Nueva columna ficticia sobre la misteriosa figura que aparece en un callejón. Alcorcón Extraño: El callejón de la mujer de negro

La leyenda del Callejón de la Mujer de Negro, es una narración urbana que ha circulado en Alcorcón y otras localidades cercanas, aunque no se encuentra documentada en fuentes oficiales. Se dice que, en noches oscuras de invierno, una figura femenina, vestida completamente de negro, aparece en callejones solitarios para llevarse a los desprevenidos. Algunos testimonios afirman que la mujer desaparece al ser seguida y otros sostienen que lleva a las personas a lugares donde se han cometido tragedias en el pasado y luego nadie los vuelve a ver.

Aunque no hay evidencia histórica que respalde esta leyenda, su persistencia en la tradición oral sugiere que forma parte del folclore local, algo que también ocurre fuera de este. La Dama de Negro es un espíritu o entidad fantasmagórica que generalmente se presenta como una mujer vestida completamente de negro. Se le asocia a la muerte, a la tragedia y al luto.

Nadie lo llama por su nombre real. Para todos los mayores que viven en el casco antiguo de Alcorcón, es simplemente el callejón de la mujer de negro. No sale en los mapas ni hay placas que lo identifiquen y no lo desvelaré yo para evitar que algún temerario se adentre en él y termine antes de tiempo su vida en este mundo. De día pasa totalmente desapercibido, no llama especialmente la atención, se encuentra entre dos edificios que apenas dejan pasar la luz del sol en todo el día. Tiene el ancho justo para que quepa una persona siempre que no extienda los brazos hacia los lados.

Los vecinos, en general de forma inconsciente, lo evitan. Pero los de aquí, los de toda la vida, lo conocen y prefieren dar un rodeo hacia su destino si es de noche.

Eso lo aprendió bien Jorge, aunque ya fue tarde cuando entendió porqué.

Todo empezó porque Jorge había vuelto a Alcorcón para pasar el día con su abuela y a esta le gustaban las historias de misterio.

A Jorge le costaba tomarse en serio las historias que había oído de pequeño. Fantasmas, supersticiones… «Relatos de abuelas», pensaba.

Esa noche, cenando en casa mientras veían en la televisión Cuarto Milenio, su abuela le mencionó el callejón:

—Todavía dicen que se aparece —dijo, sirviéndose un poco de vino tinto

—¿Quién?

La mujer de negro. Si la miras a los ojos, te dice un nombre y no puedes evitar seguirla. Una amiga mía, Asunción, vio como una chica joven desaparecía a veinte metros de ella una noche de fin de semana, y antes de que se la llevara, la mujer volvió la cabeza para mirar a Asunción.

—¿Y luego qué? ¿Se murió?

—No, peor, nadie lo sabe. Mi amiga dio un rodeo y no pudo dormir esa noche, tuvo pesadillas en las que se le aparecía esa mujer.

A las 00:00, Jorge ya estaba en camino hacia el aparcamiento de la estación de Alcorcón Central. Tenía el móvil con la linterna encendida y la cámara preparada. Quería grabar a La mujer de negro y subir el vídeo a TikTok. Para él, solo era un juego.

El callejón estaba donde le había dicho su madre. Había humedad en las paredes y un olor rancio salía del suelo empedrado. El silencio, pese a no ser total por su proximidad a la Calle Mayor, era incómodo.

«Vamos allá» —susurró para sí mismo. Y entró.

A los tres pasos, el móvil vibró y se apagó. Sin batería. Era nuevo y Jorge se quedó atónito. Solo escuchaba su propia respiración.

Entonces la vio.

Apoyada en la pared derecha. Una silueta vestida completamente de negro con velo incluido. No se movía. No parecía respirar, pues no dejaba escapar vaho. Parecía esperar. Parecía estar esperándolo.

Jorge sintió un escalofrío que no pudo explicar. Quiso girarse y salir corriendo. Pero sus pies no respondían. Algo en la figura lo empujaba a mirarla, y como si su cuerpo ya no le perteneciera, caminó hacia ella.

Una vez a su lado, miró de frente a la mujer y esta alzó la cabeza. A través del velo pudo ver que tenía los ojos oscuros, hundidos, como si miraran desde un pozo sin fondo.

Trinidad Mena —susurró la figura.

A pesar de que casi no se oía su voz, le taladró los oídos como un trueno.

Entonces todo se apagó. Jorge cayó de rodillas, y cuando volvió a abrir los ojos, estaba fuera del callejón. Su móvil estaba encendido, marcando la 1:02. No había vídeos, ni batería baja. Todo parecía normal. Todo menos él, que se sentía extraño.

Dos minutos después, Jorge cruzaba a paso ligero la calle camino del aparcamiento. Se había puesto a llover. No vio el coche. El taxista dijo que no lo vio, que no tuvo tiempo de frenar. Nadie lo culpó. Jorge había salido de la nada, rápido, como si huyera de algo.

Sobrevivió por poco. Le rompió la pierna derecha en tres partes y tuvo una conmoción cerebral. Estuvo en el hospital varias semanas. Cuando despertó, preguntó por una sola cosa.

—¿Quién es Trinidad Mena?

No fue su madre quien le respondió, sino Carmen, su amiga la bibliotecaria. Había oído la historia tantas veces que la conocía de memoria.

Trinidad Mena murió en el 67. La atropelló un coche justo frente al callejón —dijo—. Fue tras el entierro de su marido. Dicen que discutió con la familia, que salió corriendo y un taxi le pasó por encima.

Jorge frunció el ceño.

—¿Y por qué aparece?

—No lo sabemos. Pero desde entonces… Hay gente que dice haberla visto. Siempre de noche, siempre en el callejón. Y siempre susurra un nombre.

—¿De alguien que va a morir?

—No necesariamente. Pero siempre alguien que va a sufrir. A veces es un accidente. Otras, una caída. Una enfermedad. Por muerte o por castigo.

—¿Por qué?

—Quizás porque ella sintió que no tuvo justicia. Que su muerte fue ignorada. O porque se quedó atrapada. Quién sabe. Aquí ya nadie lo pregunta. Solo evitamos pasar por ahí.

Jorge no volvió al callejón y empezó a caminar lento, a mirar tres veces antes de cruzar.

No volvió a reírse de las historias del pueblo y no volvió a grabar nada para TikTok.

Pero sí escribió una nota con spray justo al lado de la entrada del callejón sin que nadie lo viera hacerlo. Decía:

«NO ENTRES. SI TE MIRA, ESTÁS PERDIDO».

Y ahora es tu turno, querido lector: ¿Sabes dónde se encuentra este callejón?

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