Historias de borrachos en Alcorcón: Una noche inolvidable

Historias de borrachos en Alcorcón: Una noche inolvidable

Nueva saga de microrelatos ambientados en el municipio. Historias de borrachos en Alcorcón: Una noche inolvidable

Era una de esas cálidas noches de verano en las que la ciudad estaba repleta de vida, sobre todo los locales hosteleros. Laura, Marta y Sofía, tres amigas inseparables desde la adolescencia, habían planeado salir de fiesta para celebrar el cumpleaños de Marta. Llevaban semanas esperando ese día.

Comenzaron la noche en el restaurante El Acebo, cenaron unas raciones regadas con cerveza y rieron a carcajadas mientras brindaban con mojitos cuando terminaron la cena. Después fueron al Queen, en el ensanche, donde bailaron y bebieron hasta que sus pies no pudieron más, y cuando el reloj marcó las tres de la mañana, decidieron cambiar de ambiente.

—¿Qué tal si hacemos algo diferente? —sugirió Sofía, la más impulsiva del grupo.

—¿Diferente? —preguntó Laura levantando una ceja. Era la más sensata de las tres.

—Hay un estanque en el parque de La Ribota —continuó explicando Sofía con una sonrisa traviesa—, siempre he querido bañarme allí de noche. ¿Quién se apunta?

Marta dudó, pero sus dos amigas, llevadas por el calor y la desinhibición propia del alcohol que corría por sus venas, ya estaban levantándose de la mesa.

—¡Eso suena genial! Vamos antes de que me arrepienta.

Las tres salieron del bar agarradas del brazo y les costaba andar con los tacones debido a su estado. El parque estaba a unos quince minutos andando, quizá algo más al paso incierto que llevaban. A esas horas, el lugar estaba tranquilo, iluminado por algunas farolas y la luz de la luna.

Cuando llegaron, las tres amigas se quedaron boquiabiertas. El agua estaba en calma y reflejaba las estrellas como un espejo.

—¿Y bien? —preguntó Marta mientras se descalzaba—, ¿Nos metemos o no?

Sofía ya estaba bajándose la falda.

—¡Por supuesto! No vine hasta aquí para quedarme seca.

Laura, un poco más tímida, suspiró.

—Si alguien nos llama la atención, os voy a culpar a las dos.

Pero se unió de todos modos.

Entre risas y bromas, se desvistieron y se quedaron en ropa interior antes de sumergirse en el agua. El frescor del estanque fue un alivio tras un día de sofocante calor. Chapotearon y se hicieron fotos con los móviles, inmortalizando un momento que ya sabían que recordarían para siempre.

Sin embargo, mientras estaban distraídas, no se dieron cuenta de que no estaban tan solas como pensaban.

Continuará…

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