Nueva columna semanal sobre el misterio de la leyenda del lobo de Valderas . Alcorcón Extraño: Agente, he visto un perro
Una noche de luna llena de diciembre de 1990, ya entrada la madrugada, un hombre que caminaba por el parque llamó a la policía local porque había visto desde lejos un perro muy grande cruzar lentamente la explanada frente a los Castillos de Valderas. El animal se movía con trote firme, sin miedo, como si conociera el terreno. Lo siguió con la mirada hasta que desapareció tras unos arbustos.
Otra noche de diciembre de 2001, una mujer que paseaba con su can dio un aviso similar. El animal se negó a avanzar al llegar a los jardines traseros y gimió lastimosamente mientras miraba hacia unos árboles. La dueña dirigió hacia allí su mirada y vio un lobo enorme, con el pelaje gris y los ojos de amarillo brillante, observándola desde la sombra pero sin actitud de atacar.
Las autoridades iniciaron una búsqueda por si se trataba de un ejemplar fugado de algún criadero ilegal. Pero no encontraron rastros.
Hasta que un historiador local, investigó antiguos archivos: en 1849, un vecino del pueblo que era cazador, llamado Jacinto Valverde, fue atacado por un lobo al finalizar una batida de perdices en la zona una tarde de invierno. Según el acta de defunción, el ataque se produjo minutos después de la puesta de sol en una noche de luna llena, en los aledaños de lo que hoy es el castillo principal. Es decir, en el actual parque de los castillos.
Según los compañeros de caza, el difunto hirió de muerte a la bestia, pero no encontraron el cadáver.
Desde entonces, año tras año, todas las lunas llenas de diciembre, se repiten los avistamientos. Siempre la misma descripción: un lobo inmenso, solitario, que no deja rastro y que nunca ataca.
Los más escépticos hablan de sugestión, de leyendas recicladas, de confusión con perros grandes rabiosos… Pero es evidente que hay un patrón, y que los relatos coinciden incluso entre personas que no se conocen entre sí.
Durante años solo se mostró fugazmente, como si quisiera recordar a todos que ese es su terreno de caza y nadie debería estar ahí; pero algo ha cambiado…
La noche de luna llena del 15 de diciembre de 2024, a las 1:00, la policía recibió un aviso de robo en el restaurante de el Parque de Los Castillos.
Al personarse en el lugar, los agentes, por unos instantes, no creyeron lo que encontraron:
una docena de extremidades y cabezas arrancadas de cuajo, rastros de sangre y cuerpos desparramados en un radio de treinta metros. Se trataba de un grupo de chicos que estaban haciendo botellón cuando algo los atacó. Al superviviente lo hallaron escondido dentro del restaurante. Había roto un cristal para entrar en la desesperación por huir de la masacre. Era un chaval de dieciocho años delgado y con los ojos tan abiertos que parecía que no tenía párpados. Estaba tumbado tras el mostrador en posición fetal, con el pulgar dentro de la boca y sobre un charco de su propio orín.
Aunque nadie lo admite en voz alta, todos en Alcorcón saben que, llegada la fecha, cuando la luna llena de diciembre se alza sobre las torres del castillo, es mejor no estar por la zona. El lobo patrulla para defender su reino
Y ahora es tu turno, querido lector: ¿Por qué crees que nuestros Castillos de Valderas han sido testigos de tantos sucesos misteriosos?
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