcorcón: Alucinado

La casa nueva era grande y espaciosa, con un jardín que rodeaba la propiedad. Marta y
Javier la habían comprado con la esperanza de tener un nuevo comienzo después de la
terapia de pareja que hicieron para salvar su relación. Sin embargo, desde que se mudaron,
algo parecía estar fuera de lugar. Marta había empezado a tener pesadillas y Javier sentía
una presencia extraña en cada rincón, le parecía ver sombras que se escurrían en la
oscuridad.

Marta y Javier no habían tenido una relación fácil. Disputas constantes y malentendidos
minaban su convivencia, pero tras la terapia siempre lograban alcanzar una tregua. Sin
embargo, algo en la nueva casa pareció reavivar los conflictos. Las peleas se volvieron más
feroces, frecuentes y sin reconciliación. Los susurros durante la noche y las sombras que
parecían moverse en los pasillos comenzaron a afectar a la salud mental de ambos.
Una noche, Marta se despertó con un grito. Sintió un dolor intenso en el brazo y, al
encender la luz, vio tres profundos y sangrantes arañazos que no estaban allí antes de
acostarse. Javier, despierto por el grito, se incorporó. No había explicación lógica para
aquello.

Los arañazos de Marta fueron el primero de muchos ataques. Cada mañana, ambos se
encontraban con nuevas marcas en sus cuerpos, a veces profundas y dolorosas, otras
veces apenas visibles. Intentaron de todo: cámaras de seguridad, cerrar las puertas con
llave, incluso dormir en habitaciones separadas, pero nada funcionaba.

Desesperado, Javier decidió no dormir una noche para ver si podía descubrir al causante.
Pasaron las horas y el cansancio comenzó a ganarle, cuando sintió un pinchazo agudo en
su pierna. Gritó y vio una sombra que desaparecía por el pasillo. Armado con un cuchillo de
la cocina, Javier salió en su persecución, pero no encontró a nadie. La casa estaba en
silencio, excepto por el latido acelerado de su propio corazón.

El dolor en la pierna era intenso y Javier vio que se trataba de un objeto metálico, un aguja
se la caja de costura estaba clavada en su piel. La retiró con cuidado, sintiendo una mezcla
de miedo y determinación. Estaba claro que la casa guardaba un secreto siniestro y tenía
que descubrirlo.

Al día siguiente, Javier decidió investigar la historia de la casa. Descubrió que había sido
construida sobre el terreno de una antigua prisión de la Guerra Civil, la cual demolieron para
construir chalets.

Los vecinos a los que preguntaron también les reportaron fenómenos similares pero no tan
violentos.

Tomaron una decisión radical: se mudarían lo antes posible.

Encontraron una casa pequeña en las afueras, pero la noche antes de irse, mientras
dormían, Javier se despertó al sentir un líquido caliente y espeso en su espalda. Encendió
la luz de la mesita de noche y dirigió la mirada a su esposa. La sábana que la arropaba
estaba empapada en sangre. Temiendo lo peor, temblando, volteó su cabeza y descubrió la
vacía mirada de la muerte. Quedó en shock por tiempo indeterminado; cuando volvió en sí,
llamó al 112 y se la llevaron.

La policía le sometió a un duro interrogatorio y tras practicarle la autopsia al cadáver, dijeron
que había tenido una extraña hemorragia multiorgánica. Javier, totalmente ido, volvió a su
casa como si le hubieran arrebatado el alma.

Desde entonces, las pesadillas cesaron y los arañazos desaparecieron. Poco a poco,
cuando ya no le quedaron más lágrimas, se incorporó al trabajo y recuperó sus rutinas.
Una noche, Javier entró en el baño para darse una ducha y abrió el grifo para dejar el agua
correr hasta que la caldera hiciera su trabajo. El vapor comenzó a llenar el cuarto con
rapidez y envolvió la estancia en una cálida neblina. Dejó que el agua caliente relajara sus
músculos tensos y cerró los ojos para disfrutar de un momento de tranquilidad.
Mientras el agua caía, creyó escuchar el sonido de la puerta principal abriéndose.
«¿Marta?» Llamó, esperando la respuesta de su esposa. El silencio fue su única respuesta.
Cerró el grifo, se envolvió en su toalla y salió al pasillo, pero la casa estaba totalmente
vacía. No había señales de Marta. Javier sintió un escalofrío y volvió al baño. En el espejo
empañado encontró escrito: «ya estoy aquí, cariño».

@sinvertock Puedes darme feedback y comentar 😉

Jose Luis Blanco Corral es autor de Vidas Anodinas, Poemas para pasear y de Cuando no
quedan lágrimas.

*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.

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