El tiempo pasa muy rápido en el municipio, con multitud de acontecimientos por vivir. Lo efímero de todo en Alcorcón
* Texto adaptado del octavo número del periódico impreso de alcorconhoy.com, correspondiente a octubre de 2023. Para leer el periódico completo, puedes hacerlo haciendo clic aquí.
El pasado día 6 –cómo pasa el tiempo–, se cumplió un año de una desgracia mayúscula que llevó a Alcorcón a las portadas de los telediarios en toda España. Una sucesión de infortunios terminó desatando un incendio en un local comercial en obras situado en el bajo del número 45 de la Calle Oslo, en Parque Oeste. Y, a consecuencia del mismo, dos angelitos, Darío y Álvaro, se fueron al cielo cuando estaban empezando a vivir. Solo tenían cinco años y nueve meses.
Sucesos como aquel le recuerdan a uno lo efímera que es la existencia. Sobre todo, porque el local que ardió en llamas se sitúa a apenas unos pocos metros de la casa de este humilde juntaletras. Ese día, aquel fatídico 6 de octubre, nada hacía presagiar el terror desmedido que allí se viviría a partir de las siete y cuarto de la tarde. Hacía sol, una jornada fantástica de inicios de otoño. Era jueves, el día en que para muchos comienza el fin de semana. Pero todo saltó por los aires, en un abrir y cerrar de ojos. Porque así es como suceden las cosas.
A uno, que es un auténtico apasionado de la historia del Titanic, le viene también a la mente mientras escribe estas líneas la noche del 14 de abril de 1912. Aquella noche, miles de personas viajaban a Nueva York a bordo del buque más lujoso del momento. Pero todo cambió en un segundo. De repente, la peor de las tragedias se cruzó en sus caminos, disfrazada de iceberg. En el barco iban muchas de las personas más ricas y famosas del planeta. Mas ni su dinero, ni tampoco su poder, pudieron librarlas de los crueles designios del azar. Por no hablar de todas esas personas que despidieron al barco en el puerto de Southampton, sin saber que esa sería la última vez que verían a sus familiares, a sus amigos. A sus padres. A sus hermanos. A sus mujeres. A sus hijos.
La vida son destellos, para bien y para mal. Y son infinitos los casos que así lo evidencian. Porque es imposible controlar el destino. Un día, uno está aquí, escribiendo estas líneas; y al siguiente, Dios dirá. Que se lo digan a Álvaro Prieto, ese chaval con toda la vida por delante que ha tenido a España en vilo en esta última semana y que se esfumó sin dejar rastro, de un momento a otro. Por eso es tan importante vivir el momento y apreciar lo que se tiene. Que suena a texto impreso en una taza de Mr. Wonderful, pero es una realidad de lo más certera. Porque nunca se sabe cuándo todo estallará por los aires, sin avisar. Y es por ello por lo que hay que reír y disfrutar mientras se pueda, por todos aquellos a los que se les torció la suerte cuando menos lo esperaban. Es por eso que este texto, si me lo permiten, va por esos dos angelitos de la Calle Oslo. Y por Álvaro Prieto. Descansad en paz.
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