Nueva columna que rinde homenaje a una generación que esperemos no sea irrepetible. Desde mi Colmena en Alcorcón: Aquellos Héroes

Fue una generación de no mirar para otro lado, de echarse a la calle. Fue una generación que conoció el esfuerzo que supone reconquistar derechos que a todo ser humano corresponden por naturaleza, basados en la ética más básica. Vecinos de colaboración mutua, de arrimar el hombro en cualquier situación; no los actuales desconocidos que compartimos bloque con otros desconocidos y nos entendemos lo justo y necesario, excusándonos en nuestras apretadas agendas mientras nos dejamos abducir por los teléfonos móviles.

Me refiero a hombres y mujeres como quienes recientemente, desde la asociación vecinal de Cuatro Vientos presidida por Luis Rubio, se han echado a la calle con sus bastones, andadores e incluso sillas de ruedas; han llevado su protesta, con todos los dolores y achaques que la edad ha ido cargando sobre sus cuerpos, hasta la misma Puerta del Sol.

Imaginémoslos innumerables días de procesión: contra la lluvia, contra el frío invernal; algunos cayendo enfermos, a una edad en que no puedes permitirte ni una fiebre porque una neumonía te mata fulminantemente. A ellos se unieron vecinos de Alcorcón. Porque la conciencia vecinal de esta generación anterior al Baby Boom no conoce de distancias ni distritos.

Y no han parado hasta lograr su objetivo y con él, el triunfo de la razón y la justicia, contra el soterramiento de la A5 que iba a convertir su barrio en un campo de chimeneas de evacuación, asfixiando a sus habitantes en el humo de los miles de vehículos que cada día circulan por dicha vía. Y esto no solo iba a afectar a nuestros protagonistas, sino igualmente a vecinos más jóvenes que poco a poco se incorporan a la zona, así como a los niños que tienen derecho a pasear en su carrito y jugar en un parque libre de toxicidad ambiental. Ojalá estos últimos conozcan el porqué de que cada día puedan respirar un aire limpio y se sientan agradecidos a todos esos mayores con quienes se cruzaban diariamente por los soportales, ignorando su valiosa cruzada por el bien de todos.

Vaya por delante que no hago de menos a las generaciones siguientes. Pero es verdad que quienes no conocieron tantos canales de televisión hipnotizantes ni los teléfonos móviles con todas esas aplicaciones que alargan sus tentáculos idiotizantes y los dejan enraizar entre los pliegues del cerebro, son más resolutivos; poseen un sentido de la justicia más determinante, siendo de razonamiento y acción sin divagación. Y nuevamente lo han demostrado.

Se creían en el Ayuntamiento de Madrid que los abueletes estaban acabados, que se resignarían, que su lenta y penosa procesión enseguida se agotaría con las pocas fuerzas que les quedan. Pero nuestros héroes de 60, 70 y hasta 80 años demostraron una imbatibilidad asombrosa y desde luego un espíritu realmente altruista en el empeño de dejar un valioso legado que, como indiqué anteriormente, disfrutarán las generaciones siguientes desconociendo el dolor, esfuerzo y riesgo apostados en un bienestar para todos.

Ojalá algún día, además de adquirir y disfrutar de esos beneficios que otros nos dejaron, conozcamos su origen para agradecerlos y despertar en nuestra conciencia el valor de seguir esforzándonos en pro de la justicia y un mundo mejor para los que vienen detrás.

*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o las imágenes propias de este artículo.

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