Entrevista a Alberto de la Princesa “El empresario de Alcorcón”. Esta entrevista aparece en el Número 4 de la Revista de Aepa.
¿Cuál es tu nombre completo y cómo te conoce la gente?
Me llamo Alberto Muñoz Salmerón, aunque todo el mundo me conoce como Alberto el de La Princesa.
¿Cuántos años has trabajado en Alcorcón y cuántos han sido como empresario?
Vine a Alcorcón en el año 1966, al barrio de San José de Valderas y desde entonces he sido empresario.
Alberto cuéntanos la historia de tu vida en Alcorcón
Yo no tenía estudios, ya que solamente estuve en la escuela hasta los 10 años y, de pequeño trabajé en el campo. Mi padre era el secretario de la Hermandad del Campo y junto con el maestro, fueron mis mentores.
Estuve trabajando durante 4 años en Francia, en el sector de la Metalurgia. Había obreros de Guadalajara, de Cuenca, de todos los sitios. Fue una buena experiencia. Yo no hablaba francés, aunque me defendía.
Aprendí el idioma en la fabrica, en Francia teníamos un profesor gratuito. Si ponías interés resultaba fácil. Tuve suerte y fue un trabajo cómodo.
Ahorré un dinero y como decía, llegué al barrio de San José de Valderas en el año 1966. Empecé a trabajar con unos primos del pueblo y compramos un local en la Plaza de la Constitución que antiguamente se llamaba Plaza Ferrol del Caudillo. Montamos un bar que se llamaba Abia, como el nombre de mi pueblo.
La taberna funcionó muy bien porque no había ningún establecimiento importante en Alcorcón. Bajaba el cura Don Enrique y los trabajadores de Mobelar. Tomaban café y algunas raciones.
A los cuatro meses vendí mi parte del negocio a mis parientes, por el doble de lo que invertí y cambié de oficio. Llegué a un acuerdo con otro socio y me dediqué al movimiento de tierras, con varias máquinas y con dos camiones. Como esta persona no era muy seria al final disolvimos la entidad porque los clientes se quejaban.
De nuevo volví a la hostelería y aposté por un mesón y un bar de copas que llamé El Paraíso, que se localizaba en la Carretera de Extremadura entre Alcorcón pueblo y la gasolinera Lisboa. A la altura de los colegios Alkory Nuestra Señora de Rihondo.
Con el dinero que gané con el Bar y el Mesón Paraíso adquirí en 1974 la finca donde se encuentran los colegios Alkor y Rihondo y establecí el restaurante y la piscina El Paso. Fue la primera piscina de Alcorcón.
Fue muy curioso porque por allí estaba proyectado que pasara lo que se denominaba el quinto cinturón. El quinto cinturón era una vía rápida que circunvalaría Madrid. Finalmente, no se ejecutó por allí, porque cambiaron el trazado entre Alcorcón y Móstoles, lo que actualmente hoy es la M-50.
La piscina realizó una importante labor social, ya que el alcalde me pidió en 1975 que enseñáramos a nadar gratis a los niños necesitados de Alcorcón. Y así lo hicimos durante una hora al día en periodo estival.
En el año 1979, un conocido me explicó que vendían una finca de olivos en Navas de San Juan(Jaén) y que la finca estaba mal cultivada. Me interesó. Fuimos, lo vimos y llegamos a un acuerdo, le pagué con un dinero que tenía y admitió como trueque unos locales que poseía en Móstoles.
La finca la gestioné hasta 1986 y la vendí por el doble de la que lo había adquirido. Con ese dinero invertí en los terrenos de la actual Princesaque eran unas veintitantas hectáreas. Era un terreno agrícola que habían sido huertas. Comencé a sembrar cebada y trigo. Monté invernaderos y fue un gran acierto. Venían muchos clientes a comprar hortalizas.
En 1987 volvemos a cambiar de actividad y lo hicimos con la Hípica La Princesa porque les gustaba mucho a mis hijos. Asistía mucha gente joven. Hemos enseñado a muchos chicas y chicos a montar a caballo. Iniciamos la fiesta rociera junto a la Casa de Andalucía y el Centro de Andalucía. En 1992 colaboré con una aportación económica con la que se pudo obtener la imagen de la Virgen del Rocío.
En 1994 puse en marcha las dos gasolineras de BP que están en la finca de la Princesa y al poco tiempo las alquilé. En una parte de la propiedad de la Princesa montamos una campa que resuelve el problema de aparcamiento para muchos vehículos, sobre todo por la cercanía a la M50 y a la nacional 506.
En estos mismos terrenos en el año 2003 edifiqué el Hotel La Princesa, fue el primer hotel que se construyó en Alcorcón. Siempre he intentado ver las necesidades de la zona y pensaba que podía tener éxito. Fue una inversión muy importante.
En 2004 construí otra gasolinera, en este caso de Repsol y el edificio donde se encuentra la clínica Umivale, es el local que está próximo al Hotel la Princesa.
En el año 2006 levanté 10 pistas de pádel en la mima zona. Creo que fueron las primeras pistas de pádel de Alcorcón.
Y finalmente en 2018 inauguramos Jowke.
Originalmente se abrió en 1993-1994, yo conocía a los anteriores dueños. Lo cerraron por problemas económicos en el año 2011-2012. Estuvo 3 o 4 años cerrado.
A mi siempre me gustó esa construcción de madera y me interese por la adquisición. Como siempre colaboran conmigo mi familia, mis hijos, mis nietos y mi nuera, en los “diferentes oficios”, pensé que se podía hacer una sala de juventud o discoteca. Tiene una situación muy buena, ya que está alejada de las viviendas y existen grandes zonas de aparcamiento. Es una buena atracción para Alcorcón y municipios limítrofes.
Lo compramos en el año 2015. La inversión ha sido sustancial. Ha habido que cambiar todas las instalaciones y hemos alquilado la parcela colindante de 10.000 m² para que aparquen los clientes.
Mi ilusión ha sido siempre la de favorecer la creación de puestos de trabajo y la mejora de Alcorcón. Con la colaboración de mi familia: mi mujer, mis hijos y mis nietos.
¿Qué ha sido para ti trabajar en un hotel?
Ha sido una experiencia muy atrayente en cuánto al trato con el publico. Cada negocio tiene un tipo de público, unas formas de trabajo y de comportamiento. Es el negocio de mayor inversión económica, pero no de mayor rendimiento.
¿Cómo ha cambiado Alcorcón desde tu punto de vista?
Ha habido un gran cambio, ha pasado de ser un pueblo de 2.000-3.000 habitantes a una gran ciudad. En 1966 San José de Valderas tenía pocos bloques altos: 3 edificios blancos, 3 amarillos y la torre H.
Las primeras construcciones altas de Alcorcón fueron en 1968 en Hogar 68, después fue Hogar 70 y más adelante el Parque de Lisboa. En esa época Alcorcón tenía 4 fabricas de ladrillos.
¿Cómo te gustaría que fuera Alcorcón?
Me gustaría que fuera una ciudad limpia, segura y con buena gente. Hay que mentalizar a los más jóvenes de que tienen que trabajar con ilusión. Es el mejor pueblo de la zona sur.
¿Dónde naciste?
Nací en Villarejo Seco, provincia de Cuenca, el 6 de agosto de 1936. Coincidió con el inicio de la Guerra Civil y, obviamente, fue una época muy difícil. Pero me crie en Abia de la Obispalía, un pueblo muy cercano al de mi nacimiento y con el que tengo un vínculo muy especial y al que toda la familia vamos a menudo.
Me crie en Abia de la Obispalía
¿Cómo es un día de trabajo en tu vida?
Me levanto a las 7 de la mañana, desayuno y me muevo por los distintos puestos de trabajo. Como a las 14 h. almuerzo, me echo la siesta un ratillo y después juego la partida de mus con los amigos. Por la tarde vuelvo al trabajo.
¿Te piensas jubilar algún día?
No pienso jubilarme nunca. Doy gracias a Dios por mi buena salud. Todavía conduzco y voy al pueblo en coche.
¿Qué es para ti la familia?
Para mi la familia es todo, mi mujer, Asunción, es una excelente compañera, siempre apoyándome en los buenos y en los malos momentos. Actualmente ella supervisa el bar del Centro Hípico La Princesa, también necesita estar activa.
Mis hijos Alberto, María Custodia y Rafael, junto con mis nietos Alberto, Rafael y Daniel lo son todo para mí y están muy involucrados en el mantenimiento y desarrollo del negocio familiar.
Cuéntanos alguna anécdota de Alcorcón
Me acuerdo de que en septiembre de 1968 más o menos, yo vivía en la calle Polvoranca. Don Enrique puso a tocar las campanas ya que había un fuego en la calle Carabancheles en la fábrica de Mobelar. Cuando lo apagamos nos fuimos a tomar algo al Bar la Casta de la calle Mayor. Don Enrique se tuvo que ir corriendo porque tenía que dar misa en Móstoles.
También me acuerdo de que la calle Mayor (antiguamente era la calle Grande) estaba siempre con barro y los coches y camiones se atascaban.
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